martes, abril 01, 2014

Hollande ante su gran derrota


La segunda vuelta de las elecciones municipales francesas aportó pocas novedades respecto a la primera, y consolidó el giro que experimenta el país vecino hacia la derecha, otorgando a la UMP, el partido en el que milita Sarkozy, una gran victoria en la mayoría de municipios galos, concediendo al Frente Nacional de LePen algunas alcaldías, en su primer intento de acceso al poder municipal francés, y propinando un duro castigo al Partido Socialista, que puede ver con alivio como conserva el control de París en la figura de la gaditana de origen Anne Hidalgo, pero que a cambio pierde casi todo su poder local. Ha sido el claro y rotundo perdedor de las elecciones.

Hollande, la figura a la que los franceses han golpeado con cada voto que a su partido han negado o a la oposición han brindado, sale muy debilitado, aún más, tras estas elecciones. Con dos años de mandato a cumplir en Mayo, con tres años aún por delante, y con unos índices de popularidad que apenas alcanzan el 20%, su presidencia de momento se puede calificar de rotundo fracaso. La economía gala no acaba de arrancar, las tasas de paro suben lenta y constantemente, la indecisión al frente del gobierno es constante y por lo que más conocen los franceses, y el resto del mundo, a su presidente, es por sus escándalos de cama y líos de faldas. El balance es pobre de solemnidad. Tratando de enderezar esta situación, Hollande decidió ayer cambiar todo su gobierno, empezando por la figura del Primer Ministro, nombrando a Manuel Valls, de origen catalán, ya hasta ahora Ministro de Interior, como nuevo responsable de la máxima gestión política francesa. Valls es mucho más popular y querido que Hollande, entre los suyos y los de enfrente. Con un talante moderno y algo hiperactivo, su gestión en interior ha estado marcada por su dureza frente a la inmigración, queriendo así atraerse algunos votos que ahora mismo son feudo de una extrema derecha muy pujante en Francia, y perdiendo a cambio los de una izquierda radical que, en principio, apoyó en las presidenciales al PS. Controvertido, amante de la polémica y con magnetismo, Valls es la estrella ascendente de un socialismo ligero, sin carga ideológica, pragmático, y que mira mucho más al votante de centro que al de la izquierda. Con su nombramiento Hollande vira completamente su discurso político, que hasta ahora estaba amucho más centrado en los mensajes de la izquierda clásica, mientras que su dudosa y débil actuación no era ni de izquierdas ni de derechas. Valls puede aportar la dosis de pragmatismo necesario para que Hollande y el PS sobrevivan a la tormenta perfecta que el centro derecha galo y, sobre todo, la extrema derecha de Le Pen, amenazan con desencadenar para acabar con el poder del PS. Pero este nombramiento también tiene una lectura interna para el propio PS y la figura de Hollande. En las filas socialistas francesas Valls no es muy bien visto por muchos, dada su gestión en interior, a la que muchos acusan de derechista, y es probable que en el día a día asita a una creciente división dentro del partido entre socialistas “Vallistas” y clásicos, que le hagan la vida cada vez más imposible. Para Hollande nombrarle como segundo puede ser peligroso porque, siendo como es y más popular que él, una gestión exitosa puede catapultarle a una campaña presidencial propia, acabando por mandar a Hollande al cuarto de los juguetes rotos, pero también existe la opinión de que Hollande le ha hecho a Valls un regalo muy envenenado, ofreciéndole el cáliz del poder en un momento en el que de esa copa sólo se puede esperar sufrimiento y martirio. Siendo cínicos, y dado que Valls es el mayor rival que tiene Hollande en sus filas, qué mejor que promocionarle para que se achicharre en el día a día de la gestión de una Francia sumida en enormes problemas políticos y económicos. Si todo golpe y protesta que reciba Valls a partir de ahora serán golpes que elude el propio Hollande. Retorcida, sí, pero bastante plausible idea, que habrá que ver cómo se desarrolla en el tiempo.

Lo que estas municipales también revelan, aunque en menor medida de lo real, es el cada vez más imparable ascenso del Frente Nacional de Marine Le Pen, que amenaza con convertirse en la fuerza más votada en unas elecciones generales en Francia. Con candidaturas en poco más de la décima parte de los municipios, Le Pen ha logrado un éxito en votos, y ya se prepara para unas elecciones europeas, las del 25 de Mayo, que pudieran convertirse en su primer triunfo nacional. El movimiento de nombrar a Valls también trata de frenar al Frente Nacional, pero está por ver que lo logre. Marine es la figura ascendente de la política francesa, y sólo este hecho muestra hasta qué punto Francia se encuentra sumida en una crisis de grandes dimensiones, no sólo económica, y muy compleja solución.

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