viernes, julio 24, 2015

De momento, este es nuestro único hogar

La búsqueda de exoplanetas no cesa, y gracias a ello casi cada día podemos aumentar el catálogo de potenciales vecinos, con lo que aumenta la probabilidad, y con ello la esperanza, de que algún día sepamos si estamos solos en el universo o no. Ayer se dio a conocer el descubrimiento de Kepler-452b, un planeta de tamaño similar a la Tierra, un poco mayor de hecho, que orbita en la zona habitable de su estrella, definiendo habitable la posibilidad de que pueda haber agua líquida en su superficie, y que está a unos 1.700 años luz de nosotros. Al lado en términos espaciales. Otro candidato en el que fijarse más atentamente.

Pero de momento, y hasta que algo muy sorprendente se descubra, y ojalá sea pronto, el único planeta que sabemos que es habitable es en el que vivimos, el nuestro. Este lunes 20 la NASA publicó una preciosa imagen de nuestra Tierra tomada desde el espacio, en la que podemos verla en su totalidad. La imagen puede parecer convencional, pero no lo es. De hecho es la primera imagen de este tipo que podemos ver desde las misiones Apollo, de hace cuarenta años. Está tomada por un satélite situado a un millón y medio de kilómetros de nosotros, y es una captura real, sin filtros, del disco terrestre plenamente iluminado por el Sol. Las vistas habituales que vemos de la tierra tomadas por los astronautas se realizan desde la Estación Espacial Internacional, a escasos cuatrocientos kilómetros del suelo. En ellas se pueden apreciar muy bien las nubes, detalles geográficos, ciudades y demás cosas de interés, pero si se mira al horizonte la curvatura del planeta y la atmósfera, a modo de cinta situada sobre el mismo, impide todo tipo de impresión global del planeta. Los satélites geoestacionarios, como el meteosat meteorológico, orbitan más lejos, a unos 36.000 kilómetros de altura, y lo hacen en ese punto porque ahí su velocidad de giro se acompasa con la del planeta y pueden permanecer “quietos” sobre un mismo punto de manera constante en el tiempo. Pero aún desde tan lejos las imágenes tienen distorsiones y no permiten apreciar el mundo en su totalidad. Ahí que irse más lejos. Y da que pensar que en cuarenta años no hemos mandado una cámara de fotos (que no me lea nadie que sepa de esto) allá donde se pueda obtener la imagen en condiciones reales. Hasta este Lunes, la última toma de este tipo, tomada como les digo por los astronautas de las misiones Apollo, era conocida como “la pequeña canica azul”. En ella el objeto que dominaba la toma era el sur de África y, como en este caso, y por lógica, el mar era el fondo dominante. Esa imagen fue un revulsivo mundial, porque aparte de su belleza, indiscutible, supuso un impacto al poder ver todos, por primera vez, el mundo en el que vivimos. La aldea global, que empezaba a serlo gracias a las tecnologías de la comunicación, se convertía en un icono, en una imagen en la que se mostraba la belleza de nuestro mundo, su grandeza y, a la vez, su fragilidad. Era y es sobrecogedor comprobar como todo lo que somos sigue ahí, rodeado por el más vasto y frío negro que uno pueda imaginar, y que una franja minúscula de aire es lo que nos protege de convertirnos en nada. La imagen de los setenta supuso para muchos un cambio de paradigma, disparó las creencias en lo esotérico y, sin duda, impulsó la conciencia ecológica como pocas campañas podían haberlo hecho. Cuarenta años después, tras inmensos avances tecnológicos, podemos ver una nueva imagen de nuestra “casa” en todo su esplendor, y la misma sensación de belleza, inmensidad y fragilidad se vuelve a producir en cualquiera que la observe.

Es complejo asumir que todo, todo lo que hemos sido, somos y seremos, se produce en esa pequeña bola de colores. Alegrías, penas, dramas, emociones, arte, belleza, sentimientos, vacíos… todas nuestras vidas, y las de los que nos han precedido, y la de los que nos precedan, tendrán lugar en este planeta, en el que, visto desde el cielo, no hay fronteras ni divisiones ni colores de piel ni razas ni, desde luego, rastro de la presencia humana. Carl Sagan lo expresó hace ya unos cuántos años de una manera muchos más precisa y bella de lo que yo jamás podré hacerlo, así que no lo repetiré, pero les aconsejo que le lean. Todo está ahí. Y es libre soñar en un futuro en el que descubramos otro lugar en el que, también, podamos estar.

La semana que viene la pasaré entera en Elorrio, por lo que no habrá entradas en el blog. Si todo va bien, volveré a escribirles el Lunes 3 de Agosto. Descansen y ánimo con el calor!!

jueves, julio 23, 2015

Tormenta en (el ayuntamiento de) Madrid

Ayer, por fin, tras muchas semanas de altísimas temperaturas y cielos infinitamente azules, una tormenta vino a mojar el árido suelo de Madrid, lamiendo sus heridas como un beso, y aliviando la sensación de agobio de todos los que en la ciudad estamos pasando el largo y muy cálido verano de 2015. Rayos, truenos, cortinas de lluvia de intensidad variable, un agua que hizo buena la expresión de “como caída del cielo” que por sí misma no supondrá una solución a la sequía de este verano y a la vegetación que, ya chamuscada, no podrá resurgir, pero ofrecerá alguna oportunidad a árboles y demás especies, ansiosa, como nosotros, de un respiro.

Donde parece haber tormenta todos los días, en Madrid, es en el ayuntamiento. La última bronca ha tenido como excusa la web Madrid Versión Original, en la que el ayuntamiento trata de dar su versión de las noticias que publican los medios sobre él. Esta página, que muestra cómo a todo político le encanta usar los medios contra el adversario cuando no tiene poder, pero que al alcanzarlo ve en los medios el gran adversario, muestra sobre todo, infantilismo. Tras la toma del control municipal por parte de la candidatura de Ahora Madrid, empieza a verse poco a poco que ni los integrantes de esa lista eran las personas mejor preparadas para unos cargos complejos y de difícil gestión ni parece que se estén poniendo las pilas a ello. Resulta muy sencillo escribir tuits en internet, yo también lo hago. Más difícil es no ofender a nadie con ellos, pero se puede, yo de hecho consigo no enfadar al personal. Lo realmente complicado es la gestión diaria de una ciudad, que exige mucho trabajo, esfuerzo, pocas satisfacciones y estar un tiempo fuera de los focos que tanto se buscaban en la oposición para hacer el trabajo debido. Tras la desastrosa gestión de Ana Botella casi cualquier cosa que suceda es mejor, pero Ahora Madrid aún no ha demostrado tener ni una idea de ciudad ni de saber qué es lo que quiere hacer en ella. Las calles siguen tan sucias como hace meses, por lo que aún es más de agradecer el lavado propiciado por la lluvia de ayer, múltiples obras de gran envergadura siguen paradas a la espera de que las distintas concejalías se decidan a darles los permisos, quitárselos o dejarlos a medias, el turismo ha repuntado con la ola de visitantes que bate récords en el conjunto de España, pero sigue sin haber una director clara de cómo enfocar el destino Madrid, ha surgido la idea de renombrar calles para eliminar denominaciones franquistas, pero ni se ha hecho un inventario de a cuáles afectaría ni el criterio que permita determinar quién era franquista de corazón y quién superviviente en medio del régimen, y así un largo etcétera de ideas que no han llegado, de momento, a plasmarse en nada. Si parece, por lo que uno puede ver desde fuera, que la alcaldesa, Carmena, es incapaz de controlar a las huestes juveniles provenientes de Podemos que están ocupando concejalías y cargos intermedios de poder. Eso le está ocasionando graves problemas de imagen personal y dotando al ayuntamiento de una cada vez mayor sensación de desgobierno. El episodio de la web ha sido el último, pero quizás el más visible, de cómo se pueden dar tres o cuatro versiones de un mismo asunto en un solo día, anunciando el cierre, luego la reforma, y finalmente el no hacer nada, y todo ello con Carmena, Carmona y Rita Maestre hablando sin parar. Una imagen, desde luego, muy original, y que la verdad, me recuerda mucho a la vacilante y desnortada Ana Botella, cuyo mensaje era tan disperso y caótico como el de ahora. Si a ella le asaetamos por ello, no veo por qué no hacerlo ahora con la nueva corporación. Pregúntese usted qué hubieran dicho los medios si Botella y el PP de Madrid hubieran creado algo parecido a esa web que, como les recalco, sobre todo denota infantilismo.

