Vaya por delante que el tema de
hoy es vidrioso y complejo, difícil para tomar posición. Ayer
fueron detenidas en España varias personas que participaban en una red de
compra y venta de órganos para ser trasplantados. En este caso eran nueve
los inmigrantes que, por 40.000 euros, donaban parte de su hígado a un
millonario libanés que lo necesitaba para sí mismo. Todo se estaba
desarrollando en España porque nuestra fama en el mundo de los trasplantes es
universalmente buena, excelente. Lo que no sabía el libanés es que esto en
nuestro país es delito, y por ello ha habido detenciones.
La pregunta de fondo es, ¿debe
ser esto delito? Ya sabemos que en ciertos países se practican operaciones
ilegales y secuestros para extirpar órganos y comerciar con ellos, y se suele
decir a veces en plan de coña que no te quedes dormido en algunos transportes
públicos de esos países porque puedes despertarte con una cicatriz y menos
peso. Y no hay dudas por parte de nadie de que eso, además de delictivo, es
repugnante. Ahora bien, la venta voluntaria de un órgano por parte de una
persona, ¿es perseguible? Si yo quiero desprenderme de uno de mis riñones,
pongamos el caso, y me ofrecen una sustanciosa suma de dinero, y lo hago de
manera libre y voluntaria, ¿es delictivo? Usando el argumento de la visión
liberal de la vida, el cuerpo de uno es de uno mismo y hace con él lo que
quiere, por lo que en principio, no debiera ser una actitud perseguible. Es
arriesgada, peligrosa, pero también lo es subirse a Gredos en Marzo, como hemos
visto desgraciadamente este fin de semana. Como ven entramos nuevamente en
el pantanoso terreno de hasta qué punto el estado y la ley deben coartar las
conductas y deseos personales, terreno en el que otros conceptos como aborto,
prostitución, eutanasia, son muy familiares y generan enormes polémicas.
Pongamos el caso del aborto. Los defensores del mismo alegan para permitirlo
que la libertad de la mujer está por encima de todo y los contrarios que la
defensa de la vida del no nacido es el bien superior, por lo que se debe
preservar a toda costa. El argumento liberal favorece a la mujer, que es la
única poseedora de conciencia y libre albedrío en este caso, y por tanto el
aborto desde ese punto de vista debiera estar permitido. Este argumento, ¿no
sería igualmente válido respecto a la venta de órganos? En este caso además el
problema se simplifica, por así decirlo, porque no hay dos vidas en juego,
mujer y feto, sino una sola, la del donante. Empiezan a ponerse algo nerviosos,
¿verdad? Es lógico. Otro caso similar es el de la prostitución. Todos estamos
de acuerdo en prohibir su existencia ilegal, en perseguir las mafias que
atentan contra la libertad de las mujeres y las explotan, y toda la sordidez
que existe en torno a ese mundo, pero pongamos el caso de que yo estoy
dispuesto a pagar X euros por acostarme con alguna y alguna acude a mi a cambio
de ese dinero. ¿No es eso prostitución? Tiene toda la pinta de que sí. Sin
embargo, ¿es delictivo? Si una chica o chico quiere obtener unos ingresos
extra, a veces muy extra, acostándose a cambio de dinero, y luego no volver a
dedicarse a eso, ¿Existe un delito en ese caso? ¿Es perseguible? Obsérvese que
el paralelismo con el caso de la donación en este ejemplo es muy alto, porque
si en el mercado es en lo que nos fijamos, la prostitución no es más que el
alquiler consentido del cuerpo para el disfrute sexual, y la donación es la
venta de una parte del mismo. Realizadas ambas de manera libre y voluntaria, ¿El
alquiler es lícito y la venta no? ¿Dónde ponemos la frontera entre lo que es
permisible y, legalmente, perseguible?.
Si se han fijado, en todos los razonamientos
anteriores no he incorporado en ningún momento los aspectos éticos, morales o
religiosos, que son los que habitualmente determinan nuestra posición a la hora
de opinar sobre estos y otros asuntos igualmente resbaladizos. El objeto de la
prohibición legal de todos los anteriores temas se basa en la idea de que
aunque libre en teoría, las posiciones de abuso reales acaban generando
mercados negros y explotación en materia sexual, de órganos y de todo lo demás,
y que la moral no puede consentir situaciones de ese tipo. ¿Cuál es su idea al
respecto? ¿La tiene, o vive en un mar de dudas? ¿Es incapaz de salir del
supuesto en el que a usted le suceda un caso de esos, frente a la necesidad de
que la norma sea general para todas las personas?
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