lunes, enero 27, 2014

No nos hagas llorar otra vez, Argentina


Les comentaba hace unos días que el inicio del año, en lo económico, ha sido positivo, pero que no había que bajar la guardia, porque sorpresas internas o externas podían aparecer en cualquier momento y debilitar la frágil recuperación que observamos. Pues bien, ya tenemos aquí el primer envite serio de 2013, en forma de rabioso tango porteño, procedente de un Buenos Aires desde la que casi siempre llegan males brisas económicas. La devaluación descontrolada del peso argentino frente al dólar fue la excusa para que el viernes el Ibex cayera más de un 3% y la prima volviera a dispararse por encima de los 210 puntos básicos.

Aunque en todo esto lo que no debiéramos usar en ningún caso es el término de sorpresa. Las debilidades de la economía argentina son conocidas por todos. Se basa en el monocultivo exportador de materias primas a China y otros países emergentes, tiene un absoluto descontrol de sus finanzas públicas, una moneda muy débil y una inflación descontrolada que nadie es capaz de situar en una cifra concreta, empezando por el incompetente gobierno local. Los analistas hablan de entorno al 30% anual, lo que es un disparate, pero no tanto dada la situación del país. A todos estos factores, que sólo generan inestabilidad y pobreza para el ciudadano argentino, se suman otras causas que viene a ser como patadas en la entrepierna del río de la plata. La progresiva retirada de estímulos de la FED norteamericana va a suponer una marcha de capitales de las economías emergentes, y una debilitación de sus monedas, como vemos que viene sucediendo desde hace semanas con el peso argentino, la lira turca o el real brasileño. Dado que Argentina importa casi todos los bienes de consumo manufacturados y de tecnología, eso implica una aún mayor inflación interna. También le perjudica el que China, su principal socio comercial, empieza a frenar un poco, no se sabe cuánto, pero sí está desacelerando su vertiginoso crecimiento, bien por agotamiento, por cambio de modelo o por recalentamiento de una burbuja que amenaza con reventar (ojo, que este será uno de los temas candentes de este 2014, el futuro de la economía china y sus problemas). Si China compra un poco menos Argentina vende un poco menos, y se reduce su capacidad de hacerse con divisas para sostener la moneda en los mercados. A todos estos golpes económicos se suma una inestabilidad política que no ayuda nada, con un gobierno desnortado dirigida por una presidenta, CFK, recientemente operada, de cuya salud todo son rumores y de cuya cordura apenas se discute, dada la falta de la misma. La seguridad jurídica del país, que nunca ha sido ejemplar, está bajo mínimos, no sólo por el tema de la expropiación de REPSOL, sino por muchos otros casos en los que el gobierno de la Casa Rosada muestra una capacidad de injerencia y arbitrariedad que espanta a cualquier inversor razonable, justo cuando la afluencia de capitales debiera ser uno de los objetivos fundamentales de las autoridades locales. Como ven todos los factores se juntan para que el peso argentino cada vez valga menos, el mercado negro de dólares se dispare, así como su cotización, y el ciudadano de a pie de calle asita a un empobrecimiento acelerado de sus condiciones de vida. Estas últimas semanas, de intenso calor en el verano austral, hemos visto, en medio de los continuos apagones, escenas de pillaje y violencia urbana descontrolada en un Buenos Aires que asiste asustado al desplome de su economía y de la capacidad de los ciudadanos de hacerse con los bienes más básicos. Lo del viernes no fue sino un reflejo en nuestro mercado de ese descontento bonaerense.

¿Y qué va a pasar ahora? No está nada claro. El gobierno de CFK, con objeto de parar la cotización paralela del peso, ha decretado la libertad de adquisición de dólares a partir de hoy, lo que puede tanto hundir del todo la cotización de la moneda local como darle un respiro. Las empresas españolas que tienen intereses en Argentina, muchas y variadas, ven como los beneficios procedentes de ese destino van a ser mucho menores de lo esperado, por lo que otro borrón se asoma a sus cuentas, siendo difícil precisar de qué tamaño. Y los países emergentes asisten, algo asustados, a lo que puede ser su primera crisis seria desde hace más de una década. En fin, agarren con fuerza a su pareja de baile, que, mientras suena el bandoneón, las curvas se agudizan…

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