Hay muchas cosas en la gestión diaria en la que, la verdad, el ayuntamiento debiera retirarse. Liberalizar permisos de apertura, reducción de trámites burocráticos, abrir las puertas de la ciudad para que emprendedores, visitantes, inversores y todo aquel que quiera, venga a Madrid, gaste su dinero, comparta su vida con lo que ya estamos aquí y devuelva la vida a esta ciudad, sino marchita, algo opacada. Pero lo de limpiar las calles y otras muchísimas e importantes cuestiones es responsabilidad de un ayuntamiento, que sigue tan quebrado como antes de las elecciones, y que posee unos impuestos muy altos. A ver si poco a poco Carmena y los suyos enderezan el rumbo. Sino, el “Ahora sí se puede” se convertirá, y pronto, en “Ya no se puede”

miércoles, julio 22, 2015

Tres periodistas desparecidos

Desde ayer por la tarde nuestra preocupación tiene nombre de tres periodistas, y vuelve a hacernos mirar al infierno de Siria. José Manuel López, Ángel Sastre y Antonio Pampliega llevan desde el 9 de julio sin dar señal alguna, y se sospecha que pueden estar retenidos en manos de algunos de los innumerables grupúsculos que actúan en la guerra siria. Es difícil incluso asegurar que esto sea así, dadas las casi imposibles comunicaciones que existen en la zona, pero es, sin duda, el escenario más probable. Estas noches, desde ayer de manera conocida, sus familias no habrán dormido tranquilas. A ellas debemos prestarles apoyo, entre otras cosas siendo discretos y confiando en el gobierno y demás autoridades.

Los tres periodistas eran “freelance”, un término anglosajón que esconde una vieja realidad que, ahora parece ser el pan nuestro de cada día en los medios de comunicación. Periodistas intrépidos, valientes y arrojados, que todos lo son para acudir a un escenario de pesadilla como el sirio, pero que carecen de todo lo material que uno pudiera imaginar, empezando por un contrato con el medio para el que trabajan. Esos periodistas acuden a las zonas en conflicto, o a su barrio cuando cae la lotería de Navidad, o la playa veraniega, a donde sea, y elaboran una crónica, un reportaje, una entrevista, una pieza informativa, que es vendida y comprada por agencias y medios, un día por unos, otro por otros. Y al día siguiente, a otro destino, en busca de información que poder vender, a quien quiera pagarla. Si esas condiciones pueden ser duras en nuestro entorno, imagínense en un escenario de guerra, donde muchos de ellos se compran los chalecos antibalas de su bolsillo, carecen de equipo de apoyo y sólo confían en que el PRESS que llevan impreso en la ropa en letras muy grandes actúe como un escudo ante los disparos. El tiempo de los corresponsales alojados en hoteles, en los que el periódico o la cadena pagaban estancia y alcohol, en cantidades industriales para poder olvidar muchas de las cosas que se veían a lo largo de la jornada de trabajo, hace tiempo que se acabaron. Ahora los hoteles se bombardean igualmente y, como no hay periodistas en ellos, no salen en las noticias. Para que usted y yo sepamos lo que sucede en Siria alguien tiene que ir a contarlo, y debe tener los medios necesarios para ello, y a ser posible que su preocupación sea la de relatar, no subsistir. El riesgo de que pueda pasar alguna desgracias en un territorio de guerra es obvio, lo sabe todo el mundo, y quienes más conscientes son de él son precisamente los periodistas que allí se embarcan, algunos de manera voluntaria, porque es el mundo que les apasiona, otros como mercenarios, porque saben que entre los escombros se esconde la noticia y la imagen de un futuro premio. Sea por la razón que sea, todos ellos realizan un trabajo difícil, muy peligroso, en condiciones penosas, en las que su vida vale lo mismo que la de las personas de los lugares a los que van (nada) y a sabiendas de que se la juegan por conseguir una o dos columnas en página impar en la sección de internacional, y a veces, ojalá, una pequeña columnita en portada, en medio de las banalidades de los políticos nacionales, que saturan las cabeceras y faldones con sus engaños, ensoñaciones y demás falacias. Ayer oí en algún medio que estos freelance cobran unos treinta y cinco euros por pieza facturada al periódico. Hagan ustedes las cuentas de cuánto supone eso al mes si, con suerte, puedes vender una noticia al día, y cuántas piezas hay que lograr colocar en el mercado de los medios para alcanzar el sueldo de usted o el mío. Y piense que no se ganan ese dinero sentados en una silla frente a un ordenador, o en un taller, o al otro lado de una barra del bar o vendiendo en una tienda. Piense en un escenario de escombros, sangre y lágrimas. Esa es su “oficina”.

En estos tiempos en los que muchos piensan que todo es gratis ya todo hay que tener derecho a acceder sin pagarlo, en épocas en las que los medios de comunicación ven como sus cuentas se hunden y, con ellas, su prestigio, los nombres de José Manuel, Ángel y Antonio nos vuelven a recordar que la información cuesta, que tiene un precio, que la labor del periodista es necesaria, debe ser respetada y retribuida, y que su ausencia nos llevaría a un mundo de sombras en el que no sabríamos que sucede ahí fuera. Quizás ese sea el sueño dorado de los que antes comentaba que llenan las portadas día tras día. No lo permitamos. En nuestra mano, y bolsillo, está impedirlo.

martes, julio 21, 2015

La bandera de Cuba ondea en Washington

Obama ha decidido pisar el acelerador a su presidencia. Consciente quizás de que se le acaba el tiempo, a poco más de un año del final de su mandato los cambios que ha ejecutado en la política de EEUU, interna y externa, empiezan a verse reflejados en actos que pueden calificarse de históricos. Las decisiones del Tribunal Supremo abalando el matrimonio homosexual y su reforma sanitaria, o el reciente acuerdo firmado con Irán merecen un calificativo de este tipo. Y actos como el celebrado ayer en la calle 16 de Washington, con la reapertura de la embajada de Cuba en la capital tras medio siglo desde el cierre, también son de lo que marcan un antes y un después.

Hay algo que comparten tanto el acuerdo iraní como el deshielo cubano, y es que son procesos esperanzadores, pero cargados de riesgo, en los que se debe ser pragmáticos pero muy vigilantes para que acaben en buen puerto. En el caso de Cuba la situación para EEUU es, si cabe, más compleja. Con más de un millón de cubanos refugiados en Miami Cuba es casi un asunto de política doméstica para los norteamericanos, y desde hace décadas, un tema sobre el que había poco que discutir. El enroque absoluto de la dictadura de los Castro, que sigue viviendo fuera de la historia, instalada en una paranoia que sólo genera pobreza y sufrimiento, impidió que hubiera acercamiento alguno por ambas partes. La sucesión de Fidel por Raúl, en otro gran ejemplo de democracia popular donde las haya, abrió una pequeña puerta de esperanza, pero no se tradujo en resultados, al menos en un principio. Cuba mantiene relaciones con un montón de países, desde luego con España, y el bloqueo al que le somete EEUU es, desde ya hace bastantes años, más simbólico que real. El apoyo que le brindó la Venezuela de Chávez, regalándole petróleo que necesita como el agua, permitió al régimen castrista respirar durante un tiempo, y hacerse el duro. La cada vez mayor debacle del chavismo, sin su líder y sin los ingresos derivados de un petróleo cada vez más barato, volvieron a poner a Cuba frente a la espada y la pared. El régimen empezó a introducir algunas medidas para que la economía de mercado comenzara a existir en las calles de La Habana y demás ciudades, sin ninguna apertura política, por descontado, en un proceso que a cámara muy lenta me empezaba a recordar al franquismo de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, que aflojaba la mano económica pero no soltaba la que blandía la porra. El anuncio por parte de Obama, hace algo más de seis meses, del inicio de una “nueva relación” con Cuba nos cogió a muchos desprevenidos, pero fue el fruto de negociaciones que llevaban abiertas desde hacía bastante tiempo. Washington parece haberse dado cuenta de que medio siglo de hostigamiento a la isla sólo ha generado un enroque del régimen y la excusa victimista perfecta para que desde el entorno de los Castro se mantenga la dictadura. Quizás pensando en el efecto que tuvo en España el turismo de los sesenta, que no sólo aportó ingresos, sino que sirvió para mostrar a los españoles la nueva y fresca manera de pensar y ver la vida que existía en Europa, trata Obama y su gobierno de propiciar un cambio de régimen en la isla mediante el arma más poderosa, el intercambio comercial. Sita a unos 150 kilómetros de las costas de Florida, Cuba es la mayor de las islas del Caribe y puede ser la potencia turística sin rival en la zona, y hay el negocio es inmenso, tanto para las empresas ya asentadas en la isla, muchas de ellas españolas, como para las americanas, que verán un nuevo lugar para invertir, crear riqueza y hacer negocios. Y eso, tarde o temprano, generará cambios políticos en la isla, y eso creo que lo saben todos los actores implicados en este asunto.

No será ni fácil ni rápido, y contará con la oposición del ala más dura del exilio cubano, que se apoya habitualmente en los republicanos, pero creo que esta nueva política de relaciones con La Habana puede salir bien. Como antes señalaba, hay que mantener siempre un ojo avizor a sabiendas de cómo se las gastan los Castro, pero parece obvio que el régimen se encamina hacia su obsolescencia absoluta, y que una nueva economía, preludio esperemos de una recobrada libertad, sopla por el malecón y demás calles de una Habana, Cuba, que se merece salir del ostracismo en el que el comunismo le ha encerrado durante tantas y tantas décadas.

lunes, julio 20, 2015

Del Reves, de Pixar. Una maravilla

¿Qué somos? Poseemos conciencia, sí, ¿pero qué es eso? ¿Tenemos libertad o alguien nos rige en nuestro interior? ¿en qué punto la complejidad biológica es lo suficientemente intensa como para generar pensamiento abstracto? Estas inmensas preguntas que nos las hacemos a nosotros mismos, y cuyas respuestas no somos capaces de atisbar, están en el fondo de la última película de Pixar, titulada “Del revés” en donde la mayor parte de la acción sucede en el interior de la mente de una niña de 11 años, y donde no se busca responder a esas preguntas, sino simplemente, nada más que eso, enfrentarnos a ellas para ver hasta qué punto somos complejos y diferentes.

