La semana pasada pensé en
escribir sobre lo que estaba pasando con Gowex, que me tenía bastante escamado,
pero la actualidad meteorológica se impuso con toda su furia y violencia. Tras
la suspensión de la cotización de la tecnológica, decretada el Jueves, supuse
que las cosas estarían más tranquilas y lo iba a dejar para estos días,
enfocándolo por el asunto de la influencia de las opiniones negativas, pero
ayer estalló una bomba que lo cambió todo. El CEO de la compañía no sólo
admitía que el negativo informe que inició todo era cierto, sino que las
cuentas de Gowex eran falsas desde hace cuatro años. La empresa es un fraude.
Pufff
Gowex es una empresa de origen y
capital español especializada en la prestación de servicios y redes wifi. Su
negocio consistía en proveer de conectividad wifi a espacios públicos, mediante
contratos de patrocinio publicitario o institucional. Muy internacionalizada,
su presencia en numerosos países y los contratos que allí ha ganado eran
noticia un día sí y otro también. En España su logotipo aparece, por ejemplo,
en todos los autobuses de la EMT de Madrid, y estaba casi adjudicado a su
nombre el concurso para que fuera ella la que proveyera de red al metro de la
capital. Era un caso de éxito de una start up nacional, de una empresa
innovadora, de un grupo de emprendedores encabezados
por Jenaro García, que tenían un aire a los chicos de Silicon Valley pero con
raíces castizas, y que llevaron a Jenaro a foros, conferencias, premios y
actos sociales en los que no dejaba de repetir el discurso del emprendedor
triunfante en medio de la admiración y envidia de los presentes. Sacarse una
foto con él se convirtió en objeto del deseo de políticos y autoridades de
todos los colores e ideologías. Gowex era moderna, triunfante, exitosa, un
modelo de la nueva economía y del futuro. La empresa cotizaba en el Mercado
Alternativo Bursátil, MAB, una especie de IBEX para empresas emergentes, por
simplificarlo mucho, y la acción no dejaba de crecer. Una historia brillante que
empezó a descarrilar el martes pasado, no hace ni una semana. Ese día una
empresa analista financiera de nombre cómico, Gotham Research, publicó un
informe en el que se afirmaba que Gowex era la nueva Pescanova, que su modelo
de negocio no funcionaba, que sus cuentas eran irreales, por falsas e infladas,
y que el precio objetivo de la acción en el citado MAB era prácticamente cero.
Esta información causó una convulsión en la bolsa española y en las acciones de
Gowex, que ese día se dejaron algo menos de la mitad de su valor. El miércoles
la cosa fue más leve, pero cayó otro 20% entre rumores y peticiones a la
directiva de la empresa, cada vez más insistentes, para que hicieran algo para
evitar lo que casi todos denominaban ataque especulativo y sin fundamento por
parte de un analista buitre. El jueves BME, la empresa que gestiona el IBEX y
el MAB suspendió la cotización de la tecnológica, que no dejaba de emitir
comunicados en defensa propia, llenos de acusaciones ante los que no creían sus
cifras, pero sin dato ni balance alguno. La semana acabó con la empresa muy
herida en bolsa, su reputación puesta en entredicho y con la obligación de ser
lo más transparente y clara posible para convencer a los accionistas y a todos
los interesados de que esos informes acusadores eran falsos y que Gowex tenía
todo el futuro por delante. Para algunos la empresa llevaba ya demasiado tiempo
sin responder (en esto las horas son años, aprende Rajoy) y ofrecía una sensación
de que algo había de cierto en esas acusaciones si no se refutaban de manera
clara. La sensación de debilidad crecía entre los interesados y expertos, pero
sospecho que muy pocos esperaban la bomba del Domingo por la mañana, sí, de
ayer. Jenaro García admite que todas las cuentas de la empresa son falsas,
lanza un tuit de disculpas y solicita el concurso de acreedores. Y en medio del
marasmo, Gowex muere.
Si ayer la sensación era de
incredulidad, hoy lo es de shock e indignación, y veremos a ver dentro de una
hora escasa qué sensaciones ofrecen las empresas que cotizan en el MAB y el
IBEX, golpeadas por un caso de fraude tan inmenso que ha dejado a todo el mundo
sumido en la vergüenza. Regulador, auditor, analistas, periodistas, políticos,
expertos, todos han fracasado a la hora de detectar irregularidades
que, como mínimo, llevaban sucediendo desde hace cuatro años, sino más. Nuevamente
ha tenido que ser un analista internacional, ajeno a nuestras miserias y
conchabeos, el que destape nuestras vergüenzas y nos diga claramente lo que es
cierto y lo que es falso. En fin, una triste historia de fraude y engaño que
dejará mucho dolor en todo su recorrido.
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