viernes, marzo 28, 2014

La biología y la genética rompen otra barrera


Hace unos días hablábamos de un descubrimiento cosmológico de alcance que confirmaba la teoría del Big Bang y su desarrollo inflacionario. Hoy las portadas de los medios se llenan de adjetivos para calificar otro descubrimiento, en otro campo de la ciencia tan diferente como la biología genética, que puede suponer en sí mismo un Big Bang en lo que hace al desarrollo futuro de estas ciencias. Nuevamente me va a tocar explicarlo un poco, en breve, a lo bruto, y cometiendo errores que espero si los lee un experto en la materia no le escandalicen en exceso.

Supongo que ustedes ya saben lo que es el ADN de nuestras células, esa escalera de caracol formada por dos hebras que se enroscan y contiene la información que nos configura como sujeto vivo. Todos los seres vivos que nos basamos en células eucariotas, las normales, por así llamarlas, somos iguales. Puede sonarles raro, pero así es. El mosquito que le molesta a media mañana, los árboles del parque sito junto a su casa o su jefe, querido u odiado, somos entes compuestos por proteínas y sintetizados gracias a la información contenida en el ADN de nuestras células. Ese ADN es el libro de instrucciones que define cómo va a ser la célula del cuerpo, y todas las células del cuerpo poseen la secuencia de ADN íntegra para generar no sólo esa célula en concreto, sino el cuerpo en su totalidad. El ADN se organiza en los llamados cromosomas, fragmentos de la cadena que contienen instrucciones concretas, estructurados en parejas, que son algo así como su una enciclopedia de ciencias la dividimos en tomos, uno dedicado a la física, otro a la química, otro a la biología, etc. En los humanos son 42 los pares de cromosomas, y todas nuestras células contienen esos 42 pares. ¿Todas? No, hay dos que sólo tienen la mitad, los espermatozoides masculinos y los ovarios femeninos, de ahí que la unión de esas dos células genere un ser humano, definido por la información contenida en esos 42 pares. La información está escrita en el ADN en forma de secuencia de bases, moléculas especiales, que se denominan por sus iniciales, AGCT, de tal manera que la A siempre se engancha a la T y la G a la C. Siempre. En las células, asociados a los cromosomas, ahí por así llamarlos, dos máquinas biológicas muy importantes. Una se encarga de copiar esa secuencia de ADN en un proceso denominado  mitosis, previo a la división celular, para que cuando surjan dos células de donde sólo había una ambas tengan la misma información y, por tanto, pertenezcan al mismo individuo. El proceso es simple, la hebra de ADN se desenrosca, como el abrir de una cremallera, las bases quedan asiladas unas de otras y “buscan” bases libres que las complementen. Como la secuencia siempre es A con T y C con G, al cremallera abierta se va cerrando creando dos cremalleras idénticas. La otra máquina biológica es la que, con la información contenida en el ADN, elabora proteínas, que son los ladrillos que nos construyen como cuerpo. En las hebras de ADN las bases se ordenan siguiendo una secuencia, por ejemplo ATTAGACGTAAGGCA y ciertos fragmentos de esa secuencia, leídos de tres en tres letras, sirven para construir las proteínas. Esas máquinas biológicas “leen” esas secuencias y fabrican las proteínas. Por ello, cada individuo y especie se resume, muy en el fondo, en miles, millones de ATGC que siguen una secuencia determinada. Los libros de esa enciclopedia que comentábamos al principio contienen instrucciones para fabricar un organismo, y están escritos no en español o en inglés, sino en “ATGCano” el lenguaje genético. Secuenciar esa cadena de letras definitoria para cada especie, saber cómo leerla e identificar cuáles son las páginas que definen cómo crear cada una de las proteínas que conforman nuestros cuerpos es saber cómo crear una especie, es conocer cómo fabricar una entidad biológica. Tremendo.

Entonces, ¿qué es lo que han conseguido estos investigadores? Algo alucinante. En un laboratorio han sintetizado, creado de manera artificial, un cromosoma de una célula de levadura, más pequeña y simple que una de las nuestra, pero que funciona exactamente igual. El cromosoma original, compuesto por más de 300.000 pares de bases, secuencias de las letras ATGC, ha sido reemplazado por ese cromosoma artificial, que se ha construido con algo menos de letras, unas 270.000. Y una vez puesto el nuevo cromosoma en la célula, la maquinaria biológica se ha puesto en marcha y… funciona!!! Se replica como el natural, y genera proteínas como el natural.. pero NO ES el natural. En pocas palabras. Esa célula de levadura es otra especie de levadura distinta al resto, la primera creada en laboratorio. Algo alucinante.

No hay comentarios: