martes, enero 07, 2014

Navidades de viento sur


Es asombrosa la velocidad a la que avanza el tiempo. El año 2014 ya está aquí y cada vez que lo pronuncio, como me pasa con todos los que suenan a “dos mil algo” me entra un vértigo futurista, quizás por haber vivido la infancia y adolescencia en los ahora míticos ochenta, y para entonces el año dos mil y sus sucesores eran la tierra de la promisión, el futuro inalcanzable. Pues ese futuro ya está aquí. A alguno le sabrá a poco, o le decepcionará. Tendremos que trabajar todos para que mejore, para que nuestros sueños se cumplan, para hacer de este y el resto de años merecedores de la ilusión con la que los mirábamos de pequeñitos.

Esta vez mis vacaciones navideñas han sido más largas de lo habitual, y en medio de un tiempo extraño, curioso, poco navideño para lo que mandan los cánones televisivos. Con total ausencia de nieve en mi pueblo y alrededores, a excepción de un raro día del final de diciembre, que amaneció con las montañas nevadas, que tan rápido como se cubrieron se limpiaron, con chubascos dispersos, no muy intensos en general, aunque con un par de días realmente lluviosos y desapacibles, y con sobre todo viento, mucho viento, muchísimo viento, de componente sur, que casi todos los días ha golpeado con ganas, ha dejado alguna racha muy ruidosa y ha removido todo lo imaginable. Estaba la noche tranquila y quieta, relajada, y, de repente, aparecía un ramalazo de viento sur que indicaba que la calma se había terminado y volvían a agitarse las persianas, retorcerse los árboles y bailar como unas posesas las hojas y papeles que seguían estando en la calle. Tardes y noches de vientos sostenidos que revolvían el pelo a quienes disponían de él, columpiaban los adornos navideños que colgaban de farolas y balcones, y dejaban una sensación desapacible por doquier. Mañanas de viento en las que me levantaba para subir la persiana, abrir la ventana y comprobar que el ruido que durante toda la noche había estado importunándome me recibía con los brazos abiertos para zarandear mi cabeza como si fuera una farola más. Nubes altas esculpidas en el cielo por el viento, con formas caprichosas, pero casi siempre alargadas, finas y estrechas, con rebordes suaves y con apariencia modernos, a merced de vientos que en las alturas eran aún más intensos que a ras de suelo. Y acompañados de ese viento, temperaturas altas, muy altas para la época, con mínimas que holgadamente superaban los diez grados y máximas que trataban de escalar hasta los veinte, y a punto han estado de lograrlo en más de una ocasión. Alguna noche parecía que iba a helar. Despejada, quieta, con el frío aumentando y la humedad de los coches condensándose, preludio de la escarcha de la mañana, pero en un momento dado, entre la oscuridad y las sombras, aparecía la ráfaga de viento de rigor y la incipiente escarcha salía despedida, los termómetros empezaban a remontar y la hierba, que se preparaba para una noche fría y quieta, volvía a comenzar su sesión de baile intensivo, de zumba, que es lo que se lleva ahora, al implacable ritmo que le mercaba un viento sur que no ha dejado de estar presente en las dos semanas navideñas.

Podía haber sido peor, dados los efectos del viento y oleaje, con personas desaparecidas, y árboles caídos, naturales y de los otros, pero ha sido intenso, y con caídas de ramas, tejas e incluso algún tejado volado, aunque afortunadamente sin lamentar víctimas ni heridos. Metafóricamente el viento tiene mucho juego, podemos pensar que se lleva lo malo y trae lo bueno, puede ser así, o no, pero es mejor pensar en que sea eso lo que suceda. Ayer, cuando llegué a mi piso de Madrid y abrí el buzón, y encontré alguna tarjeta navideña que no esperaba ni por asomo, pensé en ese viento, y en que quizás, sí, algo bueno traía, y a mi me lo depositó en forma de crisma navideño. Que les traiga a ustedes todo lo bueno del mundo. Feliz año nuevo.

2 comentarios:

peich dijo...

Muy feliz Año también para ti lleno de aquello que desees¡¡¡

peich dijo...

Muy feliz Año también para ti lleno de aquello que desees¡¡¡