miércoles, marzo 12, 2014

Un avión ha desaparecido y nadie sabe cómo ha sido


Si recuerdan hace un par de años terminó una serie televisiva llamada Perdidos, Lost en su versión original, en la que los protagonistas eran los pasajeros de un avión comercial que sufre un accidente y acaba estrellándose en una isla desierta. Los supervivientes de la catástrofe forman un grupo variopinto de caracteres que deben amoldarse a una nueva vida en un entorno que cada vez resulta más misterioso, menos desierto por así decirlo. A medida que avanzaban las temporadas los guionistas empezaron a quedarse sin argumentos y decidieron volver locos a todos los espectadores, y al final los perdidos eran quienes se sentaban delante del televisor.

Estos días vivimos en la realidad el inicio de esta serie, al menos en lo que hace a la premisa inicial de un avión desaparecido, del que se ha perdido todo rastro y del que nada se encuentra. El vuelo MH730 de Malaysian Airlines despegó el Sábado por la tarde hora de España del aeropuerto de Kuala Lumpur rumbo a Pekín, con un pasaje mayoritariamente compuesto por ciudadanos chinos. Una hora después del despegue se perdió el contacto con la aeronave… y hasta hoy. Ni balizas, ni registros, ni señales de ningún tipo. Los equipos que rastrean las aguas del estrecho de Malaka y zonas aledañas, no muy profundas, no han encontrado rastro alguno y no se sabe a ciencia cierta qué es lo que ha podido pasar. De hecho se sabe tan poco que todo son especulaciones. La presencia de dos ciudadanos que portaban pasaportes falsos hizo que la hipótesis del atentado fuera muy fuerte al principio, pero se ha ido desinflando a medida que pasan las horas y que no hay reivindicaciones de ningún tipo, más allá de la emitida por un desconocido grupo chino al que los expertos no atribuyen mucha credibilidad. Ayer se supo que el avión se desvió de su ruta y durante un tiempo voló a menor altitud y con rumbo desconocido ¿Por qué? ¿Hubo algún problema técnico que impedía seguir la trayectoria prevista y el piloto optó por alterar el rumbo en busca de un refugio seguro? Y de ser así, ¿por qué no se lo comunicó a ninguna torre o emitió señales al respecto? La denuncia de múltiples familiares de los pasajeros de que los móviles de sus allegados seguían dando señal varias horas después de la desaparición del avión ha añadido un punto de misterio aún más elevado. Si eso es cierto, se podría triangular la señal e identificar en qué punto se encontraban esos móviles en ese momento, y así obtener pistas de por dónde se situaba el avión. Es fácil deducir que de haberse estrellado en el mar los móviles no funcionarían, salvo casualidades muy extrañas, pero también sorprende que terminales como los que usamos en el día a día, que no acceden a sistemas de señales por satélite, tengan cobertura en medio de un vuelo de medio recorrido, alejados de antenas, torres y postes de repetición. También se ha vinculado lo que haya podido suceder en este caso con el accidente del avión de Air France que tuvo lugar hace dos años en el Atlántico, en un trayecto Río París, pero las similitudes son escasas. En aquel caso las condiciones meteorológicas eran bastante malas, y el avión dio señal de avería, de alarma, antes de perderse el contacto. Avisó, por tanto, de la existencia de un error, y luego se predió y acabó bajo las infinitas aguas del Atlántico. En aquel caso lo complejo fue determinar las causas del fallo, debidas a una combinación de errores en la instrumentación, el ordenador de a bordo y en las decisiones de los pilotos en medio de una tormenta. Pero el avión no se esfumó. Se estrelló, sí, pero no desapareció.

Por lo tanto, el misterio del avión malayo, a cinco días de su pérdida, es cada vez más confuso y oscuro. El que las autoridades chinas estén en medio de la investigación no contribuye, precisamente, a darle luz a las cosas, pero es obvio que algo ha pasado ahí que está dejando sorprendidos a casi todos los que están metidos en el caso. Un avión no es un anillo, y no puede perderse así como así. Barcos y personal de unos diez países, incluidos efectivos de la VII flota del pacífico de los EEUU, rastrean aguas costeras e internacionales a la búsqueda de restos o pistas, pero por ahora no aparece nada. Y obviamente la desesperación de los familiares crece, abocados cada vez más a dar por cierta la muerte de sus seres queridos, pero con dos preguntas que por ahora, nadie responde. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están?

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