Una de las señales que distinguen
realmente a los días importantes de la historia respecto a los demás es que,
pasados los años, cuando los acontecimientos que se produjeron en esas fechas
surgen en las tertulias o conversaciones, nos preguntamos unos a otros dónde
estábamos el día en el que pasó eso, cómo nos enteramos de la noticia, cómo nos
pilló y de qué manera la digerimos. El Golpe de Tejero, el 11S, el 11M son
momentos en los que se, al recordarlos, se hacen referencia tanto a los sucesos
que bajo ellos se esconden como a las vivencias personales de cada uno en ese
día, independientemente de que nos pillará el evento o no.
Dentro
de unos años nos preguntaremos: ¿Y tú, qué hacías el día en el que abdicó Juan
Carlos I? ¿Cómo te enteraste? ¿Qué comentarios hubo en la oficina, en el
trabajo, en la calle, en el café de esa jornada? A mi me cogió ayer en Elorrio,
completamente de sorpresa y al poco de llegar del dentista, al que había
acudido para que me revisase una muela que, intermitentemente, molesta y que al
final del mes será dormida para siempre, previo pago de una onerosa cantidad,
claro está. Volví a casa y me comentó mi madre que Rajoy había convocado una
comparecencia institucional urgente en Moncloa a las 10:30. Raro raro. Lo
primero que pensé es en una crisis de gobierno, dados los resultados de las
elecciones europeas y la necesidad imperiosa que tiene de dar un impulso al
gobierno en este tramo final de legislatura, pero al entrar en twitter y ver
que muchas fuentes oficiales descartaban expresamente la crisis me entraron
dudas. Pocos minutos antes de la hora fijada la
web de elconfidencial se lanzaba en tromba anunciando que Rajoy iba a
anunciar la abdicación del Rey, y eso sí que me sorprendió. Era un tema que,
desde la explosión del caso Noos y el incidente de caza de Botsuana, por
llamarlo de una manera, salía cada cierto tiempo al debate público, pero se
acallaba rápidamente, sin que fuera más allá. Precisamente Jose Antonio
Zarzalejos, periodista bien informado y que trabaja en el citado medio web,
llevaba ya más de un año defendiendo la idea de que el Rey debía abdicar,
asegurando incluso que era un tema que el mismo monarca ya había hablado en
alguna ocasión con allegados suyos y la presidencia del gobierno. Cada vez que
Zarzalejos escribía en estos términos recibía grandes críticas de todos los
bandos posibles, y el tema no iba más allá. Sin embargo, al oír a Rajoy
resultaba claro que la renuncia era un asunto meditado y que, a lo largo de
estos últimos meses se había trabajado sin descanso en él. De hecho hoy un
Consejo de Ministros extraordinario aprueba el Real Decreto de Ley Orgánica de
la sucesión de la corona, que nunca se quiso hacer antes de ayer y que hoy es
necesario, pero que ha sido redactado a lo largo de estas últimas semanas para
poder aprobarlo a la mayor celeridad posible en las Cortes y que se pueda
proceder al relevo de manera reglada, constitucional y coherente. Tras acabar
Rajoy su discurso la bomba informativa había explotado, los periodistas, de
Lunes por la mañana, tras la vuelta de un fin de semana que hubiera sido más o
menos intenso, se encontraban con una de esas noticas que lo rompen todo, que
desmontan la actualidad y que exigen plena dedicación. Los documentalistas
empezaron a sudar tinta, rescatando de los archivos todo lo que hubiera, que es
mucho, de la vida pública del Rey, la gente empezó a asimilar la noticia en
medio de la sorpresa, y las redes sociales bulleron como casi nunca, en una
mezcla de asombro, cachondeo y trascendencia que resultaba de lo más curiosa.
A lo largo del día la información ha sido
apabullante sobre el tema, y es que lo debe ser, porque no abdica un Rey en
España desde hace unos tres siglos, más o menos, y el legado del reinado de
Juan Carlos I es tan enorme, tanto por su significado y acción como por la dimensión
temporal del mismo, casi cuarenta años, que la labor de hacer balance requerirá
muchas décadas, en las que se ponderará lo mucho bueno hecho y los errores
cometidos, que de todo hay. El saldo es, a mi juicio, evidentemente favorable
para el país, y ahora empieza otra etapa, que será distinta a lo vivido, porque
nada puede ser igual a lo pasado. Cambia la jefatura del estado, pero el país
sigue estando en las mismas manos de siempre. Las nuestras.Las de todos.
1 comentario:
En mi opinión el país sigue y seguirá estando en las manos de los banqueros, en especial Botín.
Con ese apellido su destino estaba marcado.
Publicar un comentario