martes, febrero 17, 2015

Grecia fractura el Eurogrupo

Normalmente las reuniones del Eurogrupo, los ministros de economía de los países que tenemos el euro como moneda, son largas y, ante asuntos complejos, acaban de noche, a altas horas de la madrugada, siendo la imagen de los periodistas, dormidos y tirados por los pasillos, tan habituales como los acuerdos alcanzados in extremis. Creo que nos dirigimos nuevamente a un desenlace de este tipo, pero antes veremos muchos fracasos, como el de la reunión de ayer, brusco, aliñado con declaraciones previas de grueso tono que invitaban a lo peor, como así sucedió finalmente.

Más allá de esa tensión y falta de acuerdo, las posturas son claras y las posiciones, aunque aparenten ser inamovibles, acabarán variando, y más en el caso de la parte débil, que es Grecia. Varoufakys, la estrella mediática de todo este asunto, sabe perfectamente que la UE no va a ceder en los grandes asuntos que están debatiéndose (devolución del principal, impagos parciales o quitas, relajamiento de las condiciones financieras, renuncias a las reformas estructurales, etc) Y la UE no va a ceder no tanto porque crea que Grecia puede merecerse un respiro, sino por la señal que enviaría al resto de socios, sometidos a programas de rescate o no, que verían como una revuelta política les daría el poder como para renunciar a los pagos y compromisos escritos. Todo lo que consiga Grecia lo pedirá Irlanda, Portugal, España… y el que venga después, y así el sistema de rescates condicionados se iría al garete. A lo más que pueda aspirar el gobierno griego es a un cambio de lenguaje, que elimine el concepto “Troika” por las figuras individuales de las instituciones que la componen, con otras más si es necesario, transformar los “hombres de negro” en “asesores sociales” o algo así, y alargar los plazos de devolución de una deuda cuyo principal, como el de todas las deudas públicas, jamás será devuelto, como saben todos los gobernantes. Es decir, este tira y afloja sobre todo es útil para el gobierno griego cuando, a la hora de obtener unos resultados muy por debajo de sus aspiraciones de campaña electoral, pueda presentarse ante sus electores esgrimiendo el mensaje de “lo intentamos, pero no pudo ser” y de esta manera, lograr que la sociedad griega asuma el fracaso. Ese, creo, es el juego de fondo. Y hasta el último momento posible Atenas forzará la cuerda para ofrecer una imagen de resistencia que, en el fondo, las alarmantes cifras de su economía desmienten a cada minuto que pasa. El gran problema de esta estrategia es que tensar la cuerda hace que todo el mundo se sienta incómodo, que se generen rencillas, rechazos, desconfianzas cuando no odios, y que el club del euro empiece a adoptar una atmósfera enrarecida en la que las malas caras y las declaraciones sin sentido sean las predominantes, rompiendo una confianza que es muy necesaria, y en momentos como estos, más. El alemán Schäuble y la prensa griega han protagonizado episodios chuscos en estas últimas horas que no ayudan en nada a apaciguar unas aguas en las que unos y otros deben bañarse y tratar de no ahogarse. Todos estos destrozos deberán ser curados en un futuro, a riesgo de enquistar unas heridas que puedan ser dolorosas mucho más allá en el tiempo. Sobre el resultado de las conversaciones, las otras alternativas de las que se habla en los medios me parecen descartables. Ni se va dar un “Grexit” demoledor para la UE, desastre total para Grecia, ni los chinos ni los rusos van a colonizar Atenas dándole la liquidez que necesita. Quizás veamos aún sorpresas y cartas nuevas, pero no lo creo.

La importancia de lo que se está negociando y el momento político en el que sucede es enorme. Quizás por ello se produjo ayer una muy buena entrada en un acto organizado para debatir la situación griega por CC Europa, un colectivo de jóvenes europeístas críticos, que organizaron un debate en un bar de Madrid centro, al que acudí, y en el que se expresaron opiniones variadas, muchas de ellas lúcidas, y en todo caso interesantes. En un momento de crisis de la UE, y esto que vivimos no es sino un síntoma claro de crisis, en todos los sentidos, del proyecto común, la reflexión, el debate y el interés por lo que sucede en la UE son fundamentales, y las soluciones quizás surjan de un Eurogrupo, sí, pero también de charlas como las de ayer. Así se construye Europa, entre todos.

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