lunes, marzo 17, 2014

Putin ya tiene Crimea, ¿y ahora qué?


Imagino la escena de ayer por la noche, en la que Putin recibe la llamada de Kim Jong Un, el regordete dictador de Corea del Norte, para felicitarle por la victoria lograda en el amañado referéndum que ha organizado la madre Rusia en Crimea. “Muy bien, Vladimir, gran éxito el tuyo… pero eres una nenaza!!!. Cómo se puede sacar sólo un 96% de los votos!!! Hay que llegar siempre al 100%, como yo. Descansa esta noche, pero mañana por la mañana tienes trabajo, debes encarcelar a ese 4% de disidentes, que sepan lo que es bueno” Y cada poco tiempo Putin, al otro lado del teléfono, asiente con su sonrisa fría y satisfecha.

Más allá de las coñas, el resultado de la farsa crimeana es indiscutibles. Aplastante mayoría la que desea volver a un Rusia a la que ha pertenecido desde hace varios siglos, y desprecio total hacia el poder establecido en Kiev, aparente regente de Ucrania, que hace tiempo que perdió el control sobre esta península del Mar Negro. Con una hábil combinación de presión popular e intimidación militar, Putin ha logrado su objetivo de desgajar Crimea de Ucrania, garantizándose el control absoluto del territorio en el que se asienta su flota y logran do el éxtasis entre los rusos, crimeos o no, por todo lo que este episodio ha supuesto de defensa de sus valores, identidad e integridad. Putin sale, de puertas de Rusia para dentro, muy reforzado, convertido en el nuevo esposo de la madre Rusia, el líder que puede llevar a los rusos a recuperar una posición prevalente en el mundo, a volver a ser respetados, y no ridiculizados. Un éxito. La pregunta de fondo tras lo sucedido es si Putin se va a conformar con Crimea, y o va a extender esta forma de operar a parte del territorio continental ucranaiano, donde se asientan ciudades con Donetsk, de amplia presencia y cultura rusa. Visto lo barato y relativamente sencillo que le ha salido el juego de Crimea, no es descartable que tras comerse este peón Putin siga jugando al ajedrez en busca de otras piezas. Las mismas excusas, basadas en la seguridad de los habitantes y hablantes rusos, pueden ser esgrimidas en ciudades y territorios de una Ucrania en la que el gobierno de Kiev cada vez parece tener un menor control. Pareciera por un momento que la caída de Crimea, pese a las alaracas diplomáticas, es algo asumido por parte de la comunidad internacional. Antes fue rusa… dejemos que vuelva a serlo y olvidémonos de esto, parece ser el sentimiento dominante, considerando los costes y beneficios de una lucha contra Rusia en todos los frentes imaginables, menos el militar. Por ello existe la posibilidad de que esta crisis, grave y seria, haya visto su punto culminante, y a partir de ahora entre en un periodo de estancamiento y, posteriormente, apaciguamiento. Pero obviamente también puede no ser así. Sin tener en cuenta lo que pase en la propia Crimea, donde minorías como los tártaros, de religión musulmana, temen como un nublado la vuelta del poder ruso, está en manos del propio Putin el que las cosas no vayan a más, renunciando a desestabilizar las áreas del este de Ucrania que antes comentaba. Si opta por seguir tensando la cuerda y anexionarse territorios continentales, bien para su provecho, bien como marca o frontera de intereses de Moscú, el enfrentamiento cada vez será más difícil de evitar, no tanto contra occidente, que no desea ir a una guerra por Ucrania, sino contra los restos radicalizados de un estado ucraniano que se vería abocado a luchar si no quiere desaparecer del todo, engullido por las fauces del oso ruso. Por ello es vital seguir lo que allí pase y muy arriesgado, y con gran riesgo de equivocación, el plantear escenarios posibles o futuribles. Ahora mismo todo es posible.

Y la Unión Europea… amenaza con sancionar a algunos funcionarios rusos y no dejarles entrar en territorio UE. La verdad es que cuando las cosas se ponen feas la debilidad de la UE, dados sus intereses económicos y la falta de fuerza militar que los respalde, es pavorosa. Mucho estudiar sanciones y declaraciones de condena, pero mes a mes los países europeos pagan la factura de un gas del que dependen y no parecen desear encontrar alternativas, cosa que realmente haría daño a Putin, y Gazprom, el monopolio gasístico ruso controlado desde el Kremlin, sigue patrocinando la liga europea de fútbol, esa cosa llamada “la champions”. Si esta semana  ustedes ven alguno de los partidos de esa competición y el logotipo de la G con la llama sigue apareciendo podrán calibrar de manera muy efectiva la intensidad de las sanciones que se dictan desde Bruselas.

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