Pixar es, probablemente, es estudio de cine que ha creado las mejores películas de los últimos tiempos, basadas además en ideas originales. Sólo han hecho secuelas de sus propios grandes éxitos. El que sean películas de animación no quiere decir nada, porque a mi modo de ver lo importante es que cuenten una historia bien contada, pero sí debiera ser un toque de atención para muchos actores acartonados, que no transmiten ni la milésima parte de la emoción de que son capaces los dibujos de la empresa del flexo. Wall-E y Up marcaron una cota que parecía imposible de alcanzar Perfectas, emotivas, técnicamente perfectas, con uno diálogos grandiosos, y una soberbia ausencia de los mismos en dos inicios que son imposibles de olvidar, no dejaron indiferentes a nadie. Muchos lloraron, lloramos, al verlas, las varias veces que las hemos visto. Ahora, tras unos años de películas “normales” Pixar vuelve a deslumbrar con otra propuesta arriesgada, en la que los protagonistas no son los personajes que pudiéramos pensar en un principio, la niña citada, sus padres y el resto de humanos que deambulan por el mundo, sino las emociones que rigen a los personajes. Cinco de ellas (alegría, tristeza, miedo, ira y asco) rigen la mente de cada persona desde el puesto de mando del cerebro, que tiene conexión con la memoria, el almacenamiento de recuerdos, el subconsciente, y todas las áreas imaginables de la mente humana. Las distintas emociones luchan a veces, cooperan en otras, para hacerse con el control del panel de mandos que rige la personalidad de la protagonista, que responde como una autómata ante las acciones de esos sentimientos, y las palancas y botones que manipulan. Tras una mudanza no deseada que rompe la tranquilidad de los protagonistas “humanos”, las peripecias y aventuras que sufren dos de esos sentimientos, alegría y tristeza, cuando por un accidente son expulsados del centro de mando y caen una región perdida del cerebro, sirven para explicarnos cómo funcionan nuestras mentes desde un punto de vista subjetivo, con un despliegue visual apabullante y un nivel de imaginación portentoso. La sola idea de hacer que los recuerdos sean bolitas de colores, cada uno de ellos propio de la emoción que se asocia, y eso genere un mundo en el que las bolas se encuentren por todas partes es realmente perfecta. A medida que avanza la acción, y con asco, ira y miedo al frente de la mente de la humana, esta se irá volviendo cada vez más recelosa y emprenderá una huida de casa de sus padres, que la lleva hasta el borde del precipicio, mientras que tristeza y alegría intentan de todas las maneras posibles volver al puesto de mando para arreglar los, cada vez más graves, destrozos que no dejan de crecer en la mente de una niña confusa, donde ya nada será igual a como lo recordaba. La acción y, sobre todo, la emoción, son permanentes a lo largo de todo el metraje.

Y un punto muy importante que quiero destacar. En esta película, que sólo los adultos comprenderán del todo, no hay malos. No hay un personaje destructivo que hace faenas o causa problemas, no. Lo bueno y malo, todo, sucede en el interior de nosotros mismos, fruto de nuestra propia complejidad. Hasta ese punto es honesta la película, porque muestra que las decisiones que tomamos nosotros y los que nos rodean son la fuente de nuestra felicidad y las raíces que determinan la personalidad de cada uno. No es necesario ni un héroe ni un villano. Todos somos ambos a la vez, y es responsabilidad nuestra, y de quienes nos acompañan, que uno venza al otro. Vayan al cine, diviértanse y, sobre todo, asómbrense de un derroche de inteligencia y emoción como pocas veces habrán visto.

viernes, julio 17, 2015

Plutón es toda una sorpresa

La noticia de esta semana, con permiso de Grecia, los atentados terroristas de ayer en Egipto y EEUU y otras cuestiones económicas es, sin duda, Plutón. Como sucede muchas veces, al ventana de oportunidad para que algo ocupe los medios, habitualmente estrecha y fugaz, lo es más para noticias científicas, y ni les cuento para el caso de un planeta que, oficialmente, dejó de serlo hace pocos años. De hecho, cuando despegó la sonda New Horizons, que es la que ahora nos está informando sobre ese mundo, hace nueve años, Plutón era un planeta, pero en este tiempo transcurrido, en el que ha reventado nuestra burbuja, Plutón ha perdido estatus estelar.

El último de la lista de cuerpos del sistema solar, el que posee la órbita más excéntrica, que de hecho logra que muchas veces sea Neptuno el planeta más alejado de todos, ha sido siempre una sombra misteriosa. Pequeño, invisible al ojo humano, descubierto hace menos de un siglo, Plutón ha sido siempre un mundo menor, un planeta de segunda fila, que por dificultades propias y por ausencia de imágenes que nos lo mostrasen como tal, ha estado fuera de la imaginación y del hablar común. Creo recordar una sola excepción, que fue el programa de TVE “Plutón verbenero” de Alex de la Iglesia, y me quiere venir a la cabeza algún título de película, pero no me acuerdo y no quiero usar Google para aparentar que se lo que no se. Sin embargo, estos días, y con permiso de la actualidad, Plutón se ha colado en los informativos de medio mundo gracias a las preciosas imágenes captadas por la sonda, que ha logrado pasar a sólo 12.000 km de distancia de ese mundo. Ya sólo el hecho de viajar nueve años, a unos 14 kilómetros por segundo, y pasar tan cerca del objetivo, es para celebrar y felicitar al equipo que lo ha logrado. Y las imágenes que nos llegan, y seguirán haciéndolo, nos sorprenden. Con 2.370 kilómetros de diámetro, es más pequeño que nuestra Luna, que alcanza los 3.474 (La Tierra tiene algo más de 12.000, para hacernos una idea) pero frente a la imagen de nuestra Luna, inerte, llena de cráteres de edad antiquísima, y muy plana, la superficie de Plutón presenta un aspecto completamente distinto. Cordilleras y montañas de, se estima, más de 3.000 metros, se elevan sobre su superficie en algunos puntos, y el aspecto del planeta no es el que cabría esperar de una roca grande y muerta que recibe impactos de meteoritos, no. Posee cráteres, pero pocos, y en general la superficie parece muy “limpia”, como si esos esperados impactos se hubiesen “borrado”. Existen dos maneras conocidas de borrar esas marcas de impacto, y ambas funcionan en nuestra Tierra. Una es el clima, que erosiona los accidentes geográficos y los va suavizando poco a poco. Otra es la tectónica de placas, que poco a poco también va eliminando corteza terrestre y recreando nueva. En la Luna no existe ninguno de esos dos fenómenos, y por ello los impactos que allí se produzcan dejarán una cicatriz imborrable para siempre. ¿Qué es lo que está provocando, por tanto, que Plutón borre sus impactos y que su aspecto sea tan renovado? Ahora mismo nadie lo sabe, y hace una semana nadie podría imaginar que existiera alguna de estas posibilidades. Es difícil saberlo, y habrá que estudiar nuevas imágenes y datos para contrastarlo, pero la evidencia es aplastante. Plutón no es un cuerpo inerte que vaga, muy frío eso sí, como una simple roca. En ausencia de fuerzas de marea provocadas por la gravedad de un vecino gigante, como les pasa a varias lunas de Júpiter y Saturno, Plutón tiene una dinámica propia, que puede surgir o bien por la diferencia de temperatura que se genera entre las zonas expuestas y ocultas al sol (causa climática con atmósfera) o la energía que en el interior es capaz de mostrar potencia geológica. Lo cierto es que nuestro enano y poco considerado Plutón se basta y se sobra para lograrlo.

Es curioso como una sola foto es capaz de, en un instante, derrumbar muchas de las creencias que teníamos sobre algo y plantear nuevas e interesantes preguntas. Esta misión científica, como todas, solucionará algunas de nuestras dudas sobre Plutón, y nos enseñará más sobre cómo funcionan los planetas, en un momento en el que la detección de exoplanetas vive una época dorada, pero sin duda nos obligará a abandonar algunas convenciones que tenemos desde hace mucho y, desde luego, aumentar nuestros niveles de curiosidad y escepticismo, que siempre deben ser muy elevados. Al menos estaremos de acuerdo en que el modesto y enano Plutón se ha ganado, con creces, el derecho a ser considerado nuevamente un Planeta de primera división.

jueves, julio 16, 2015

Tsipras gana la votación pero, quizás, lo pierda todo

Las primeras imágenes de Plutón, lejos de mostrar una roca inerte, baldía, muerta, ofrecen una perspectiva dinámica, la sensación de un mundo joven. Enormes montañas de hielo de más de tres mil metros se elevan sobre la superficie más o menos uniforme de un planeta que, siendo así, muestra actividad geológica propia. Si alguien esperaba que Plutón fuera una aburrida y fracturada bola de hielo se ha dado una buena sorpresa. Nuevamente la ciencia nos muestra que, en cada avance, soluciona viejas preguntas pero plantea muchas nuevas, y nos obliga a ser escépticos, dudosos y humildes. Esa es, en el fondo, su gran lección.

