Transcurridos más de dos días
desde la caída de Gowex, producida tras la confesión de su presidente, Jenaro García,
nadie, y repito, nadie, desde los numerosos estamentos oficiales y
profesionales que se encargan de la supervisión del MAB y del sistema de bolsa
español ha dicho aún nada. Si uno
acude a la web de la CNMV verá que el último de los comunicados colgados es de
fecha 2 de Julio en el que se acusa… a Gotham!!! Desde entonces, nada de
nada. Ayer por la noche en Onda Cero fue entrevistada Elvira Rodríguez,
presidenta de la citada CNMV, y no dijo nada más que vaguedades imprecisas,
eludiendo responsabilidades en todo momento.
Lo que está sucediendo con Gowex
me parece, salvando las distancias de la sorpresa derivada de una estafa
desconocida por casi todos, a lo que pasó con Bankia. Cuando Bankia sale a
bolsa muchos, en ese caso muchísimo, opinan que es una mala idea, que la
entidad está hecha unos zorros y que su salida al mercado no es sino una fuga
hacia adelante para tratar de evitar el, inevitable, colapso. Ante estos
comentarios, los reguladores y el gobierno no dejan de acusar a los que así
opinan de alarmistas, exagerados y antipatriotas (este término es muy común en
España, país donde el patriotismo está completamente ausente). Bankia sale a bolsa,
aguanta a duras penas y llega un día en el que el auditor, sospecho que harto
ya de firma papeles vacíos de realidad y llenos de humo, se planta, el valor se
derrumba y, oh sorpresa, se descubre que la entidad está quebrada. Su rescate,
orquestado en un fin de semana, fue uno de esos momentos en los que todos podíamos
habernos ido a la mierda, literalmente, si llega a salir mal, fue una situación
de una gravedad extrema. Y pudo haberse evitado si se hubieran tomado antes las
medidas que los “alarmistas, exagerados y antipatriotas” reclamaban. Tras el
desastre, ¿quién fue culpable de lo sucedido? Nadie. Bankia se convirtió en una
especie de fenómeno meteorológico que se abatió sobre España, como la granizada
de la semana pasada sobre Madrid, y que no se podía esquivar. Obviamente ese
argumento es falso, pero de tanto repetirlo a muchos les parece convincente,
incluso real. Pues bien, con Gowex empieza a pasar algo parecido. Hay una
diferencia sustancial, y es que el presidente de la compañía, Jenaro García, ha
demostrado ser un trilero con menos morbo que “El lobo de Wall Street” pero con
parecidas malas artes. Ha engañado a muchos clientes, empleados, instituciones
y analistas, pero no a todos. Gotham, el analista norteamericano que destapó el
tinglado, que lo hizo para ganar dinero con la jugada, merece nuestro
reconocimiento, porque ha sido mejor que la policía a la hora de dar con este
delincuente. Pero el resto de agentes encargados de que todo se desarrolle bien
han fracasado. La CNMV trata de desvincularse del Mercado Alternativo Bursátil,
el MAB, aunque no le faltó prisa para salir la semana pasada en defensa de
Gowex y criticando a Gotham. Su papel en este entuerto es grande y su fracaso aún
mayor. Sobre el auditor de la empresa, MA Auditores, y Ernest &
Young, encargada de la colocación de la empresa en el MAB y lo que se denomina
el “acompañamiento” de la misma, nada bueno se puede decir. O les han engañado
como a chinos o, lo que es peor, se han dejado engañar. Tampoco se han
pronunciado que yo sepa. Bolsas
y Mercados españoles, la empresa que gestiona el IBEX y el MAB, ha emitido una
escueta nota informativa en la que trata de salir al paso de la
responsabilidad que le toca, que no es menor. Ayer su propia cotización en el
IBEX sufrió un castigo d3%, por lo que, diga lo que diga, el mercado ya ha
decretado su veredicto de culpabilidad.
Y el panorama que deja ese “fenómeno meteorológico”
es devastador. Gowex destruida, con sus empleados al borde del paro. El MAB
arrasado, con varias empresas tratando de salir de ahí y todas ellas sufriendo
graves pérdidas ante lo que se interpreta como un mercado sin control ni
supervisión ni seguridad alguna. La imagen del emprendedor, tocada por la
actitud estafadora de uno de los más insignes y premiados. Y un montón de
organismos, entes reguladores, altos cargos, supervisores y ejecutivos de altos
sueldos tratando de eludir sus culpas y buscando que este escándalo no afecte
ni a sus carreras ni remuneraciones. En definitiva, y con sus diferencias, una
vergüenza similar a la vivida con Bankia. Desolador.
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