Las noticias sobre el drama de la
inmigración son, como todo lo relacionado con ese asunto, sumamente injustas. Sólo
se convierte en portada asociadas al número de fallecidos que ha provocado un
hundimiento de áptera, o asalto de frontera. Sino, ni existen. Nada hace pensar
que la inmigración está ahí si no es por los muertos que provoca. Y esas
muertes nos escandalizan, duelen, pero suponen un anestésico para olvidarnos
del problema de fondo, y a los dos días pasamos página, y nada se vuelve a
saber de ello. Hasta la próxima tragedia, claro está.
Ayer,
en Ceuta, en la frontera marítima del Tarajal, nueve personas murieron ahogadas
y aplastadas en la avalancha de cuatrocientos que trataron de cruzar a España
desde Marruecos por el único punto en el que no existe verja, que es sobre
las aguas del Mediterráneo. El episodio sigue envuelto en una cierta confusión
sobre el papel de las autoridades de ambos países y las fuerzas de seguridad
respectivas a la hora del control de la avalancha y de cómo fue repelida. Habrá
por tanto que investigar qué es lo que ha pasado, qué ha sucedido para que este
saldo de muertos es el que es y qué se podía haber hecho mejor. Pero el
problema de fondo sigue ahí, y nadie quiere, o sabe, cómo solucionarlo. Alguna
vez, en este foro, y en conversaciones al respecto, he discutido sobre el tema
y no he logrado encontrar una postura cómoda al respecto. Sí estoy de acuerdo
con que España, junto con el resto de países del Mediterráneo, somos la frontera
de Europa, y es por tanto un problema del conjunto de la Unión, y así debe
entenderse. La horrible tragedia de Lampedusa del año pasado, con centenares de
ahogados provenientes de Libia, suscitó una condena internacional a lo que allí
estaba pasando, pero enterrados los muertos, el tema volvió a desaparecer y
nadie le prestó atención. Es duro afirmar que las vallas de Ceuta son
necesarias, pero es así. Sin embargo es ingenuo pensar que la mera existencia
de las vallas frenará la desesperación de los que nada tienen que perder si
mueren frente a ellas, porque ya vienen escapando de una muerte segura. Eliminar
las vallas y permitir el asilo libre desbordaría las capacidades de Ceuta,
Lampedusa, Melilla y de toda Europa en un par de semanas, y para frenar estos
asaltos lo que hacemos, aunque no nos guste admitirlo, es pagar a las autoridades
de Marruecos, Libia, Argelia y demás países una gran cantidad de dinero para
que nos controlen el patio trasero, para que sus policías recojan e inmovilicen
a los que, provenientes del país o del África negra, envuelta en guerras sin
fin, no lleguen hasta la valla fronteriza. En el caso de España Marruecos es
nuestro “segurata” particular, nuestro macarra, que no duda en sacar la porra y
golpear para que ninguno se acerque a la puerta de entrada a España. A cambio,
recibe un “sueldo” que le compensa. A veces hay discusiones sobre cuánto se le
paga o por cuestiones de índole político y social, y el “segurata” se enfada y
hace huelga, dejando la puerta desguarnecida y liberando la presión para que
algunos de los infelices que esperan al otro lado sientan la ilusión de ver la
tierra prometida. Y es entonces cuando se producen las avalanchas, asaltos y
demás incidentes que llegan a la prensa, que provocan estupor en las puras y
limpias conciencias de los europeos, españoles en este caso, y originan un
ruido mediático que hace que el gobierno español vuelva a acordar con el
marroquí nuevas condiciones “laborales”: Quizás esta metáfora que estoy usando
les suene amrga en exceso, pero esto es lo que realmente sucede.
Y ante esto, ¿Qué?. Sólo se frenará la inmigración
en masa si las condiciones de vida de los países de los que provienen los
inmigrantes mejoran, y eso va para largo. La gestión coordinada de la inmigración
por parte de la UE aportaría soluciones a corto y medio plazo, mediante el
establecimiento de cupos de inmigrante spor países y con un control de los
flujos de entrada y salida, pero ese escenario racional choca con la irracional
postura de los egoísmos nacionales en medio de la crisis económica, donde en
muchos países todo extranjero se ve como alguien que viene a robar un empleo
escaso. Así las cosas, tras los lloros y la investigación por lo sucedido en
Ceuta ¿Qué? ¿Alguien tiene una respuesta?
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