Si en el desarrollo del drama griego hubieran participado un poco más estos factores a los que antes me refería nos hubiera ido mucho mejor a todos, especialmente a los propios griegos, los más interesados en ello. Esta madrugada, en otro episodio geológico, por la intensidad que posee y las fracturas generadas, Tsipras ha conseguido que el parlamento de Atenas vote a favor de las condiciones impuestas en Bruselas la pasada noche del domingo al lunes, por lo que se abre la puerta para, primero, conseguir un crédito puente de cerca de 7.000 millones de euros que permita afrontar los pagos pendientes de esta semana y la que viene, uno de ellos, determinante, con el BCE. Pero el precio más caro que tendrá que afrontar Tsipras no se mide en millones de euros, sino en votos perdidos. Su partido, Syriza, un conglomerado de fuerzas de izquierdas de orígenes y tendencias diversas, se ha fracturado muchísimo a la hora de escoger entre un acuerdo que destruye el programa electoral con el que se presentó a las elecciones pero le permite sobrevivir a la economía del país, o el rechazo a ese plan, la coherencia con sus políticas, y el abismo de la quiebra bancaria y la salida forzada del euro. La bronca entre los parlamentarios y dirigentes de la coalición ha sido de órdago, y las consecuencias permanecerán mucho más allá del día de hoy. Tsipras ahora mismo encabeza un gobierno que sólo puede sacar adelante las propuestas aprobadas con el apoyo de los votos de la oposición, de la Nueva Democracia y el Pasok que (des)gobernaron antes que él. Las reformas, nuevas leyes, duras medidas que tiene que implantar en días, semanas, no las puede sacar con los suyos. Parte de su gobierno se le opone, y esta es una situación anómala que, obviamente, no puede mantenerse mucho tiempo. Tarde o temprano, haya o no remodelación del gobierno, que se sospecha puede producirse hoy mismo, Tsipras se verá abocado a unas nuevas elecciones en las que verá si sigue contando con la confianza del pueblo heleno a la lista que, de fieles, le acompañe. En esa lista, entre otras bajas, no se encontrará ya el inefable Varoufakys, una persona cuyo personaje le ha ido devorando poco a poco hasta el esperpento protagonizado ayer, donde se convirtió en uno de los más críticos con las medidas que traía su, hasta hace menos de dos semanas, jefe en el gobierno. Desatado, libre de las obligaciones y restricciones de ser ministro, Varoufakys ha culminado sus breve y desastrosa gestión al frente de las finanzas helenas como un Nerón que, viendo arder desde su acrópolis particular a la banca griega, se muestra orgulloso de lo que ha hecho, no ve motivos de rectificación alguna y carga contra todos, imbuido de una especie de razón absoluta que le absolverá ante su pueblo e historia. Sería cómico si no fuera dramático.

Y tras un nuevo día de cierre de bancos y corralito, y con la resaca de los disturbios vividos ayer en las calles de una Atenas cada vez más nerviosa y desesperanzada, la economía griega sigue en su proceso de estrangulamiento, de parálisis, al carecer de efectivo, liquidez y servicios financieros. No quiere saber cuál puede ser el importe del rescate que pueda cubrir la ruina generada sólo en estas apenas tres semanas de cierre. La aprobación de esta noche es el primer paso para lograr levantar el corralito, pero no se engañen. El destrozo ya es inmenso y, en muchos casos, irreversible. Como me temo que acabará siendo la situación del propio Tsipras.

miércoles, julio 15, 2015

El pacto nuclear entre EEUU e Irán. Una buena noticia

Hemos necesitado llegar hasta Plutón para que una buena noticia tenga lugar en la esfera internacional, que tan convulsa y desgraciada está últimamente. Tras prolongar las conversaciones varias fechas más allá de las inicialmente pactadas, ayer se hizo público el acuerdo al que ha llegado el llamado grupo P5+1, una reunión selecta de potencias occidentales encabezadas por EEUU, e Irán, para supervisar el programa nuclear persa, alejando la posibilidad de que pueda ser el germen de una bomba atómica, pero permitiéndole desarrollar procesos que conduzcan a la producción de energía por esa vía.

En este acuerdo Irán sale ganando mucho, principalmente porque, hasta ahora, su programa nuclear, que aún no había conseguido frutos significativos, le estaba saliendo muy caro. Convertido en un paria en el contexto internacional, asfixiado por un embargo que le impedía exportar petróleo, su principal fuente de riqueza, y con una economía muy dependiente del exterior que se desangraba día a día, Irán tenía que acabar escogiendo entre continuar con una quimera que sólo le iba a traer desgracias o renunciar para poder seguir existiendo, al menos en lo económico. Al final se ha impuesto la sensatez de los nuevos dirigentes de Teherán, una vez que el desquiciado Ajmadineyad abandonó el poder. Sus años de mandato, cargados de declaraciones insultantes y amenazadoras, sólo supusieron miseria y pobreza para su pueblo. Su sucesor, Hasan Rohani, bastante más listo y pragmático, supo virar lo suficiente el hosco y oscuro régimen de los ayatolás como para acabar llegando a un acuerdo con las potencias que, en este caso, han actuado de manera coordinada y constante a lo largo del tiempo. Esta firma abre un nuevo mundo en la región, dado que vuelve a dar a Irán, la otra gran potencia regional junto a su archienemiga Arabia Saudí, el papel de actor relevante, y hasta cierto punto socio colaborador de ese gran Satán que es EEUU. La lucha contra el islamismo de DAESH, sunita, patrocinado encubiertamente por las monarquías del golfo (como no me lee casi nadie puedo escribir lo que casi todo el mundo piensa) ha convertido al chií Irán en uno de los principales aliados de EEUU en el combate sobre el terreno. Tropas de Teherán se desenvuelven por Irak como si fuera su país y desarrollan acciones de guerra coordinadas contra el enemigo común. Parece claro que esta asociación de intereses contra el mal ha logrado hacer esos extraños compañeros de cama que suele decir el dicho, y ha facilitado las negociaciones. Pero no sólo este aspecto se verá alterado por el pacto, no, las derivadas son inmensas. El mercado del petróleo va a ver como poco a poco un nuevo e inmenso productor vuelve a vender millones de barriles, lo que probablemente haga caer aún más su precio. La posición de Israel, contraria al acuerdo se ve, con la firma del mismo, debilitada, y hace que aumenten las rencillas entre Jerusalén y su histórico aliado norteamericano. La guerra de Siria, en la que el dictador Asad cuenta con un apoyo de Irán, o las milicias de Hamas y Hezbolla, que cuentan también en Teherán con un benefactor, pueden verse de rebote favorecidas por los nuevos ingresos que conseguirá su nada encubierto patrocinador. Y así podíamos seguir enumerando factores que se ven alterados por un acuerdo que tiene el potencial de cambiar las estructuras de poder que rigen en esa convulsa región desde hace bastante tiempo. Y ya saben que esos cambios pueden ser para bien, para mal o para vaya usted a saber dónde.

No hay que ser ingenuos tampoco en este asunto. Irán accede al pacto por la presión internacional y el ahogo económico antes comentado, no por arrepentimiento ni renuncia propia a la bomba. Como bien dijo ayer Obama, la base de este acuerdo no es la colaboración, sino la verificación. Inspectores internacionales se podrán mover a sus anchas por el país durante años, comprobando que no se realizan actividades secretas y que lo firmado se cumple. Como en el caso griego, la desconfianza provoca que sea necesaria una supervisión mucho más intensa sobre el terreno, y en ella es en quien debemos depositar la esperanza de que el acuerdo rubricado se lleve a la práctica. Ojalá sea así

martes, julio 14, 2015

Guindos no presidirá el Eurogrupo

Haciendo un chiste muy malo, puede decirse que los miembros del Eurogrupo han preferido seguir con Apple antes que cambiarse a Guindos. Tras más de un año de campaña, vendiendo el resultado de la votación de ayer como si fuera un hecho cierto, la derrota de Guindos en la carrera por presidir el Eurogrupo, además de ser una mala noticia para España en su conjunto, es una nueva muestra de hasta qué punto el gobierno de Rajoy vive, como otros tantos gobiernos, en una realidad paralela, en la que confunde ilusiones con certezas, gigantes con molinos y se estrella una y otra vez contra sus aspas. Así no se va a ningún lado.

