Pudiera pensarse que el tema que
ha suscitado la atención global es el debate sobre la consulta soberanistas de
Cataluña, o el avance del Ébola en Centroáfrica, o el atentado que ayer mató a
más de veinte personas en un mercado en Pakistán, o los graves disturbios de
las facciones prorusas que tratan de hacerse con el poder en el este de
Ucrania, o incluso, para algunos pocos, los éxitos o fracasos de sus equipos
deportivos en esas competiciones de guasa en las que se juegan el todo por el
todo. Sí, hay muchos acontecimientos en la actualidad que pudieran ser el
centro de la atención de todo el mundo.
Pero no ha sido ninguno de todos
ellos, no. Lo que ha revolucionado a todo el mundo ha sido el estreno de la
cuarta temporada de Juego de Tronos, la serie televisiva basada en los libros de
George R.R. Martin. El Lunes por la noche en horario de la costa Este de EEUU,
la HBO, esa cadena que se ha hecho universalmente conocida por la calidad de
las series que financia y emite, dio a conocer el primer capítulo de los diez
que van a componer esta nueva temporada, en la que se va a seguir el argumento
que se expone más o menos, en la segunda parte del tercero de los libros de la
saga, titulado “Tormenta de Espadas”. Millones de fieles seguidores, casi
fanáticos de la saga, esperaron expectantes ante el televisor, tablet, o
cualquier otro dispositivo dotado de pantalla, para ver como los Stark,
Lannister, Tyrrelj, Targayren y demás apellidos que determinan las casas
protagonistas siguen su encarnizada lucha por el poder de Poniente, y ya de
paso de las ciudades libres de Oriente. A la vez, millones de internautas
empezaron a grabar y almacenar el episodio para compartirlo, y en apenas un par
de días más de un millón de descargas ilegales se han realizado de dicho
capítulo, por lo que se ha batido el record de ser el episodio televisivo más
pirateado de la historia. En su emisión norteamericana la audiencia fue
magnífica, igualando prácticamente la que alcanzó el último capítulo de Los
Soprano, la serie que elevó la HBO al pedestal de los consagrados y la que, a
lo largo de sus temporadas, supuso el estandarte de la renovación televisiva,
que ha convertido a la serie en un producto de culto y calidad que, en muchas
ocasiones, supera con creces al cine. Seguro que ustedes conocen a algún fanático
de Juego de Tronos, alguien que se ha devorado los libros, que se ve los capítulos
nada más ser estrenados, que no puede aguantar la espera y que, sabiendo o no
lo que pasa en las tramas, mataría con la ira propia de un dragón a todo aquel
que le reventase algún detalle o le contara algo en particular que en la versión
televisiva sea novedosa o diferente respecto a los libros. En este sentido
Juego de Tronos es una serie muy peligrosa, dada la elevada mortalidad que
aflige a los personajes, ay sean principales o secundarios. Resulta complicado
cogerle cariño a alguno de ellos, sabiendo el gusto retorcido que tiene el
autor por degollarlos, ensartarlos en una pica o, simplemente, destruirlos. Esa
incertidumbre, que parece estar grabada a fuego en la mente de los personajes,
hace que cada uno de ellos viva cada día de su vida como si fuera el último,
con la mayor intensidad posible, jugándose el todo por el todo en cada momento,
arriesgando mucho, cometiendo errores y dándolo todo por lograr al ansiado
poder, para luego perderlos a veces tan deprisa como ha sido alcanzado. Quizás
sea esa una de las causas que vuelven loca a la audiencia, la sinceridad de los
personajes, su entrega total, y el aura de sacrificados que todos ellos pueden
tener. Nadie es intocable en Poniente, todos pueden morir en cualquier momento.
En este sentido la serie, que tiene componentes
fantásticos como los dragones, los caminantes blancos o la magia valyria, es
muy realista. Representa la lucha que día a día vemos en nuestras vidas por el
poder, el dinero, el sexo y la influencia, pero eso sí, sin cortapisas ni límites
morales de ningún tipo. Suelo decir que en la trama hay personajes malvados y luego
otros peores, pero que bueno bueno, lo que se dice bueno, no los hay. Algunos
opinan que es una mezcla entre El Señor de los Anillos, Los Soprano y una peli
porno, y algo hay de todo ello, pero es innegable la calidad de su producción,
el inmenso trabajo que hacen los actores y que, como no, uno se lo pasa en
grande leyendo los libros y viendo la serie. Y
como la cosa va bien, seguirá al menos dos temporadas más. Disfrutémoslo.
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