lunes, junio 23, 2014

Una Reforma fiscal para ganar las elecciones


Este viernes el gobierno presentó en el Consejo de Ministros las líneas básicas de su anunciada reforma fiscal, un intento de suavizar el alza de impuestos que se tomó al principio de la legislatura, y que promete ser el caballo de batalla de la gestión del ejecutivo en lo que queda de mandato. Montoro anunció algunas de las características de esta reforma, esencialmente cuánto bajan los impuestos para según que tramos de renta, pero hoy se darán más detalles, referidos a aspectos tan importantes como desgravaciones, exenciones, tratamiento de algunos productos o negocios concretos, etc.

Este es un asunto sumamente complejo en el que los discursos simplistas naufragan. El mensaje del gobierno es que los impuestos bajan para todo el mundo, y el de la oposición es que sólo lo hacen para las rentas altas, y el de Bruselas es que no le gusta porque el objetivo de déficit es prioritario. La realidad será diversa, cada uno tendrá que hacer sus cuentas en función de lo que gane, ingrese y tenga, y ver en qué cuantía le afecta, y si tras la reforma vuelve al escenario de Noviembre de 2011, momento de la victoria del PP, o se queda en un punto intermedio, sin que esta bajada compense la subida que se produjo tras la llegada de los populares al poder. Lo que no tiene mucha discusión es el argumento electoral que tiene en bandeja el PP con esta reforma para tratar de recuperar el voto perdido y calentar a sus bases de cara a la multicampaña electoral de 2015, que a mi entender ya ha comenzado. El electorado clásico del PP sintió la subida de impuestos de 2011 y 2012 como una estafa, un engaño a sus ideales, una traición por parte de un gobierno que enarboló un discurso de recuperación rápida y que, al llegar al poder, se dio cuenta de que la situación era tan grave como muchos advertíamos, y no se nos hizo caso. Esa sensación de traición está detrás de la desafección con la que las encuestas castigan día sí y día también a Rajoy y su equipo, y explican gran parte de los más de dos millones de votos perdidos por la formación popular en las pasadas elecciones europeas, que iban a ser intrascendentes y han resultado ser determinantes. El mensaje de la recuperación y la bajada de impuestos, por tanto, será un mantra que desde hoy repetirán todos los cargos y líderes del PP en cada acto y entrevista, aunque el tema del que se trate no tenga nada que ver con ello. ¿Funcionará? No lo se. En un juego a una sola carta la apuesta es de doble o nada, y el riesgo es muy elevado. Probablemente la táctica sea que, en ausencia de seísmos económicos en los próximos meses (que me temo que los habrá) el gobierno haga el mayor recorte posible no tanto en tramos impositivos como en retenciones, de tal manera que el ciudadano note rápidamente que entra más dinero a su bolsillo, sin que tenga que esperar a realizar la declaración de la renta de 2015, que en muchos casos tendrá lugar después de las determinantes elecciones municipales y autonómicas de Mayo. Eso, combinado con una buena campaña de imagen, puede hacer recuperar algo del voto perdido. Así mismo se van a intensificar los gestos con autónomos y PYMES, para que voten, mediante bajadas en sus cotizaciones sociales y disminución de otras cargas fiscales. Todo esta inyección de dinero en el bolsillo de los contribuyentes puede, en condiciones normales, aumentar más el crecimiento económico y, con él, la recaudación, que el incremento del déficit generado por la bajada de impuestos (la curva de Laffer en acción) pero no estamos en condiciones normales, y me da que el efecto conjunto será un aumento del nivel de déficit, aunque es sólo una sensación personal, no tengo datos para soportar mi argumento.

En todo caso a Bruselas no le gusta mucho la música de esta reforma, en la que sólo suena lo de la bajada de impuestos, y exige revisarla y, con el objetivo de déficit por encima de todo, enmendarla si cree que no es adecuada. Lo que me da más pena es que se pierde otra oportunidad de hacer una reforma fiscal de verdad, modificando en profundidad el sistema de impuestos, que se ha quedado obsoleto y que sólo afecta realmente a los asalariados con nómina, que pagamos mucho y siempre. Lo que se vende como reforma es un apaño con vistas al corto plazo, y está por ver qué efectos netos tendrá en la economía, en el bolsillo de cada uno y en los resultados electorales.

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