No quiero fijarme tanto en las implicaciones políticas de este fracaso, que las hay, sino en el hecho fundamental de suponer que algo sucederá. Rajoy cometió un enorme error al dar por sentado que, algo que no depende de él, pasaría. Ya suele ser difícil que lo que depende en exclusiva de nosotros mismos lo logremos, bien porque no es nuestro día o porque surjan imprevistos que lo alteren, pero en un juego en el que controlamos una de las piezas, y ni si quiera la principal, afirmar como se hacía desde Moncloa hace varios meses que ya se trabajaba con que, dando por segura la elección de Guindos, habría que hacer cambios en algunas piezas del gobierno resulta ser, visto con perspectiva, ridículo. Rajoy ha hecho campaña por su ministro, probablemente con el mismo estilo decimonónico con el que la hace para los suyos en España, y que resulta tan poco efectiva allí y aquí, y en una votación de diecinueve países en los que cada uno cuneta lo mismo de nada sirve que Alemania nos apoye. Partíamos con un hándicap de cara a esta elección, y es que pese a que nuestras cifras de crecimiento ahora son lustrosas, nuestra macro sigue siendo desoladora. Debemos un 100% del PIB y tenemos un 23% de desempleo, esas son nuestras credenciales básicas. ¿Qué lecciones podemos dar al resto de Europa en esos aspectos? Básicamente que no sigan nuestro ejemplo. En el transcurso de la crisis griega, donde se ha polarizado y extremado el debate, no consta en ninguna parte que hayamos jugado papel alguno. Somos público que aplaude y acepta el final de la obra, pero que ni participa en el guion de la misma ni, mucho menos, en la representación. Es evidente que no poseemos liderazgo comunitario, y que poco a poco nuestra representación en Bruselas ha sido reducida a la nada. Contábamos con la promesa de alcanzar el cargo de ayer, y el gobierno se las veía felices. Ahora, tras la derrota, España dirige una subcomisaría, que es el cargo que ostenta Arias Cañete, y muy poco más. Es cierto que estamos infrarepresentados, y habrá que pensar mucho cómo y por qué hemos llegado a este punto tan bajo. Nunca debimos dejar escapar la silla que teníamos en el BCE, que dejó González Páramo, y perder ese hueco fue nuestra mayor derrota. Ahora toca lamerse las heridas, fabricar excusas por parte del gobierno para justificar lo que no es sino una derrota absoluta (es triste e infantil, pero se hará), celebrar la pérdida por parte de la oposición política (es igualmente triste e infantil, pero se hará) y, en otros ámbitos y puestos, seguir intentándolo hasta lograr alcanzar algo.


Y la moraleja, para el gobierno y todos nosotros, es obvia. Humildad, humildad y siempre humildad. Cuando logres el éxito, celébralo y da las gracias a los que te han ayudado, que seguro serán muchos, pero nunca lo des por hecho hasta que lo tengas. Lo de “hasta el rabo todo es toro” es una frase hecha que tiene mucho sentido y advierte de que el peligro no desaparece hasta que desaparece. Tan sencillo como eso. Hoy en Moncloa debieran hacérselo mirar, y los medios que han dado por hecha esta victoria, ahora tendrán que reflexionar de hasta qué punto sus fiables fuentes no son sino caños huecos. Ya lo decía el personaje interpretado por Rosa María Sarda en “Belle Epoque”.. “comportaos, que estamos en el extranjero”.

lunes, julio 13, 2015

Grecia claudica, la UE pierde

La interminable crisis griega ha vivido este fin de semana otro apasionante capítulo en el que, como en las mejores tramas, la realidad ha dado un nuevo giro y nada de lo que se suponía ha pasado. Se esperaba, tras la nueva propuesta griega, salida tras el referéndum del No, que los socios comunitarios acabaran aceptándola, dado que ya era de por sí más complaciente con los acreedores que lo que supuestamente rechazaron los griegos en las urnas. Venía a ser un “no pero sí” extraño y sin mucho sentido. El viernes por la tarde parecía que las cosas iban a discurrir, sino tranquilamente, al menos sin demasiados sobresaltos.

Pues no, mira por donde, no ha sido así. La reunión del Eurogrupo del sábado, que empezó de manera cordial, se fue torciendo poco a poco a medida que las exigencias de los acreedores iban subiendo de tono. La posición dura estaba encabezada por Alemania, Finlandia, Holanda y varias repúblicas bálticas y del este. Las tres primeras naciones, grandes contribuyentes a los rescates, el resto, pequeñas pero que han sufrido en sus carnes duros procesos de ajuste. Los blandos, por así llamarlos, liderados por Francia, Italia y la propia Comisión Europea. España, como siempre en estos casos, no pinta nada, no tiene postura conocida, y acaba sumándose al acuerdo que haya, sea el que sea. La sensación general a medida que se ponía el sol en Bruselas era de que muchos países estaban hartos de Grecia, de sus incumplimientos, de sus promesas maravillosas nunca llevadas a la práctica, de sus planes que tan bonitos quedan sobre el papel y que nada acaban siendo, y de todo el mareo que han supuesto estas semanas de debates, rupturas y referéndum. Con la situación de los bancos helenos al borde del colapso, el corralito implantado sin fecha de fin y el control de capitales con el exterior en vías de convertirse en permanente, la economía griega se hunde, y la posición de debilidad del gobierno de Tsipras es total. “Esta es la nuestra” debieron pensar los acreedores, y presentaron una propuesta dura, muy dura, mucho más que la que hizo levantarse a Tsipras de las negociaciones hace un par de semanas y que fue rechazada por el voto popular. La falta de confianza de los socios con Grecia había llevado a exigirle unas garantías e imponerle unas condiciones draconianas. Nada de reestructuración de la deuda, nada de concesiones y nada de tiempo. El catálogo de medidas de reforma que tenía el gobierno de Atenas sobre la mesa, y que debía poner en marcha en apenas unos días, era una enmienda a la totalidad del programa de gobierno con el que Syriza llegó a las elecciones. Asumirlo implicaría la renuncia a su, por otra parte excéntrico, ideario, y una situación en la que el gobierno, deslegitimado, debiera escoger entre llevar a cabo esas medidas o renunciar. Para más inri, y a propuesta de Alemania, se ofrecía a Grecia la opción de reestructurar su deuda, sí, pero en el caso de que saliera temporalmente del euro durante cinco años. Asombroso. Era un “o lo tomas o te vas” muy literal, y que acabó por enturbiar la reunión del Eurogrupo, alargarla hasta la noche del Sábado y volver a convocarla, para no llegar a un acuerdo, la mañana del domingo.

Ayer por la tarde, en la reunión de jefes de estado de los países del euro, la situación era la misma. Tsipras, acorralado, asaeteado por el resto de países, que ven en él a un personaje nada fiable, tenía sobre la mesa ese cerrado y duro paquete de condiciones que, aunque finalmente se suavicen algo en un acuerdo final, suponen la rendición absoluta de su gobierno y figura. En el juego de los faroles la UE mostró a Grecia hasta qué punto se puede castigar al que juega sin cartas y marea la perdiz. Pase lo que pase, ayer fue un mal día para el conjunto de Europa, un nuevo enfrentamiento entre las naciones que lo conforman, y la sensación de que la crisis griega ya ha destruido algo en el seno de la UE que costará volver a arreglar.

viernes, julio 10, 2015

Veinte años del genocidio de Srebrenica

Nos jugamos mucho con Grecia. Nos va en ello bastante más que el dinero, y eso que no es poco. La credibilidad, el futuro del proyecto europeo, el tratar de tapar heridas reabiertas estos días, azuzadas por los nacionalismos que nos han desagarrado a lo largo de siglos de guerras crueles y carentes de sentido. Un acuerdo griego, aun malo, y probablemente provisional, es mejor que cualquier otra cosa, y desde luego mejor que la salida. Quizás no haya alternativas buenas, y debamos optar entre lo malo y lo peor. En ese caso, no lo duden, usen la teoría del mal menor de Ignatieff y dejen que los griegos nos engañen con sus cuentas. Eso antes de que veamos escenas no deseadas en Atenas.

Coincidiendo con este escenario convulso, se cumplen ahora veinte años del genocidio perpetrado por las tropas serbias sobre el enclave bosnio de Srebrenica. Más de ocho mil musulmanes bosnios fueron asesinados en pocos días por soldados de las milicias serbobosnias que eran dirigidos por el militar Radtko Mladic y espoleados por el psicólogo y líder de aquel sueño panserbio que se llamaba Slobodan Milosevic. Tras años de guerra, en los que el sitio de Sarajevo fue lo más conocido del conflicto, la vileza y crueldad que se desató en aquella región de, sí, Europa, alcanzó simas como no las había tocado desde la II Guerra Mundial, una guerra iniciada como otras tantas en, sí, Europa. En las guerras de los Balcanes de los noventa, donde año tras año el conflicto se extendía entre todas las regiones para dejarlas lo más arrasadas y étnicamente “limpias” posibles, la absoluta responsabilidad de lo sucedido fue de, sí, Europa. No quisimos ver lo que allí se estaba fraguando, no quisimos actuar para evitarlo, no nos importaron sus consecuencias y, aún hoy en día, apenas sabemos nada de lo que allí pasó ni tenemos el más mínimo complejo de culpa al respecto. Srebrenica era, en teoría, una zona segura custodiada por soldados holandeses, encuadrados en las fuerzas de los cascos azules de la ONU. Esos soldados, que eran tan europeos como los que finalmente murieron y los asesinos que les mataron, no hicieron nada para evitar aquella matanza. Quizás no imaginaron lo que podía suceder, no les entraba en la cabeza que las fuerzas de Mladic, una vez rodeada y tomada la población, exterminarían a sus habitantes. Pensaron quizás que los trasladarían a un gueto, y allí les custodiarían, y su papel, como soldados de interposición, se limitaría a controlar la caravana de la vergüenza e impedir que nadie se cayera por los arcenes o quedara atrás. Mladic no hizo nada de eso. Separó a hombres, mujeres y niños, asesino a todos los primeros y a varios de los últimos, y usó a las mujeres como premio para sus valientes ejecutores. Y los cascos azules holandeses nada hicieron para evitar aquello. Nada. Y el resto de Europa hizo exactamente lo mismo. Nada. Cuando poco a poco empezó a salir a la luz lo que había pasado en aquella localidad bosnia el velo de la vergüenza empezó a cubrirnos y las manifestaciones de duelo se sucedieron. Duelo falso, lágrimas de cocodrilo, muy habituales en Europa, con llamadas a posteriori para evitar lo que se produzca lo que ya sabíamos que se estaba produciendo ante nuestros cerrados ojos. Al igual que hoy en día lamentamos las muertes de la inmigración ilegal pero no hacemos nada para evitarlas, entonces no hicimos nada para evitar unos asesinatos que pocas voces, pero muy claras, nos advertían de que podrían tener lugar. No escuchamos aquellas voces. Y gracias a eso, varias miles de voces fueron apagadas para siempre, sobre la torturada y sangrienta tierra de Europa, a manos de europeos.

