La capacidad de procesamiento de
los ordenadores no deja de aumentar, a la par que se reduce su dimensión física,
y hoy en día casi todos llevamos en la mano un ordenador, que aunque lo
llamemos teléfono, es usado para casi todo menos para llamar. Este progreso es
una de las manifestaciones más espectaculares de la Ley de Moore, que fue
propuesta en los años sesenta, y que viene a decir que el número de
transistores que por unidad de superficie en un ordenador, y por tanto su
capacidad de procesamiento, se duplicaría cada dieciocho mees. Y así viene
sucediendo desde entonces. Y el progreso no cesa.
Esto hace que los ordenadores
sean capaces cada vez más de realizar tareas no ya repetitivas, que es para lo
que siempre se han usado (son muy buenos haciendo iteraciones a toda velocidad)
sino labores complejas, que siempre han sido incapaces de llevar a cabo. Estos
pasados días se ha hablado mucho de los coches que conducen solos, lo que sería
una revolución en nuestro modo de entender la movilidad y las ciudades, y que
muestra sobre todo hasta qué punto los programas de software empiezan a ser
capaces de reconocer patrones de comportamiento reales y ofrecer respuestas a
los mismos, mediante la toma de decisiones. Si un coche entra en la carretera
debe saber ir por su carril, obviamente, pero sobre todo debe ser capaz de
interpretar la información que le llega desde todos los puntos y actuar en
consecuencia, frenando, acelerando o cambiando de dirección llegado el caso.
Parece algo muy futurista, pero cada vez está más cerca. Pues bien, ayer
se dio un nuevo paso en este sentido al hacerse pública la noticia de que un
ordenador ha superado, por primera vez que se sepa, el llamado test de Turing,
que toma su nombre d matemático Alang Turing, un genio absoluto, que fue
decisivo para que el equipo inglés asentado en Bletchley Park desarrollara la
tecnología necesaria para decodificar las claves cifradas de los nazis en la
Segunda Guerra Mundial, logrando romper las contraseñas de las máquinas Enigma
y permitiendo a los aliados adelantarse a muchas de las operaciones que, en
secreto, planificaba el ejército de Hitler. La historia de Turing es apasionante
y su final, desgraciado, dado que se suicidó en medio de la depresión provocada
por el tratamiento químico que se le impuso para eliminarle su homosexualidad
(sí, sí, como suena). Turing fue uno de los padres de la programación tal y
como la entendemos hoy y el desarrollo de la informática, y entre sus muchas
aportaciones está la del test que tiene su nombre, que trata de medir hasta qué
punto un software artificial es inteligente o no. Como la mera medida de la
inteligencia es una nebulosa en la que nadie se pone de acuerdo, Turing se salió
por la tangente y determinó que un software será inteligente si nos lo parece
ser. La idea se basa en entablar, mediante el teclado, una conversación con el
software, y el test dice que si los humanos que interactúan con él no son
capaces de distinguir si quien les responde es una persona o no, el software
superará el test y será inteligente. Así, o bien hay un humano suplantando al
ordenador al otro lado (que es inteligente) o un ordenador haciéndose pasar por
humano (que demuestra inteligencia) y por tanto, el interlocutor, a la fuerza,
debe ser inteligente. Que se sepa nunca una máquina ha podido superar una
prueba similar, y desde luego los asistentes de voz que a veces acompañan a
posicionadores o smartphones están muy lejos de lograrlo, por poner un ejemplo
de softwares de este tipo que puedan resultarles familiares al querido lector.
En la noticia que nos ocupa, el software se
llama “Eugene” y ha sido desarrollado por informáticos de San Petersburgo, y ha
sido capaz de emular una conversación equivalente a la que desarrollaría un
niño de trece años. Dado que el test se basa en la percepción que tiene la
parte humana de cómo le responde la máquina, y que esa percepción siempre es
relativa, la precisión del mismo es, por definición, escasa y muy subjetiva,
pero el que por primera vez se haya logrado un consenso sobre que se ha
superado la prueba es un hito en el campo de la informática y la llamada
inteligencia artificial, y nueva prueba de que el desarrollo de estos campos
cada vez adquiere una velocidad mayor y, aparentemente, carece de límites.
Apasionante
3 comentarios:
Pues no es oro todo lo que reluce.
Conviene leer: http://www.microsiervos.com/archivo/ordenadores/no-eugene-goostman-no-es-un-bot-inteligente.html
Saludos
Y esto también:
No, A 'Supercomputer' Did NOT Pass The Turing Test For The First Time And Everyone Should Know Better
https://www.techdirt.com/articles/20140609/07284327524/no-computer-did-not-pass-turing-test-first-time-everyone-should-know-better.shtml
Lo vi por la tarde, y sí, parece que no todo está tan claro. Muchas gracias, maestro!!!!
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