Esta semana hemos asistido a las
primeras convulsiones violentas en los mercados emergentes, que se llevaban
anunciando desde hace bastante tiempo. Las monedas de Turquía, Argentina, Brasil
y otras naciones de ese grupo se han debilitado y sus gobiernos han comenzado a
subir tipos. Recalentamientos de sus economías, problemas estructurales, y la
retirada de estímulos de la FED están detrás de todos estos movimientos, que
perdurarán en el tiempo. Es en este preciso momento cuando, concretamente
mañana, 1 de Febrero, Ben Bernanke deja la presidencia de la FED, el Banco
Central de EEUU, y es sustituido por Janet Yellen, primera mujer en ese cargo
en su siglo de existencia.
Independientemente de cómo sea
juzgada su labor, que hay voces para todo, Bernanke pasará a la historia por el
mero hecho de haber estado al mando de la FED en medio de la mayor crisis económica
desde la depresión de 1929. Hombre afable, de voz suave, profesor universitario
con aspecto de serlo, rechoncho, calvo y con una barba que ha blanqueado
bastante a lo largo de estos años, su presencia en la FED viene de antaño, y ya
Greenspan, antes en los altares, ahora en los infiernos, lo escogió como
vicepresidente en los años de la bonanza y cuando parecía que todos los
jardines eran floridos rosales. Su llegada en 2008 se produce cuando el mercado
hipotecaria norteamericano empieza a dar grandes señales de flaqueza y, aunque
hay voces que avisan de que se acerca tormenta, las autoridades, Bernanke entre
ellas, tratan de acallarlas con mensajes de calma. Su experiencia como
historiados, centrado en los efecto de la crisis del 29, le hacía ser cauto, y
sobre todo temer como un nublado que algo así, tan improbable, ocurriera
delante de sus narices. La realidad, como sabemos, fue mucho más dura de lo que
se nos anunció, y desde su puesto en la FED Bernanke tuvo que desmontar toda la
doctrina que Greenspan había llevado a cabo durante sus eternos y exitosos
mandatos, basada en la autorregulación de las entidades financieras y la no
intervención de la FED en los mercados. Con valor Bernanke se puso al frente de
las tropas que luchaban contra la crisis. Escarmentado de la actitud que tuvieron
los banqueros centrales en los años treinta, que sólo lograron acrecentar el
problema gracias a sus egoísmos y recelos (les
recomiendo que lean el magnífico libro “los señores de las finanzas” al respecto)
buscó que las intervenciones de la FED, el BCE europeo, el BoJ japonés y los
bancos centrales de otras naciones influyentes como Canada y Australia fueran
coordinadas, complementarias y coherentes, tratando de mandar un mensaje de
firmeza y un aviso a navegantes “Aquí estamos para salvaros” pudiera ser el
lema que puso en marcha. Desde entonces la autoridad moral y académica de Bernanke
no ha dejado de crecer. Fue el primero en hundir los tipos de interés oficiales
para contener la tormenta, y aún los tienen en el 0 – 0,25% y ha sido el más
activo a la hora de desarrollar políticas poco ortodoxas, basadas en enormes estímulos
monetarios, en eso que se ha dado en llamar el QE, siglas de Quantitative Easing,
mediante las que la FED ha estado inyectando del orden de 85.000 millones de dólares
al mes al sistema financiero norteamericano para otorgarle la liquidez de que
carecía. Son esos estímulos los que, probablemente, actuando como un chute de
adrenalina, han conseguido salvar a la economía norteamericana de la depresión,
pero evidentemente han generado efectos secundarios no deseados, como las más
que probables burbujas que se viven en los mercados de activos, y la entrada de
muchos de esos capitales en mercados emergentes de manera brusca. Originando
revaluaciones pasadas que ahora comienzan a revertir.
Precisamente la gestión de esos
estímulos, o más bien el proceso de retirada de los mismos, es la mayor de las
papeletas con las que se encuentra ahora mismo Yellen, su sucesora. Cómo hacer que
la economía vuelva a la senda de la normalidad sin ese apoyo inmenso, sin esas
muletas, sin ese chute que la FED le proporciona, y lograrlo sin grandes convulsiones,
es un reto inmenso, que no está nada claro que pueda llevarse a cabo sin
generar daños de diverso tipo. Bernanke verá todo esto desde la barrera
universitaria, y en función de cómo se desarrollen los acontecimientos será
juzgado. En mi modesta opinión, creo que ha hecho lo que ha debido y podido frente
a una crisis que ha desbordado a todos, y ha mostrado el valor que les ha
faltado a muchos.