Se
estiman en más de cien millones de euros los daños causados por los temporales
marítimos y de lluvia y viento que han azotado a España en lo que va de 2014,
especialmente en las costas atlánticas y cantábricas. Paseos marítimos, calles,
aceras, mobiliario urbano, escolleras, diques, cientos de elementos de
infraestructura que deberán ser reparados o reconstruidos tras una serie de
temporales que no cesa, y que en el principio de este fin de semana se volverán
a repetir tras la más que probable formación de una nueva y potente borrasca
atlántica, generada de forma explosiva, que atacará Galicia en la tarde del viernes
y luego subirá hacia el cantábrico y norte de Europa.
Y es que si aquí estamos cansados
de tanta lluvia y temporal, la situación en otros países es mucho peor. Tanto
la costa atlántica francesa como la de Bélgica y Holanda han sufrido los
rigores del viento y las olas, pero la palma, sin duda alguna, se la lleva el
Reino Unido. No ha habido ni una sola de todas estas borrascas que no haya
impactado en el sur de Inglaterra con toda su fuerza, y la sucesión de temporales
es ya histórica. Grandes áreas del país se encuentran anegadas, incomunicadas o
encharcadas por completo, y son cientos de miles los abonados que carecen de
servicio eléctrico porque el agua o el viento se han llevado los postes que lo
suministraban. En el mapa que
pueden ver en esta página se indican en rojo las zonas que están inundadas
ahora mismo y en naranja las que corren serio riesgo de estarlo si, como se
prevé, las lluvias continúen. Es curioso observar como sobre el territorio de
Inglaterra se extiende la representación de una estructura que recuerda mucho,
demasiado, a una muestra de tejido humano, con sus capilares distribuidos por
todas partes. Es como si en rojo se marcasen los puntos del sistema
circulatorio en los que se hubiera producido una obstrucción coronaria y en
naranja las venas y alveolos donde la situación puede ser mala. Esta similitud
no es casual, ni mucho menos, es una nueva manifestación de lo que se denominan
estructuras fractales, idénticas entre sí
independientemente de la escala a la que sean observadas. Pero recordemos que
estamos viendo ríos y agua, lo que nos vuelve a recordar que lo que se ve afectado
por las manchas de color no son células, sino infraestructuras, cultivos y,
sobre todo, personas. La persistencia de las lluvias ha encharcado por completo
el terreno de la isla y ya no es capaz de absorber ni una sola gota más, por lo
que todo lo que cae va a formar parte de los desmadrados ríos, y es casi seguro
que la situación de alerta se mantendrá, al menos, hasta pasado el fin de
semana y la borrasca que nos azotará primero a nosotros, luego a ellos. Las
autoridades están también bastante desbordadas, en otro sentido muy distinto
pero igualmente agobiante, y las críticas que se lanzaron contra el gobierno de
David Cameron, tímidas en un principio, son ya un ruidoso clamor que amenaza
con convertirse en una seria crisis para el primer ministro británico. Las
demandas y protestas que se oyen desde las zonas anegadas se parecen mucho a
las que se suelen escuchar en España. Acusaciones de abandono por parte de las
autoridades, de dejación a la hora de limpiar cauces, drenarlos y mantenerlos
en buen estado para prevenir posibles crecidas, desatención, etc. En descargo
del gobierno se puede decir que el temporal está siendo de unas dimensiones muy
difíciles de prever y que, aún actuando correctamente, se hubieran producido
inundaciones debido a toda el agua que está cayendo. Pero no es menos cierto que
de llevar a cabo las actuaciones demandadas las inundaciones hubieran sido
menores. Y ya se sabe que si no se puede evitar un desastre hay que hacer todo
lo posible para minimizarlo.
Y a río revuelto o desbordado, ganancia de
pescadores que en él se zambullen. Los
tabloides británicos están haciendo su agosto en medio de la tormenta, publicando
artículos y portadas en las que las borrascas son las perfectas malas de la película,
se las llama asesinas y terroríficas, y llenan páginas ilustradas a todo color
que parecen salidas del atrezzo de una película de catástrofes. Y luego están
los que relacionan todo lo que pasa en el tiempo con el cambio climático,
cuando una cosa y otra son completamente distintas y es muy difícil establecer
una relación causal entre ambas. Son ciertas la excepcionalidad de estos
temporales, y sus graves consecuencias, pero
es muy difícil determinar cuál es la causa por la que este año la corriente en
chorro, la autopista de viento que arrastra a las borrascas, ha bajado tanto de
latitud y se ha vuelto tan intensa. Consejo, huyan de los titulares
alarmistas y simplones, y guarézcanse ante el próximo temporal.
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