Hace poco he terminado de leer un libro conmovedor llamado Sarajevo, escrito por el periodista Alfonso Armada. Cronista internacional de prestigio, ahora en el ABC, en la guerra de Bosnia trabajaba para El País. En este libro Armada incluye los artículos que enviaba a la redacción sobre el sitio a la capital Bosnia e incluye sus reflexiones, en las que busca la esperanza en medio de la amargura e impotencia de saber que lo que narra no evitará ninguna muerte, porque a nadie le importa la guerra. El libro acaba en el presente, en un viaje que Armada hace con viejos compañeros de aquellos tiempos a Srebrenica. Léanlo, descubrirán lo que es periodismo de verdad, y homenajearán a quienes perdieron la vida en Europa, hace veinte años.

jueves, julio 09, 2015

El derrumbe de la bolsa china

Metidos de lleno en el inmenso berenjenal griego, no prestamos atención a lo que sucede más allá de los límites de la UE, y siguen pasando cosas que nos debieran importar. Una de ellas, mucho. Tras tres semanas de caídas, esta cuarta de desplome ha puesto en el foco a la bolsa china, que acumula pérdidas de más del 30% en este corto periodo de tiempo. Bajadas superiores a los cinco puntos porcentuales durante varios días, suspensión de la cotización de algunos valores, sumidos en un desplome lleno de pánico que les hace imposible cotizar… los inversores chinos viven en sus carnes algo que todos hemos conocido por aquí. Bienvenidos al pinchazo de la burbuja.

Quizás la anterior afirmación sea un poco arriesgada, pero es lo que parece. Tras años, décadas de explosivo crecimiento en el gigante asiático, que lo ha hecho aún más gigantesco, China se enfrenta a un reto estructural muy serio, que debe afrontar con cuidado para no cometer errores y poder seguir adelante. Durante estos años el patrón de crecimiento chino se ha basado en bajos salarios, lo que le ha permitido ser la fábrica del mundo, y tremendas inversiones, tanto públicas como privadas, que le han permitido inaugurar obras faraónicas por todo el país, y en este caso el adjetivo corre el riesgo de quedarse corto. Y todo ello, como no, desde el dirigismo del dictatorial gobierno de Pekín. Ahora mismo las cosas han cambiado. Los salarios chinos han empezado a crecer y la competencia de otros países vecinos hace que parte de las fábricas abandonen su suelo rumbo a destinos más baratos (sí, China está empezando a aprender el significado del término deslocalización). Muchas de las infraestructuras construidas empiezan a verse como redundantes o, desde luego, carentes del rendimiento económico que se esperaba de ellas. Millones de viviendas levantadas a todo correr pueden acabar convirtiéndose en bloques fantasmas, erigidos en medio de una nada que nunca será habitada del todo. Y todo ello en un mar de deuda, pública y privada, destinada a financiar esas inversiones y el abastecimiento ingente de materias primas, tanto para “humanos” como para la economía, que han tirado de la economía de medio mundo durante estos últimos años. El sistema financiero chino, intervenido en parte, situado en la más absoluta sombra en otra, es una caja negra en la que nadie sabe muy bien qué es lo que se esconde. De ahí que este derrumbe bursátil, que muestra todas las características clásicas de los habidos en otras partes del mundo, pueda ser la antesala (o no) de una caída en muchas de esas entidades financieras que han vivido al margen del sistema, y de empresas no financieras que, endeudadas hasta los ojos, han podido sobrevivir mientras el disparo económico no tenía fin. Por eso, y porque toda burbuja sólo es plenamente identificada una vez que nos ha estallado encima, hay que seguir muy de cerca lo que pasa en el mercado de Shanghái, donde el interventor gobierno chino está haciendo todo lo posible para que las cotizaciones se frenen, bien inyectando liquidez o directamente suspendiendo cotizaciones. A ver de lo que es capaz el partido único ante la fuerte marejada económica.

Se dice, y con razón, que China es otro mundo, tanto por la inimaginable dimensión de su población como por su régimen político, filosofía de vida y características culturales. Pero ahora, tras años de expansión sin fin, se enfrenta a un reto tan complejo y peligroso como el que vivió Japón tras el derrumbe de su burbuja o EEUU tras la crisis subprime. Cada crisis en cada país y época es diferente, cierto, pero todas comparten elementos comunes que sirven para identificarlas, y la historia demuestra que provocan daños, de mayor o menor entidad en cada caso, pero persistentes y difíciles de gestionar. No creo que China sea una excepción. Mucho ojo con lo que allí pueda pasar, afectara a todo el mundo.

miércoles, julio 08, 2015

La ola de calor no se acaba

Es verano, 8 de Julio, pese a que empieza a notarse que el día acorta por la mañana, aún es larguísimo. Nos acercamos a la canícula, ese periodo entre mediados de Julio y Agosto en el que, debido a la inercia térmica, se suelen situar los días más cálidos del año, pero en el tórrido año 2015, que ya nos ofreció un Mayo de calores saharianos muy extraños, la canícula parece que se ha instalado con nosotros desde hace mucho tiempo y no tiene intenciones de aflojar. En Madrid llevamos unas dos semanas bordeando o alcanzando los 40 grados, y muchas regiones quisieran que no se pasase de ese valor disparatado, dado lo que sufren a diario.

Este año está batiendo records de máximas en muchísimas partes, aunque también hay que señalar que en la costa cantábrica y mediterránea las temperaturas están siendo las normales, y que en zonas habitualmente muy cálidas como en Extremadura no se está produciendo el habitual disparo de calor. Lo hace, sí, pero no de manera extraordinario. En esta ocasión somos los de la zona centro, y el valle del Ebro y Guadalquivir los que nos llevamos la palma de las temperaturas. Madrid, en donde en verano hace calor, está siendo uno de los lugares más agobiantes de España, y claro, aquí se junta todo. No sólo el absolutista sol que no deja de golpear cada minuto del día, sino el ambiente urbano que contribuye a recalentarlo todo. Asfalto que amenaza con derretirse, coches a millones que no dejan de exhalar humos y calentarse en ruedas y chapas, edificios que acumulan calor en sus paredes y techos, y que cuanto se mete el sol lo sueltan poco a poco, para que la noche siga cociéndose a fuego lento, y miles, millones me atrevería a decir, de cajas de aire acondicionado, que hacen soportables muchas viviendas, pero que sueltan un continuo calor desde sus extractores a la calle, haciendo aumentar la sensación tórrida que impera por todos lados. Si uno pasea por ahí es imposible que no sea alcanzado por el ardiente chorro emitido por uno de esos extractores, que unido a la corriente natural de aire le hace a uno tener la sensación de haberse caído en el interior de un aparato secador de manos de esos que hay en los baños públicos. Cuando se pone el sol y llega la noche, el visitante de Madrid confía en que la temperatura se acompase a la luz, y se vaya amortiguando, pero no es así. Las noches de verano en el interior de la península pueden llegar a ser un lujo con su calidez y la oportunidad que ofrecen al ocio y disfrute de la oscuridad, pero se convierten en auténtica tortura a la hora de conciliar el sueño, de encontrar descanso o, simplemente, un momento en el que no sudar. Vecindarios que a eso de las 12 de la noche bullen de actividad como en plena hora punta, y en los que multitud de ventanas abiertas se asoman a la noche, como las boquillas de los peces cuando les sacan del agua, tratando de respirar un poco y conseguir un aliento que les permita seguir adelante. Noches de nula intimidad, en las que se oyen las televisiones, radios y demás equipamientos caseros, se ve como se cena con poca luz, tardíamente, y a veces en semidesnudez, donde se escuchan conversaciones, discusiones, llamadas telefónicas, sexo ocasional (de algunos valientes que le cogen el gustillo a lo de sudar juntos) y el ronroneo continuo de los aparatos de aire acondicionado, que se convierten en la banda sonora de la noche. A medida que la actividad de las casas disminuye ese rumor de aire artificial aumenta su presencia, y se hace el dueño absoluto de una noche en la que por desesperación, o puro agotamiento, las voces y actividades humanas se apagan.

