Este viernes el gobierno presentó
en el Consejo de Ministros las líneas básicas de su anunciada reforma fiscal,
un intento de suavizar el alza de impuestos que se tomó al principio de la
legislatura, y que promete ser el caballo de batalla de la gestión del
ejecutivo en lo que queda de mandato. Montoro anunció algunas
de las características de esta reforma, esencialmente cuánto bajan los
impuestos para según que tramos de renta, pero hoy se darán más detalles,
referidos a aspectos tan importantes como desgravaciones, exenciones,
tratamiento de algunos productos o negocios concretos, etc.
Este es un asunto sumamente
complejo en el que los discursos simplistas naufragan. El mensaje del gobierno
es que los impuestos bajan para todo el mundo, y el de la oposición es que sólo
lo hacen para las rentas altas, y el de Bruselas es que no le gusta porque el
objetivo de déficit es prioritario. La realidad será diversa, cada uno tendrá
que hacer sus cuentas en función de lo que gane, ingrese y tenga, y ver en qué
cuantía le afecta, y si tras la reforma vuelve al escenario de Noviembre de
2011, momento de la victoria del PP, o se queda en un punto intermedio, sin que
esta bajada compense la subida que se produjo tras la llegada de los populares
al poder. Lo que no tiene mucha discusión es el argumento electoral que tiene
en bandeja el PP con esta reforma para tratar de recuperar el voto perdido y
calentar a sus bases de cara a la multicampaña electoral de 2015, que a mi
entender ya ha comenzado. El electorado clásico del PP sintió la subida de
impuestos de 2011 y 2012 como una estafa, un engaño a sus ideales, una traición
por parte de un gobierno que enarboló un discurso de recuperación rápida y que,
al llegar al poder, se dio cuenta de que la situación era tan grave como muchos
advertíamos, y no se nos hizo caso. Esa sensación de traición está detrás de la
desafección con la que las encuestas castigan día sí y día también a Rajoy y su
equipo, y explican gran parte de los más de dos millones de votos perdidos por
la formación popular en las pasadas elecciones europeas, que iban a ser
intrascendentes y han resultado ser determinantes. El mensaje de la
recuperación y la bajada de impuestos, por tanto, será un mantra que desde hoy
repetirán todos los cargos y líderes del PP en cada acto y entrevista, aunque
el tema del que se trate no tenga nada que ver con ello. ¿Funcionará? No lo se.
En un juego a una sola carta la apuesta es de doble o nada, y el riesgo es muy
elevado. Probablemente la táctica sea que, en ausencia de seísmos económicos en
los próximos meses (que me temo que los habrá) el gobierno haga el mayor
recorte posible no tanto en tramos impositivos como en retenciones, de tal
manera que el ciudadano note rápidamente que entra más dinero a su bolsillo,
sin que tenga que esperar a realizar la declaración de la renta de 2015, que en
muchos casos tendrá lugar después de las determinantes elecciones municipales y
autonómicas de Mayo. Eso, combinado con una buena campaña de imagen, puede
hacer recuperar algo del voto perdido. Así mismo se van a intensificar los
gestos con autónomos y PYMES, para que voten, mediante bajadas en sus
cotizaciones sociales y disminución de otras cargas fiscales. Todo esta inyección
de dinero en el bolsillo de los contribuyentes puede, en condiciones normales,
aumentar más el crecimiento económico y, con él, la recaudación, que el
incremento del déficit generado por la bajada de impuestos (la curva de Laffer
en acción) pero no estamos en condiciones normales, y me da que el efecto
conjunto será un aumento del nivel de déficit, aunque es sólo una sensación
personal, no tengo datos para soportar mi argumento.
En todo caso a Bruselas no le gusta mucho la música
de esta reforma, en la que sólo suena lo de la bajada de impuestos, y exige
revisarla y, con el objetivo de déficit por encima de todo, enmendarla si cree
que no es adecuada. Lo que me da más pena es que se pierde otra oportunidad de
hacer una reforma fiscal de verdad, modificando en profundidad el sistema de
impuestos, que se ha quedado obsoleto y que sólo afecta realmente a los
asalariados con nómina, que pagamos mucho y siempre. Lo que se vende como
reforma es un apaño con vistas al corto plazo, y está por ver qué efectos netos
tendrá en la economía, en el bolsillo de cada uno y en los resultados
electorales.
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