¿Qué tiempo va a hacer este fin
de semana? Esta es una de las preguntas más típicas de todos los viernes, que
levante la mano quine no la ha hecho o escuchado en su entorno cercano. Muchos
planes, escapadas, excursiones, acontecimientos y demás dependen de que en esos
dos días de liberación del trabajo, para los que curramos sólo los cinco
laborables, se puedan llevar a cabo. Lo normal es que el viernes se pueda hacer
un pronóstico muy certero de qué va a pasar en las próximas dos jornadas, pero
esta vez no va a ser así. La cosa está mucho más complicada.
En días como hoy descubre uno
hasta qué punto es enorme el desconocimiento que tenemos del mundo que nos
rodea y que, pese a todo lo que hemos avanzado, en ciencia y tecnología, la realidad
en mucho más complicada de lo que podemos siquiera llegar a imaginar. Bueno,
complicada no es la palabra adecuada, compleja es mucho más precisa.
Complejidad que día a día se observa en sistemas dinámicos, poseedores de
componentes caóticos o no, y que hace que nuestra capacidad predictiva sobre
esos sistemas sea realmente deficiente. Hay especialmente dos sistemas
complejos que condicionan nuestra vida y nos vuelven locos. Uno es la economía
y otro la meteorología. Fíjense que no pueden ser más distintos uno del otro.
La economía la creamos las personas y las entidades (empresas, gobiernos, etc)
que conformamos. No existe sin nosotros, y depende básicamente de nuestros
gustos, comportamientos y decisiones, y saber cómo se va a comportar de aquí a
seis meses es un juego en el que pierde casi todo el mundo. Predecir lo que va
a hacer la bolsa es un ejercicio cabalístico, en el que los relatos predictivos
de los sabios del mercado recuerdan mucho más a los textos de alquimistas medievales
que a sesudos y razonados tratados científicos. Figuras de media vuelta,
tendencias de base, hombro cabeza hombro…. Descripciones que parecen más la
descripción de un bestiario medieval que otra cosa. Y por supuesto, con una capacidad
de acierto que la realidad revela como escasa, siendo muy generosos. Frente a
ello, la meteorología es el reino de los físicos. Las dinámicas de fluidos y
toda la termodinámica acuden a nuestro auxilio para tratar de averiguar cómo se
va a comportar un sistema en el que la influencia humana no existe (recuerden,
una cosa es el tiempo y otra el clima y, aunque relacionadas, tienen muy poco
que ver). Pues bien, en este reino de la ciencia pura, en el que los
ordenadores y la creciente capacidad de cálculo han convertido a las pantallas
de televisión en proyectores de dibujos animados en los que borrascas,
anticiclones y demás masas de aire se enroscan y bailan en función de las
salidas generadas por los modelos, nos encontramos con días como el de hoy,
Viernes 17 de Diciembre, en el que lo
más seguro que podemos decir es que va a hacer un fin de semana muy revuelto,
con una elevada probabilidad de lluvia en casi toda España, y con un acusado
descenso de las temperaturas. No es poca información, pero vean hasta qué
punto es genérica. Los diferentes modelos de predicción que manejan los
institutos meteorológicos y los aficionados a estos temas, que adoptan siglas
del tipo GFS, ECMWF, NOGAPS, HIRLAM, y que son tanto de origen europeo, de
diferentes países, como norteamericano, no se ponen de acuerdo sobre qué trayectoria
va a seguir sobre la península la borrasca que a estas horas se encuentra sobre
Portugal, y qué intensidad va a alcanzar. En función de ello las
precipitaciones serían mayores o menores, más o menos generalizadas, y la cota
de nieve bajaría lo suficiente para que pudiera nevar, por ejemplo, en Madrid.
Si eso llega a producirse finalmente, sería el
Domingo, pero en este momento es imposible precisarlo. Me imagino a los meteorólogos
disfrutando como enanos, porque es en estos momentos de duda en los que más se
aprende, o se descubre que lo que se pensaba cierto no lo es, que es otra
manera de aprender. Enfrentados a sus modelos, datos y conocimientos, tratan de
desentrañar el comportamiento de las nubes y, seguro, desean como casi todos,
que la cota logre bajar, el aire frío entre como es debido y que nieve sobre la
capital. De momento es sólo un deseo, con una probabilidad dada, cambiante a
cada momento. A ver si finalmente se convierte en realidad. Ojalá!!
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