Este próximo Domingo, creo que
por primera vez en España, un partido político va a escoger a la jefatura de su
estructura mediante primarias abiertas a sus militantes. Se trata del hoy en
día vapuleado PSOE, y resulta ser un experimento novedoso, arriesgado y de
potentes consecuencias posibles, no todas buenas. Presionado por sus bases, en
una constante fuga de votos, asaetado por el PP y sintiéndose devorado por los
populismos que tratan de comerle por la izquierda, el PSOE busca en estas
primarias una manera de renovarse profundamente, de lavarse la cara delante de
la sociedad para que ésta le vuelva a mirar no como un apestado, sino como
alternativa.
Tres son los candidatos que
concurren a esta carrera. Jose Antonio Pérez Tapias, el tercero en discordia,
es un veterano de la corriente izquierda socialista, el ala más izquierdista
del partido, que durante algunos años fue muy poderosa entre sus bases y que llevaba
mucho tiempo languideciendo. Es el más veterano, el que más tiempo lleva en
política, el más desconocido ante el público y el que enarbola un discurso más
claro y mejor estructurado. Sus posibilidades de ganar son muy escasas, pero
estas semanas de campaña, y especialmente el debate del pasado Lunes en Ferraz,
le han sentado muy bien, y pueden darle la oportunidad de ser decisivo a la
hora de determinar quién gane la contienda. En principio esa victoria se la
juegan los dos candidatos principales, los jóvenes, Eduardo Madina y Pedro
Sánchez, cuya principal característica y argumento es su edad y, en teoría, el
desapego que ello les produce de la dirigencia que ha pilotado el partido
durante décadas. Madina es, de los tres, el más conocido. Parlamentario desde
hace varias legislaturas, víctima del terrorismo, superviviente de una bomba
lapa que le amputó una pierna en sus años de concejal socialista en Barakaldo,
si no recuerdo mal, lleva amagando con presentarse a primarias de lo que fuera
desde hace mucho tiempo y, cuando se convocaron, lo suyo le costó apuntarse
para disputarlas. Su discurso político es, a mi modo de ver, un misterio,
porque no concreta nada. A los que me preguntan por él le respondo que me da la
sensación de ser un ZP con gafas. Mucha seriedad en las afirmaciones, pero
escaso contenido, mucha rigidez en los principios pero vacío de propuestas y
ofertas. Le falta mucho recorrido para ser un líder nato, aunque puede llegar a
serlo, y esta elección es para él mucho más importante de lo que se imaginaba,
dado que si la pierde gran parte de su futura carrera política se irá al traste
casi sin haber empezado. El otro candidato es Pedro Sánchez, otro desconocido
para el público en general. Congresista desde hace poco, concejal en el
Ayuntamiento de Madrid desde hace varios años, posee experiencia de gestión
europea y es profesor de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos. Acusado de
ser el candidato del aparato, su campaña es la más moderna, estilo americano en
muchos sentidos, basada en la imagen del candidato y, como en el caso de Madina,
no en el contenido de sus propuestas, donde Sánchez es casi tan vacuo como el
candidato vasco. Lo que más destacan de él los medios es su belleza personal, “el
guapo” han llegado a apodarle, y es cierto que tiene una presencia e imagen de
candidato mucho más fuerte de cara a una campaña telegénica. Vencedor en el
recuento de avales, con casi una cuarta parte de todos los existentes, parece
que se encamina a ganar estas elecciones, pero son muchos los que afirman que
no está nada claro el resultado y que ahora mismo tanto Madina como Sánchez están
empatados, y
de ahí los clásicos nervios y navajazos. De ahí la importancia de los votos
que pueda conseguir Pérez Tapias y lo que decida hacer con ellos.
En este estado de cosas, el experimento
socialista del domingo va a ser visto con mucha atención por la clase política
española, y esperemos que también por los militantes del PSOE, y que acudan en
masa a votar. El PP va a encontrar cada vez más difícil defender su sistema “dedocrático”
de elección de candidatos y cargos, que es de lo más impresentable que uno
imaginarse pueda, y el PSOE, tras el resultado de las votaciones, requiere
reinventarse como partido mucho más allá de la experiencia de primarias.
Renovación de caras, sí, pero también de propuestas y de armazón ideológico. En
inaudito que un partido de tradición y experiencia de gobierno esté asustado
por unos antisistemas encoletados que quieren hacerse con su trono rosado. Así,
estas elecciones no son el punto de llegada, sino el inicio del largo camino
que debe afrontar el PSOE para reconstruirse tras los nefastos años de ZP y la
crisis.
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