Esta noche, hora española, Obama
ha pronunciado su sexto Discurso del Estado de la Unión, SOTU en su acrónimo
anglosajón, que no se parece en nada a lo que aquí llamamos el debate sobre el
Estado de la Nación. En el SOTU el presidente norteamericano no es replicado
por nadie, habla ante las dos cámaras juntas, Senado y Cámara de
Representantes, y expone lo que van a ser las líneas maestras de su política
para el año en curso. El balance del pasado no es lo fundamental, sino las
ideas para el futuro. Supone el inicio oficial del curso político en EEUU y es
uno de los actos más importantes del año para el Presidente.
2013 fue un año malo, muy malo,
para Obama. Tras su reelección en Noviembre de 2012, libre de la presión
electoral para siempre, se esperaba un Obama más activo, que se dedicase a la
política de verdad, que ejerciera el liderazgo que de el se espera, demanda y,
muchos, necesitan. Sin embargo nada de eso ha sucedido. Empantanado en unas cámaras
donde no posee mayoría y la obstrucción ha sido su forma de actuación más
recurrente, Obama se ha ido menguando a lo largo del año, tocando fondo en mi
opinión ene l surrealista episodio de las armas químicas de Asad, donde
transformó un ultimátum de una superpotencia en una declaración vacía, donde
mostró que su poder es mucho menor del que se cree y donde, para solucionar el
entuerto, regalo a Putin una vitoria diplomática de enorme relevancia. En el plano
interior dos son los asuntos que han enturbiado notablemente su imagen., Por el
lado económico las cifras macro de EEUU son, vistas desde esta orilla del Atlántico,
envidiables, con crecimientos de PIB, empleo, precios y ventas de viviendas y
carrera alcista en los mercados de activos. Sin embargo es evidente que la economía
norteamericana de hoy es muy diferente a la que se vivía en los años previos al
derrumbe. El paro de larga duración ha aumentado como pocas veces se ha visto a
lo largo de su historia, la brecha de desigualdad entre los más ricos y los
menos se agranda a pasos agigantados y en “main streeet” la calle común ha calado
la percepción de que la recuperación es sobre todo para “Wall Street” el mundo
de las finanzas y las corporaciones, mientras que la clase media americana se encuentra
mucho más débil y acosada. El otro frente interno de difícil gestión ha sido el
reguero de revelaciones que el exanalista Snowden ha ido desvelando sobre el
funcionamiento y alcance de los servicios de seguridad y espionaje de la NSA,
lo que ha dado lugar a numerosos chistes textuales y gráficos en los que Obama
aparece como el Gran hermano orwelliano que todo lo sabe, que inducen inicialmente
a la risa pero que, al poco, dan paso a una lógica preocupación. Constatar lo
que es un secreto a voces, que los países espían, y que el más poderoso y rico
es el que espía más ha sido muy traumático para mucha gente, que ha sentido
como su intimidad era violada entre otras cosas, mediante el uso de
dispositivos como smartphones o cualquier artefacto conectado a internet, que
ha pasado a ser visto no sólo como la panacea de un mundo digital de infinitas
posibilidades, sino también como el retorcido tentáculo de un gobierno omnipotente
que todo lo controla y sabe, y que no está nada claro para que fines va a utilizar
el inmenso poder que le otorga toda esa información. Unido a todo esto se ha
producido el cierre federal de la administración por luchas políticas
intestinas, la web de la reforma sanitaria, el Obamacare, ha sido un desastre
y, en general, no ha habido muchas alegrías en la Casa Blanca y sus aledaños.
Con este panorama Obama lo tiene muy fácil para
que 2014 le resulte algo mejor. Se enfrenta al reto, de la mano de Yellen, sustituta
de Bernanke, desmontar los estímulos de la FED y devolver a la normalidad a la
economía financiera sin que eso suponga que la economía real entre nuevamente
en recesión (está por ver si eso es posible). Las relaciones con China y la
tensión que ha surgido en las aguas del pacífico oriental entre todos los
vecinos asiáticos, junto a la relación con Rusia y la distensión con Irán
parecen los principales retos exteriores. En casa la reforma migratoria, el
desarrollo de Obamacare y la gestión de los cada vez más productivos yacimientos
petrolíferos del norte del país pueden ser los temas más candentes para este
año. Y recordemos que en Noviembre están las elecciones de mitad de mandato
para renovar parte de las cámaras. Obama empieza a tener un pie de pato cojo.
Debe espabilarse en 2014.
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