martes, julio 29, 2014

Puyol ens roba


Ha causado un enorme revuelo la confesión, por escrito, de Jordi Pujol, reconociendo que poseía patrimonio en el extranjero, en confortables paraísos fiscales, desde hace algo más de treinta años, producto de una herencia no declarada, y que no ha podido regularizar hasta hace apenas unas semanas. La carta, que se hizo pública el fin de semana, pedía perdón por el error y admitía haber traicionado la confianza de aquellos que en él la habían depositado. Consideraba la confesión como un acto expiativo con ánimo de saldar la culpa y ser perdonado por ello. Tras la revelación, gran conmoción, disgusto y rasgado público de vestiduras por parte de casi todo el mundo. Qué gran obra de teatro colectivo.

Hay dos cosas de la confesión de Pujol que no logro entender. La primera, y más sustancial, es cómo casi todo el mundo puede ahora tener el valor de declararse sorprendido por algo que era conocido por casi todo el mundo, la existencia de una fortuna amasada por la familia Pujol antes de que Jordi llegase al Palau de la Generalitat, y que durante los años de su gobierno creció sin límites, mediante adjudicaciones sospechosas, contratos oscuros y comisiones de uno y otro lado. La implicación de los Pujol y su Consejero de Economía, Maciá Alavedra, en el caso de Banca Catalana, la quiebra de una entidad financiera que fue creada por, entre otros, el padre fundador de la dinastía, se saldó sin condenas ni delitos adjudicados, porque en aquellos años Pujol era el Rey de Cataluña y el Virrey de España, un personaje con un poder inmenso, gran prestigio, capaz de derrumbar gobiernos en la Moncloa con sólo insinuarlo, y que hacía y deshacía en Barcelona y alrededores a su antojo. CiU, el partido que el lideraba, era, y en parte sigue siéndolo, una fabulosa máquina de contratación y adjudicación de dinero público, que suscitaba el interés de todos los que deseaban medrar o hacer negocios en la por otro lado siempre próspera Cataluña. A medida que el volumen de las comisiones y los escándalos iban creciendo, con unos rumores que eran cada vez más difíciles de acallar, Pujol empezó a colocarse en un discreto segundo plano, amparado tras la sombra de sus hijos, que como príncipes intocables vivían y gestionaban los negocios sin control alguno, con cifras de patrimonio que se estiman en cientos de millones de euros, mientras que CiU iba elevando poco a poco su discurso nacionalista independentista, para tratar de cubrir con la bandera catalana toda la pasta que iba acumulando a los ojos de todo el mundo. El día en el que Pascual Maragall dijo aquello del 3% en la sede del parlamento catalán y todo el mundo calló se hizo público, a ojos de todo el mundo, el sistema de financiación de CiU, que era conocido por los partidos catalanes, y que ninguno al parecer discutía ni encontraba delictivo. Ese silencio fue una confesión de culpabilidad en toda regla que, curiosamente, nadie tomo como tal, por miedo a enfrentarse a un nacionalismo desatado que consideraba ataques a la sacrosanta patria todas aquellas denuncias que buscaban saber cómo se había amasado, y cuánta era la fortuna que los Pujol y otros miembros de las élites nacionalistas habían construido a lo largo de tantos años. El caso Milet, también conocido como Palau de la Música, empezó a revelar nombres de grandes familias convergentes, en las que casi todos sus miembros estaban implicados, de una manera u otra, en comisiones ilegales y concesiones opacas. ¿La respuesta? Más nacionalismo, por supuesto. “España ens roba” e independentismo a ultranza, quizás para evitar que alguna de las instituciones españolas que aún persiguen la corrupción (quedan, cada vez menos, pero aún la hay) pudiera pillarse en flagrante delito. Por lo tanto, ¿a qué viene tanta hipocresía y rasgado de vestiduras falces?

La otra pregunta, menor en entidad pero no en interés (sin porcentajes en este caso) es por los tiempos. ¿Por qué Pujol cuenta esto ahora, tres días antes de la reunión de Rajoy con Artur Más? Mañana se reúnen ambos en Moncloa y la confesión de Pujol deja a Mas en una posición, como mínimo, vergonzosa. Recordemos que Mas fue consejero de Economía y Hacienda en los últimos gobiernos del “molt honorable” así que tener el fraude fiscal en su despacho de al lado y no saberlo (y no digo más para no meterme en un lío) no deja de ser curioso. ¿Pujol disparando a los pies de CiU y el proceso soberanista? ¿Pujol acabando con su descarriado delfín Mas? Difícil de creer.

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