Y al poco, tras una noche nada reparadora, en la que el sueño ha sido volátil y ligero, como el aire cálido que todo lo rodea, suena el despertador, y por las ventanas abiertas de casa se cuela una pequeña brisa que, a veintitantos grados, asemeja ser un refrescante soplo de aire puro. Y el sol amenaza al fondo con volver a dominar un nuevo día en el que la ciudad, recalentada, se expandirá, se dilatará toda ella, con sus habitantes incluidos, en la búsqueda de una sombra o respiro que le permita llegar a esa nueva noche en la que, como los sueños de ligue nocturno, la frustración será la nota dominante tras comprobar que, con la caída del sol, la temperatura sigue haciendo acrobáticos ejercicios en las alturas.

martes, julio 07, 2015

Grecia, o el milagro de la normalidad

Mientras que la crisis griega sigue desbordándonos en su complejidad, mostrando decenas de aristas a cada cual más difícil de evaluar, la situación en las calles de Atenas se complica a medida que el corralito cumple días, la restricción monetaria se convierte en escasez y particulares y empresas empiezan a encontrarse faltos de efectivo unos e imposibilitadas las otras para efectuar transacciones y pagos, dado el cierre bancario. Poco a poco la economía se esclerotiza y estrangula, lenta pero de manera imparable. Haya acuerdo hoy, mañana o cuando sea, el destrozo que esta situación ejerce sobre la economía local es inmenso.

Lo de Grecia también nos sirve para recordar que muchas de las cosas que damos por supuestas en nuestro día a día son mucho más frágiles de lo que parecen, y requieren que haya mucha gente, e instituciones, trabajando y cooperando para que sucedan, aunque nosotros sólo veamos pequeños frutos de ese inmenso trabajo. Abrimos el grifo y sale agua, pulsamos un interruptor y se enciende la luz, hacemos click en un enlace y saltamos de web en web, y así miles de situaciones cotidianas en las que apenas reparamos, que son naturales, porque para nosotros siempre han existido, y nos parecen tan obvias como el aparente (y falso) ascenso y descenso del sol sobre nuestras cabezas. Cuando se produce una huelga en uno de estos sistemas básicos es cuando empezamos a intuir el papel de quienes trabajan para respaldarlo. Deje unos cuantos días sin mantenimiento la red eléctrica de una ciudad o país y verá como empiezan a producirse apagones, pequeños en un principio, pero que irán a más. Abandone el metro de una ciudad a su antojo durante unas semanas y las líneas empezarán a dejar de prestar servicio por caídas de tensión, inundaciones, roturas de trenes y cualquier otro desperfecto que, poco a poco, irá agrandándose hasta convertirse en un serio inconveniente. En los cajeros automáticos, que son nuestra habitual fuente de billetes, y más en España, que posee un parque con una densidad, creo haber leído, como no la hay en el mundo, el milagro de meter la tarjeta, teclear unos números y sacar el dinero requiere técnicos electricistas, reponedores de billetes, encargados de logística, mantenimiento de los cajeros, etc. Pero junto a esa técnica, en este caso también hace falta un trabajo “oculto” de instituciones públicas y privadas para que sea posible, por un lado, acceder a esos billetes y para que, por otro, los billetes tengan el valor que se les supone. Muchos vivimos el momento milagroso de la nochevieja de 2001, cuando al acabar ese año los euros empezaron a circular. Iba uno al cajero en esa noche de fiesta y casi lo primero que hacía en 2002 era sacar unos billetes de colores que olían a nuevo, y los miraba con curiosidad y, hasta cierto punto, orgullo. Para que esos billetes llegasen hasta nuestras manos pasó mucho tiempo y esfuerzo técnico, sí, pero también consenso institucional y político. Recuerden que el 31 de diciembre de 2001 esos billetes no existían, no eran legales, no tenían valor, y tras las campanadas, sí. ¿Milagro? No exactamente. Consenso, que es algo parecido. En Grecia ese consenso, ahora mismo, no existe, se ha roto. Los cajeros pueden expedir billetes, sus ranuras están libres, los rodillos que los capturan, lectores de tarjetas, pantallas táctiles, todo está en orden. Pero falta el consenso político y financiero que permita que esos papeles puedan circular, al haberse roto muchas de las reglas que, aunque no se vean, les ofrecen el sustento debido. Desde los propios bancos, hasta el BCE y los gobiernos, sus reglas deben cumplirse para que el billete salga de la máquina, en algo que es mucho más que un mero ejercicio mecánico.

Y si, como sabemos por experiencia, reparar una avería técnica puede ser algo muy difícil y costoso, en tiempo y dinero, arreglar un desaguisado institucional lo es mucho más, porque exige reconstruir ese consenso perdido y volver a unas reglas mínimas de funcionamiento que, al menos en este caso, permitan a la banca griega no saltar por los aires si no recibe la liquidez necesaria para sobrevivir día a día. El BCE, otra institución, tiene el poder en su mano en este momento, pero son muchas las personas y organismos que van, vamos, a tener que trabajar duro para que algo tan natural como sacar euros del cajero vuelva a convertirse en rutinario en las ciudades helenas. Recuérdelo la próxima vez que acuda a su cajero, hay un inmenso mundo oculto funcionando detrás de la pantalla, y no sólo de cables y palancas.

lunes, julio 06, 2015

Ahora que Grecia ha dicho que NO, Varoufakis se va

Es imposible superar la intensidad del guion del drama griego. Muchos creíamos que el referéndum de ayer iba a ser muy disputado, que iba a dar la imagen de un país fracturado casi por la mitad y, pese a que esperaba que ganase el sí, cualquier resultado iba a estar empañado por esa división interna. Pues resulta que no y que no. El país no se ha dividido, sino que de una manera contundente, un 60 a 40, ha votado por el No a la propuesta de acuerdo que se debatía, propuesta ya superada por los acontecimientos. El resultado, en principio el más difícil de los dos posibles, ha cogido a muchos por sorpresa, a mi también, y abre un escenario de incertidumbre aún mayor si cabe.

Y ahora ¿Qué? Pues la verdad es que no tengo ni idea. En teoría un Sí, pese a referirse a una oferta caducada, simplificaba la posibilidad de acuerdo dado que venía a respaldar la existencia de uno, en las condiciones en las que alcanzase. La traducción más literal del No es que Atenas no aceptará cualquier cosa como acuerdo, que sus líneas rojas de recortes en pensiones y estado de bienestar son inamovibles y que la reestructuración de la deuda tiene que estar encima de la mesa. Es decir, que o el acuerdo se parece mucho a lo que yo deseo o no hay acuerdo. Por el lado de las instituciones de la UE la situación también se ha complicado. Saben que si quieren ofrecer a Atenas algo que vaya a firmar debe incluir compromisos que respeten esos puntos, cosa que no desean hacer porque saben que sería una derrota para los acreedores en toda regla, pero lo más importante ahora es ese “si condicional” sobre el acuerdo, y es que hoy habrá voces que interpreten el No de ayer como un no a Europa, como un no al euro, como un no a las instituciones, y que la respuesta a un No es un No aún más grande. Algunos de los socios se plantean directamente la posibilidad de no negociar, y empezar el proceso de ruptura, pensando en el fondo que para qué negociar con unos señores que no respetan su palabra y que sólo van a firmar, y no cumplir, lo que deseen. Los resquemores, recelos y enemistades de los que hablábamos la semana pasada, y que no han dejado de crecer, son ahora mucho más importantes a la hora de llegar a un presunto acuerdo, y todas las declaraciones habidas desde hace unos días hasta ahora mismo no hacen sino dificultar el logro de ese necesario acuerdo. Sigo pensando que finalmente se alcanzará, porque la salida de Grecia de la UE sería un disparate para Europa y el suicidio para los griegos. El BCE es, ahora mismo, el único que puede otorgar a la banca helena la liquidez necesaria para poder afrontar los pagos de esta semana y comprar así tiempo para que el acuerdo, aunque fuera de mínimos, y sujeto posteriormente a costosas ratificaciones, lograse al menos tranquilizar al situación y permitir reabrir los bancos. La economía y los ciudadanos griegos no van a aguantar mucho tiempo la situación de corralito en la que viven, y el colapso de los negocios y empresas no tardará en llegar con el sistema financiero estrangulado. En plena temporada turística urge arreglar este problema de acceso a la liquidez, y lograrlo es la única manera de evitar que la macro helena se despeñe por completo y haga inviable cualquier ajuste a medio o largo plazo. ¿Es posible lograr el acuerdo? ¿Hay margen para sentar en una mesa hoy mismo a Grecia y a sus acreedores para que, en horas, en días, alcancen un mínimo entendimiento? No lo se.

