Era un secreto a voces desde hace
unos días, intermitente a lo largo de estos años, pero que hasta ayer nunca se
había hecho realidad. La noche de este Miércoles se convirtió en un hervidero
en twitter a medida que se
confirmaba la marcha de Pedro Jota de la dirección de El Mundo, presionado
por motivos económicos y políticos, logrando el curioso efecto de que fuera
noticia de las gordas no lo que un periódico publicase sino el papel de su
director. Y es que era tanta la unión que existía entre Pedro Jota y El Mundo,
desde que él mismo lo fundara en los ochenta, que su marcha supone quizás el
cambio más profundo que ha sufrido el rotativo desde el primer día que salió a
la venta.
No es para mi Pedro Jota el
periodista de referencia, ni mucho menos. Personaje poliédrico, complejo y de
aristas oscuras, presenta un bagaje personal y profesional indudable, enorme en
lo que hace al periodismo, pero trufado de escándalos y relaciones con el poder
de toda índole, que han acabado por derrumbarle, al menos de momento. Todavía
media España le recuerda por aquel famoso video pornográfico en el que, en
compañía de una nigeriana, fue pillado haciendo prácticas muy íntimas y
curiosas en un apartamento de una calle, que cosas, muy cercana al lugar en el que
trabajo. Uno de los adalides de la derecha clásica española haciendo “cositas”
a espaldas de su mediático matrimonio, parecía aquello el guion de alguna película
política de Hollywood, y en parte marcó su trayectoria. Con el tiempo ese
episodio se ha ido diluyendo y la imagen de Pedro Jota se ha asociado con los
escándalos que, desde su periódico, se han ido destapando, y los cadáveres políticos
que ha cosechado. Ha sido en este ejercicio de cosecha cuando Pedro Jota ha
desplegado todas sus artes, tanto las del periodista de raza, que escribe con
pluma recta renglones muy afilados, como la del cortesano que corteja al poder,
establecido o no, para que le sirva a sus intereses. Se alió con Garzón cuando éste
estaba resentido con Felipe González para, entre los dos, atacar con saña al
terminal gobierno del PSOE a mediados de los noventa. Tuvo en el GAL el primero
de sus casos estrella, y no lo soltó hasta que logró su objetivo. Luego se
enemistaría con Garzón porque ya no le era útil, y le acusaba de todo mientras
el juez iba de banquillo en banquillo acusado de graves delitos. Los años de
Aznar en la Moncloa fueron tranquilos, sobre todo porque Pedro Jota tenía
acceso directo a aquellos jardines de poder y pastaba en ellos sin problemas. La
caída del PP en el 11M supuso para El Mundo un vuelco inesperado y la apertura
de lo que creyeron un filón, la historia de las mochilas bomba y el Titadine,
que durante meses, años, siguió en portada suscitando cada vez menos interés.
Ahí el instinto del cazador le falló a nuestro protagonista. Enemistado profundamente
con ZP, alabó a Rajoy sin límite hasta que el registrador accedió a la Moncloa,
y entonces El Mundo viró, cuando vió, como otros medios que habían apoyado con
fuerza la campaña del PP, que los esfuerzos no eran recompensados. El trato de favor
que Moncloa ofrece a LA Razón y ABC encabritó notablemente a Pedro Jota, que ya
había visto coartada su independencia económica al tener que consentir la
entrada del grupo italiano Rizzoli en el capital del periódico, al llevar ya varios
ejercicios registrando pérdidas, y decidió ir contra Rajoy para conseguir audiencia
y vengarse de los favores, a su juicio, debidos. Bárcenas acudió en auxilio de
Pedro Jota y, aunque El País comenzó la historia, fueron las portadas de los
SMS de Rajoy al preso de Soto del Real los que supusieron el episodio más
cruento de esa guerra.
Ahora, según algunos, Pedro Jota cae porque
desde Moncloa se ha presionado para que se vaya, hartos desde el poder de sus
intromisiones contra ellos. No se si eso será así o no, aunque sería horrible
que fuera verdad. Lo cierto es que la cabecera pierde dinero a chorros y las
cifras no cuadran, y en todo caso no interesa que, como se vió en la fiesta que
organizó el periódico hace unos meses, el gobierno decidiera boicotearla,
colgando el cartel de apestados a Pedro Jota y su equipo. Se rumorea que se va
con una indemnización de 20 millones de euros y el compromiso de no crear medio
de comunicación alguno en dos años. Le sustituye su adjunto, Casimiro García
Abadillo, y está por ver qué línea adoptará el periódico a partir de ahora. Pero
seguro que Pedro Jota no estará mucho tiempo quieto y callado. Seguro que no.
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