jueves, marzo 06, 2014

El matonismo de Putin esconde la debilidad de Rusia


Son unánimes los comentaristas que opinan sobre la crisis ucraniana que Putin, golpeando primero, ha ganado esta partida, consiguiendo una posición de control en Crimea de la que va a ser muy difícil que se le haga renunciar, o ceda a cambio de otra cosa. Sus formas chulescas, ofensivas y propias de un gánster han conmocionado a medio mundo y han metido el miedo en el cuerpo al otro medio. Que vienen los rusos!! Vuelve a ser una expresión que corre por media Europa, que como ayer comentaba, revive fantasmas del pasado. Sin embargo, no es tan fiero el perro como parece, o mejor dicho, el oso ruso no tiene tanta fuerza como podría deducirse del zarpazo crimeano.

En términos prácticos y escuetos, Rusia es un país decadente que se asoma a una crisis económica de muy difícil resolución. Con una curva demográfica deprimente, en al que la población envejece a una velocidad alarmante y el número total de habitantes ha iniciado un suave pero continuado declive, y unas tasas de alcoholismo rayanas en la epidemia, que proporcionan un incalculable número de personas dependientes de los servicios sociales, la economía rusa subsiste gracias a su sector energético y la exportación de hidrocarburos. Es el primer productor mundial de petróleo y gas, de momento, y la venta a medio mundo de esos recursos le genera enormes sumas de dinero que permiten mantener el estado y las aspiraciones de volver a ser una potencia mundial, pero que no logran ocultar el hecho de que, en casi todas las demás materias, Rusia es dependiente del exterior. Sectores tecnológicos, intensivos en I+D+i, producción agroalimentaria, bienes de equipo.. son muchísimos los sectores de alto valor añadido en los que Rusia es incapaz de competir en los mercados internacionales. Aunque parezca algo raro, la imagen de Rusia como país ahora mismo es mucho más similar a la de una Arabia Saudita o, mejor, Venezuela, en la que los ingresos del petróleo han acrecentado la desigualdad social que ya existía anteriormente, convirtiéndola en algo obsceno. Los oligarcas, esa especie que asociamos a rusos enriquecidos, son fruto de esos negocios energéticos, en connivencia plena con un gobierno cleptocrático, que les ha permitido construir esas enormes fortunas a cambio de su silencio y de que le dejen a Putin y sus esbirros hacer y deshacer a su antojo. La corrupción económica está institucionalizada en el país, pero no sólo en las altas esferas, sino en la vida diaria. Es habitual tener que pagar mordidas a la policía para que no le metan a uno en un lío, o en los tribunales para conseguir sentencias de uno u otro tipo, y el que youtube esté lleno de vídeos tomados desde coches rusos no refleja otra cosa que la necesidad que han tenido los conductores de aquel país de dotarse de cámaras web para grabarlo todo y que le sirvan de prueba en un juicio en caso de accidente, dado que el testimonio policial sólo vale lo que por él se haya pagado. Bárcenas sería muy feliz allí, para entendernos. En fin, que durante los años de la expansión económica, hasta la crisis de 2008, el consumo de hidrocarburos creció en todo el mundo y Rusia gano cantidades ingentes de dinero. Desde entonces los consumos se han frenado y han aparecido rivales poderosos, como el fracking, que ha permitido a Canadá y, sobre todo, EEUU, convertirse en productores internacionales de peso, que amenazan la hegemonía rusa. Para tratar de compensarlo, Rusia promovió acuerdos comerciales con media Europa para que sus gaseoductos llegaran hasta allí y el consumo estuviera garantizado, e incluso que el monopolio Gazprom patrocinase la cosa esa de la liga de campeones. Así, curioso, tan dependiente es Europa del gas ruso como Rusia de lo que Europa le paga por ese gas. Por ello lo lógico sería que el arma del corte de suministro no se utilizara.

En la línea de todo esto publicaba ayer Marc Garrigasait en El confidencial un absorbente artículo defendiendo la idea de que Rusia es un país al borde de la recesión, descapitalizado, y muy sensible ante movimientos en los mercados, que le pueden dejar tieso a la mínima, como así ha sucedido con las reservas de su Banco Central. Quizás Putin siga chuleando a medio mundo, pero es difícil que lleve a la práctica sus amenazas si gobierna un país con una economía exhausta y sin músculo. Pero recuerden que esto es lo que dice la lógica económica y política, y a veces, en tantas ocasiones, los humanos mostramos comportamientos completamente irracionales, así que a saber qué es lo que acaba sucediendo.

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