viernes, enero 17, 2014

Imposible saber hoy si nevará el Domingo en Madrid


¿Qué tiempo va a hacer este fin de semana? Esta es una de las preguntas más típicas de todos los viernes, que levante la mano quine no la ha hecho o escuchado en su entorno cercano. Muchos planes, escapadas, excursiones, acontecimientos y demás dependen de que en esos dos días de liberación del trabajo, para los que curramos sólo los cinco laborables, se puedan llevar a cabo. Lo normal es que el viernes se pueda hacer un pronóstico muy certero de qué va a pasar en las próximas dos jornadas, pero esta vez no va a ser así. La cosa está mucho más complicada.

En días como hoy descubre uno hasta qué punto es enorme el desconocimiento que tenemos del mundo que nos rodea y que, pese a todo lo que hemos avanzado, en ciencia y tecnología, la realidad en mucho más complicada de lo que podemos siquiera llegar a imaginar. Bueno, complicada no es la palabra adecuada, compleja es mucho más precisa. Complejidad que día a día se observa en sistemas dinámicos, poseedores de componentes caóticos o no, y que hace que nuestra capacidad predictiva sobre esos sistemas sea realmente deficiente. Hay especialmente dos sistemas complejos que condicionan nuestra vida y nos vuelven locos. Uno es la economía y otro la meteorología. Fíjense que no pueden ser más distintos uno del otro. La economía la creamos las personas y las entidades (empresas, gobiernos, etc) que conformamos. No existe sin nosotros, y depende básicamente de nuestros gustos, comportamientos y decisiones, y saber cómo se va a comportar de aquí a seis meses es un juego en el que pierde casi todo el mundo. Predecir lo que va a hacer la bolsa es un ejercicio cabalístico, en el que los relatos predictivos de los sabios del mercado recuerdan mucho más a los textos de alquimistas medievales que a sesudos y razonados tratados científicos. Figuras de media vuelta, tendencias de base, hombro cabeza hombro…. Descripciones que parecen más la descripción de un bestiario medieval que otra cosa. Y por supuesto, con una capacidad de acierto que la realidad revela como escasa, siendo muy generosos. Frente a ello, la meteorología es el reino de los físicos. Las dinámicas de fluidos y toda la termodinámica acuden a nuestro auxilio para tratar de averiguar cómo se va a comportar un sistema en el que la influencia humana no existe (recuerden, una cosa es el tiempo y otra el clima y, aunque relacionadas, tienen muy poco que ver). Pues bien, en este reino de la ciencia pura, en el que los ordenadores y la creciente capacidad de cálculo han convertido a las pantallas de televisión en proyectores de dibujos animados en los que borrascas, anticiclones y demás masas de aire se enroscan y bailan en función de las salidas generadas por los modelos, nos encontramos con días como el de hoy, Viernes 17 de Diciembre, en el que lo más seguro que podemos decir es que va a hacer un fin de semana muy revuelto, con una elevada probabilidad de lluvia en casi toda España, y con un acusado descenso de las temperaturas. No es poca información, pero vean hasta qué punto es genérica. Los diferentes modelos de predicción que manejan los institutos meteorológicos y los aficionados a estos temas, que adoptan siglas del tipo GFS, ECMWF, NOGAPS, HIRLAM, y que son tanto de origen europeo, de diferentes países, como norteamericano, no se ponen de acuerdo sobre qué trayectoria va a seguir sobre la península la borrasca que a estas horas se encuentra sobre Portugal, y qué intensidad va a alcanzar. En función de ello las precipitaciones serían mayores o menores, más o menos generalizadas, y la cota de nieve bajaría lo suficiente para que pudiera nevar, por ejemplo, en Madrid.

Si eso llega a producirse finalmente, sería el Domingo, pero en este momento es imposible precisarlo. Me imagino a los meteorólogos disfrutando como enanos, porque es en estos momentos de duda en los que más se aprende, o se descubre que lo que se pensaba cierto no lo es, que es otra manera de aprender. Enfrentados a sus modelos, datos y conocimientos, tratan de desentrañar el comportamiento de las nubes y, seguro, desean como casi todos, que la cota logre bajar, el aire frío entre como es debido y que nieve sobre la capital. De momento es sólo un deseo, con una probabilidad dada, cambiante a cada momento. A ver si finalmente se convierte en realidad. Ojalá!!

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