Les comentaba hace unos días que
el inicio del año, en lo económico, ha sido positivo, pero que no había que
bajar la guardia, porque sorpresas internas o externas podían aparecer en cualquier
momento y debilitar la frágil recuperación que observamos. Pues bien, ya
tenemos aquí el primer envite serio de 2013, en forma de rabioso tango porteño,
procedente de un Buenos Aires desde la que casi siempre llegan males brisas
económicas. La devaluación descontrolada del peso argentino frente al dólar fue
la excusa para que el viernes el Ibex cayera más de un 3% y la prima volviera a
dispararse por encima de los 210 puntos básicos.
Aunque en todo esto lo que no
debiéramos usar en ningún caso es el término de sorpresa. Las debilidades de la
economía argentina son conocidas por todos. Se basa en el monocultivo
exportador de materias primas a China y otros países emergentes, tiene un
absoluto descontrol de sus finanzas públicas, una moneda muy débil y una
inflación descontrolada que nadie es capaz de situar en una cifra concreta,
empezando por el incompetente gobierno local. Los analistas hablan de entorno
al 30% anual, lo que es un disparate, pero no tanto dada la situación del país.
A todos estos factores, que sólo generan inestabilidad y pobreza para el
ciudadano argentino, se suman otras causas que viene a ser como patadas en la
entrepierna del río de la plata. La progresiva retirada de estímulos de la FED
norteamericana va a suponer una marcha de capitales de las economías
emergentes, y una debilitación de sus monedas, como vemos que viene sucediendo
desde hace semanas con el peso argentino, la lira turca o el real brasileño. Dado
que Argentina importa casi todos los bienes de consumo manufacturados y de
tecnología, eso implica una aún mayor inflación interna. También le perjudica
el que China, su principal socio comercial, empieza a frenar un poco, no se
sabe cuánto, pero sí está desacelerando su vertiginoso crecimiento, bien por
agotamiento, por cambio de modelo o por recalentamiento de una burbuja que
amenaza con reventar (ojo, que este será uno de los temas candentes de este
2014, el futuro de la economía china y sus problemas). Si China compra un poco
menos Argentina vende un poco menos, y se reduce su capacidad de hacerse con
divisas para sostener la moneda en los mercados. A todos estos golpes económicos
se suma una inestabilidad política que no ayuda nada, con un gobierno
desnortado dirigida por una presidenta, CFK, recientemente operada, de cuya
salud todo son rumores y de cuya cordura apenas se discute, dada la falta de la
misma. La seguridad jurídica del país, que nunca ha sido ejemplar, está bajo mínimos,
no sólo por el tema de la expropiación de REPSOL, sino por muchos otros casos
en los que el gobierno de la Casa Rosada muestra una capacidad de injerencia y
arbitrariedad que espanta a cualquier inversor razonable, justo cuando la
afluencia de capitales debiera ser uno de los objetivos fundamentales de las
autoridades locales. Como ven todos los factores se juntan para que el peso
argentino cada vez valga menos, el mercado negro de dólares se dispare, así
como su cotización, y el ciudadano de a pie de calle asita a un empobrecimiento
acelerado de sus condiciones de vida. Estas últimas semanas, de intenso calor
en el verano austral, hemos visto, en medio de los continuos apagones, escenas
de pillaje y violencia urbana descontrolada en un Buenos Aires que asiste asustado
al desplome de su economía y de la capacidad de los ciudadanos de hacerse con
los bienes más básicos. Lo del viernes no fue sino un reflejo en nuestro
mercado de ese descontento bonaerense.
¿Y
qué va a pasar ahora? No está nada claro. El gobierno de CFK, con objeto de
parar la cotización paralela del peso, ha decretado la libertad de adquisición
de dólares a partir de hoy, lo que puede tanto hundir del todo la cotización de
la moneda local como darle un respiro. Las empresas españolas que tienen
intereses en Argentina, muchas y variadas, ven como los beneficios procedentes
de ese destino van a ser mucho menores de lo esperado, por lo que otro borrón
se asoma a sus cuentas, siendo difícil precisar de qué tamaño. Y los países
emergentes asisten, algo asustados, a lo que puede ser su primera crisis seria
desde hace más de una década. En fin, agarren con fuerza a su pareja de baile,
que, mientras suena el bandoneón, las curvas se agudizan…
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