Hace unos días hablábamos de un
descubrimiento cosmológico de alcance que confirmaba la teoría del Big Bang y
su desarrollo inflacionario. Hoy las portadas de los medios se llenan de
adjetivos para calificar otro descubrimiento, en otro campo de la ciencia tan
diferente como la biología genética, que puede suponer en sí mismo un Big Bang
en lo que hace al desarrollo futuro de estas ciencias. Nuevamente me va a tocar
explicarlo un poco, en breve, a lo bruto, y cometiendo errores que espero si
los lee un experto en la materia no le escandalicen en exceso.
Supongo que ustedes ya saben lo
que es el ADN de nuestras células, esa escalera de caracol formada por dos
hebras que se enroscan y contiene la información que nos configura como sujeto
vivo. Todos los seres vivos que nos basamos en células eucariotas, las
normales, por así llamarlas, somos iguales. Puede sonarles raro, pero así es.
El mosquito que le molesta a media mañana, los árboles del parque sito junto a
su casa o su jefe, querido u odiado, somos entes compuestos por proteínas y
sintetizados gracias a la información contenida en el ADN de nuestras células.
Ese ADN es el libro de instrucciones que define cómo va a ser la célula del
cuerpo, y todas las células del cuerpo poseen la secuencia de ADN íntegra para
generar no sólo esa célula en concreto, sino el cuerpo en su totalidad. El ADN
se organiza en los llamados cromosomas, fragmentos de la cadena que contienen
instrucciones concretas, estructurados en parejas, que son algo así como su una
enciclopedia de ciencias la dividimos en tomos, uno dedicado a la física, otro
a la química, otro a la biología, etc. En los humanos son 42 los pares de
cromosomas, y todas nuestras células contienen esos 42 pares. ¿Todas? No, hay
dos que sólo tienen la mitad, los espermatozoides masculinos y los ovarios femeninos,
de ahí que la unión de esas dos células genere un ser humano, definido por la
información contenida en esos 42 pares. La información está escrita en el ADN
en forma de secuencia de bases, moléculas especiales, que se denominan por sus
iniciales, AGCT, de tal manera que la A siempre se engancha a la T y la G a la
C. Siempre. En las células, asociados a los cromosomas, ahí por así llamarlos,
dos máquinas biológicas muy importantes. Una se encarga de copiar esa secuencia
de ADN en un proceso denominado mitosis,
previo a la división celular, para que cuando surjan dos células de donde sólo había
una ambas tengan la misma información y, por tanto, pertenezcan al mismo
individuo. El proceso es simple, la hebra de ADN se desenrosca, como el abrir
de una cremallera, las bases quedan asiladas unas de otras y “buscan” bases
libres que las complementen. Como la secuencia siempre es A con T y C con G, al
cremallera abierta se va cerrando creando dos cremalleras idénticas. La otra máquina
biológica es la que, con la información contenida en el ADN, elabora proteínas,
que son los ladrillos que nos construyen como cuerpo. En las hebras de ADN las
bases se ordenan siguiendo una secuencia, por ejemplo ATTAGACGTAAGGCA y ciertos
fragmentos de esa secuencia, leídos de tres en tres letras, sirven para
construir las proteínas. Esas máquinas biológicas “leen” esas secuencias y
fabrican las proteínas. Por ello, cada individuo y especie se resume, muy en el
fondo, en miles, millones de ATGC que siguen una secuencia determinada. Los
libros de esa enciclopedia que comentábamos al principio contienen instrucciones
para fabricar un organismo, y están escritos no en español o en inglés, sino en
“ATGCano” el lenguaje genético. Secuenciar esa cadena de letras definitoria
para cada especie, saber cómo leerla e identificar cuáles son las páginas que
definen cómo crear cada una de las proteínas que conforman nuestros cuerpos es saber
cómo crear una especie, es conocer cómo fabricar una entidad biológica. Tremendo.
Entonces, ¿qué es lo que han conseguido estos
investigadores? Algo alucinante. En
un laboratorio han sintetizado, creado de manera artificial, un cromosoma de
una célula de levadura, más pequeña y simple que una de las nuestra, pero
que funciona exactamente igual. El cromosoma original, compuesto por más de
300.000 pares de bases, secuencias de las letras ATGC, ha sido reemplazado por
ese cromosoma artificial, que se ha construido con algo menos de letras, unas
270.000. Y
una vez puesto el nuevo cromosoma en la célula, la maquinaria biológica se ha
puesto en marcha y… funciona!!! Se replica como el natural, y genera proteínas
como el natural.. pero NO ES el natural. En pocas palabras. Esa
célula de levadura es otra especie de levadura distinta al resto, la primera creada
en laboratorio. Algo alucinante.
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