jueves, febrero 26, 2015

El acuerdo de Grecia con la UE y la soberanía

Si se acuerdan, Grecia era un tema recurrente la pasada semana. Las negociaciones con la UE y el tira y afloja depararon momentos de gran incertidumbre y tensión. Finalmente, como muchos esperábamos, se alcanzó un acuerdo que prorrogaba cuatro meses más la situación actual, tiempo en principio suficiente para renegociar un nuevo rescate con renovadas condiciones y compromisos. Lo importante de este acuerdo no es sólo el hecho en sí de alcanzarlo, sino lo que ha supuesto de cara a las iniciales aspiraciones griegas, llenas de promesas que, al final, se han convertido en frustración.

Sí, Syriza trató de jugar sus cartas hasta el límite de lo posible, que era muy poco. Con una economía arruinada, necesitada del dinero de la UE como lo es un enfermo terminal de las máquinas que lo mantienen en vida, las amenazas de Varoufakys y demás miembros del nuevo gobierno resultaban ser poco más que faroles, y todos los jugadores de la mesa así lo veían. Al final el acuerdo supone mandar a la basura gran parte de las promesas, irresponsables, que se hicieron durante la campaña electoral, en la que se dijo a los votantes lo que querían oír en sus hastiados y apáticos oídos, a sabiendas, seguramente, de que no se podría cumplir nada. Tras llegar al gobierno la táctica de Syriza ha sido muy clara. Dado que prometí imposibles voy a tratar de que la población se crea que es la UE la que me impone no cumplirlos, y así yo quedo descargado de responsabilidad. El pulso mantenido durante días otorgaba al imaginario colectivo la sensación de que Syriza era la reencarnación de los 300 soldados que, comandados por Leónidas, se enfrentaban en las Termópilas a los persas. Su final, sangriento, los elevó a héroes inmortales, cosa que no parece que vaya a suceder con el gobierno de Atenas, al menos no entre los suyos, que empiezan a discrepar seriamente sobre qué es lo que ha pasado, si han traicionado a sus votantes y si todo esto no ha sido una gran estafa. La principal conclusión que se puede sacar de todo esto es que, cuantos más fragmentos de la Luna proponga un candidato, más duro será su golpe contra la Tierra en caso de que llegue al poder. La soberanía, esa palabra tan redonda y que tanto inflama las mentes de muchos, y que es manipulada por todos, resulta ser un concepto cada vez más relativo, y tenemos que tener muy claro, todos, que desde el momento en el que, como países, nos adentramos en un club llamado UE, vamos a perder parte de la misma. Es una consecuencia directa. Y mucha más perderemos cuanto más arruinados estemos, más dependamos de lo que nos presten otros o pidamos por ahí. El más soberano es el más independiente, el que está sólo. Y eso no es posible. Grecia no dispone de soberanía plena como miembro de la UE en lo que a la UE le compete, que no es poco, pero es que en su situación de quiebra y rescate, su “soberanía” es una falacia, un imposible. Ahora mismo se parece más a un niño muy pequeño, completamente dependiente de los padres, contra los que podrá patalear, rabiar y llorar, pero no puede alimentarse ni vestirse ni moverse sin que esos mismos padres lo hagan. Es duro asumir esto, lo se, como ciudadanos y como colectivo social, pero la realidad es así. Podríamos preguntarnos hasta qué punto la situación española es comparable. Y en parte lo es, y más que lo será si el nivel de nuestra deuda sigue creciendo como lo ha hecho durante todos estos años. El tamaño de nuestra economía, que para esto sí es importante, nos ofrece ventajas, pero hemos comprobado en nuestras carnes y cuentas financieras que en estos años también hemos perdido soberanía a chorros. Y más que lo haremos si la UE avanza, deseable, y nuestra economía no lo hace (indeseable).

Por eso discursos populistas como el de Podemos y otras formaciones por el estilo, llenos de retórica vacía y palabras redondas como soberanía, son imposibles. Aciertan a enganchar a una población ansiosa de oír esas palabras, y que le encanta que alguien se las diga, pero que se arriesga a sufrir la frustración definitiva si esos populistas llegan al poder. En el fondo, estoy seguro que el populismo de Iglesias, Le Pen, Syriza o UKIP; muy distintas formaciones pero con un discursos asombrosamente similar, sabe que miente, que falsea, que cuenta una historia que no es cierta, pero no le importa de mientras le sirva para alcanzar el poder. Vamos, como la política de siempre pero muy a lo bestia. Bendita renovación, dónde te hallarás!!!

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