Supongo que estas preguntas se las ha hecho por la noche Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas griego, uno de los grandes protagonistas de la historia, y su conclusión ha sido que, pese a la victoria en el referéndum, su imagen ante Bruselas, chamuscada por completo, es un obstáculo para alcanzar ese acuerdo in extremis, por lo que acaba de anunciar, por sorpresa, su dimisión, para allanar el camino y facilitar las negociaciones, en otro apasionante giro argumental de esta historia que mantiene enganchada a la población de medio mundo como si de una telenovela se tratase. Esta jugada de Varoufakis tiene un potencial enorme, y habrá que ver a lo largo del día de que es capaz. Si pestañean, se lo pierden, porque esto es economía política en estado puro.

viernes, julio 03, 2015

Rajoy acelera en su campaña (de gasto) electoral

Se acercan las elecciones generales, aunque no está claro cuándo van a ser y, desde luego, sui fuera por la voluntad de Rajoy, llegarían muy tarde. Sin embargo es inevitable que el ambiente preelectoral nos invada, a pesar de que nos encontramos a principios de un Julio tremendamente cálido y en el que la actualidad internacional no da tregua. En este ambiente, y entre nuevas acusaciones de corrupción, Rajoy anunció ayer un nuevo paquete de rebajas fiscales, que replica al que entró en vigor el 1 de enero de este año y que, desde la nómina de este mismo julio, supondrá una inyección de 1.500 millones en nuestros bolsillos.

Y para variar, aflora mi vena cascarrabias. Estoy en contra. Ya hace una semana escribí en contra de la posibilidad de que se nos reintegrara a los empleados públicos lo que nos queda pendiente de la extra retenida en 2012, y el argumento que utilice entonces sigue siendo válido ahora. Es una medida electoralista y que supone incrementar un gasto público que está fuera de control, y que año tras año genera un déficit que engorda nuestra deuda pública. Si Rajoy cree que le sobran 1.500 millones de euros, como político obsesionado por ganar las elecciones, que es lo que es, como todos, es lógico que lo derroche para comprar votos. Pero su fuera un buen presidente del gobierno, debiera darle otro uso a ese dinero. Le ofrezco aquí, sin pensarlo mucho, cuatro alternativas, dos de gasto y dos de ahorro, para que se sienta feliz y vea que hay donde escoger. Una primera de gasto sería, por ejemplo, reforzar las políticas de I+D+i, buscando el retorno de investigadores, dedicando ese dinero a un programa de becas que, con una duración de varios año, permita que científicos que han tenido que irse al extranjero puedan retornar en condiciones competitivas, u otorgándolo en bloque a proyectos de excelencia científica o de empresas innovadoras que estén desarrollando iniciativas (¿una asociación con el nuevo campus de emprendedores de google recientemente inaugurado en Madrid?). Otra de gasto, muy distinta, sería la de emplear ese dinero en la creación de un fondo de lucha contra la desigualdad que, por ejemplo, se destine a alimentar a niños que se encuentran en el umbral de la pobreza, o a surtir de recursos a bancos de alimentos o comedores escolares que, siendo verano, deben seguir abiertos para que muchos críos puedan comer en ellos lo que en sus casas sus padres no pueden proporcionarles. Entre las alternativas de ahorro, que serían mis favoritas en caso de hacer una elección rápida, la obvia es la de aprovechar para amortizar títulos de deuda pública viejos, de interés elevado, con lo que la media de intereses de nuestra deuda bajaría un pelo y el monto total, que ya está en el salvaje 100% del PIB se reduciría, casi nada, sí, pero algo por primera vez en mucho tiempo. Otra posibilidad de ahorro sería la de destinar ese dinero a reforzar el fondo de las pensiones, la hucha de la que no se deja de sacar dinero a manos llenas, ayer mismo más de 3.500 millones sin ir más lejos, mostrando que los ingresos vía cotizaciones no deben ir muy holgados, lo que es lógico dado que los nuevos cotizantes cobran menos que los antiguos y por ello sus aportaciones, pese a que numéricamente crezcan, no lo hacen proporcionalmente en el volumen recaudado. Destinar el dinero a ese fondo sería una muestra de responsabilidad intergeneracional y de compromiso con el mantenimiento de las pensiones públicas, hecho del que el gobierno alardea frecuentemente, y que, de hacerlo, sí podría exhibir con orgullo.

De hecho, cualquiera de estas cuatro medidas, bien vendida, se podría colocar como un éxito de la política del gobierno y, en el caso de las de gasto, generaría réditos electorales, que es lo único que interesa ahora mismo al PP (y resto de partidos). Sin embargo Rajoy ha optado por lo fácil, por fundírselo, por gastar la paga extra que, se supone, le ha caído, en la esperanza de que ese dinero extra anime el consumo y tire aún más de la economía hasta el sprint de finales de año, y ese mejor comportamiento económico se transforme en votos para su causa. El tiempo dirá si acertará en esta estrategia o no, pero desde un punto de vista macroprudencial, que es el que me importa, me parece un error de libro. Yo como usted, en previsión de lo que pueda pasar el año que viene, ahorraría el ingreso extra. Sea más prudente que el presidente.

jueves, julio 02, 2015

La confianza rota entre Grecia y los socios de la UE

Lo de Grecia empieza a ser algo parecido a la idea que tenía San Agustín del concepto del tiempo. Si no me lo preguntas, se lo que es, pero si me lo preguntas, no puedo contestarte. Ayer se vivió una jornada caótica, de cruce de cartas en las que por un momento Tsipras se rendía en su postura frente a los acreedores para, poco después, volver a desdecirse con los hechos, manteniendo el referéndum y su idea del No. La carta de la mañana y la entrevista de la tarde reflejan dos mundos antagónicos, dos Tsipras, si se me permite la expresión, incompatibles entre sí. ¿Cuál es el bueno? ¿A cuál creer?

A lo largo de toda esta negociación Grecia ha cometido varios errores, a mi entender, basados todos ellos en tratar de asustar al resto de socios con la amenaza de una salida del Euro para, como si de un terrorista con cinturón de explosivos se tratase, amedrentarlos al prometer graves daños para todos. Pero lo que al final está consiguiendo esta táctica, y todos los altibajos diarios, u horarios, además de agotar a los periodistas, es a destruir la confianza del conjunto de la UE en Grecia, a no saber cuándo dice la verdad y cuándo no, a no tener claro nada de lo que prometa, y dudar de cada ofrecimiento. Esa ruptura de la confianza es lo más grave, ya que permite que sentimientos negativos como el hartazgo o el reproche se expresen con toda su crudeza, viciando aún más las relaciones. Seguro que el lector ha vivido situaciones semejantes, en las que una persona en la que confiaba ha fallado, le ha dado la espalda, o ha tenido una actuación que le ha hecho, a ojos suyos, perder esa confianza que tenía depositada en él. Eso duele. Se siente uno engañado, estafado, tonto, ridículo por haber puesto algo de tanto valor en alguien que ha demostrado no merecérselo. ¿Cómo ha reconstruido los puentes con esa persona? ¿Cuánto le costó? ¿Lo ha hecho? La vida de las parejas es un caso claro de relación basada en una confianza mutua que es muy exigente en ambos sentidos, y cuya ruptura muchas veces aboca a una separación. Ante un terreno que, antes sólido, se vuelve quebradizo e inestable, ¿cómo volver a asentar esa relación? Supongo que cada uno tendrá experiencias distintas, que acabaron bien o mal, pero que en todo caso supongo que implicaron mucho trabajo de ambas partes y sacrificio, ojalá recompensado con la reconstrucción de la relación, con la cimentación del terreno que se había vuelto movedizo. Pero pese a que las cosas volvieran a su cauce, ya nada será igual, sospecho. Oí decir una vez que las relaciones que se recomponen son como la vajilla que, rota, se vuelve a pegar. Funciona, es útil, pero deja a la vista las marcas y cicatrices, y no se pueden borrar. Nunca vuelve a ser impoluta. Esas cicatrices, ese recuerdo permanece en las personas que han vivido esa experiencia de ruptura, y es probable que su relación, si continúa, tenga un poso de cinismo o de desencanto que no existía con anterioridad. Y es que, para todo, la virginidad sólo se pierde una vez. En los casos en los que la ruptura de la confianza no ha podido solventarse, es más que segura la separación de la pareja o la ruptura de la amistad, y la relación que hubo probablemente haya pasado a formar parte de ese baúl de los recuerdos que tanto nos recuerda a la canción de Karina, pero que suele alojar muchas veces momentos nada armónicos. Y al volver la vista atrás, recordaremos los momentos felices de la relación, sí, pero con el poso de amargura, atemperado por el tiempo, de una ruptura que nos marcó.

En el caso de Grecia y el resto de socios, la situación es similar. Ahora mismo nadie se fía de la palabra de Tsipras, Varoufakis o cualquier otro miembro del gobierno de Atenas. Sus compromisos, sus promesas, no son sino cantos de sirena que suenan bien o mal, pero que no parecen tener un reflejo en la realidad. Su palabra ya no es creíble, y eso es desastroso. Volver a reconstruir esa confianza entre Grecia y resto de socios, trabajo que sólo será posible a partir del Lunes, será uno de los retos más difíciles que nos ha dejado sobre la mesa esta extraña, compleja y peligrosa situación que estamos viviendo. Y no será nada fácil. Y requerirá el esfuerzo de todos. Empezando por el de los propios griegos.

miércoles, julio 01, 2015

Krugman y Stiglitz se equivocan respecto a Grecia

Reconozco que resulta impropio, o cuanto menos chocante, que tras admitir ayer que me equivoqué con el diagnóstico del combate Grecia UE ahora enmiende la plana a expertos que me dan miles de vueltas en todos los aspectos posibles, y que están galardonados con el Nobel, como es el caso de Paul Krugman y Joseph Stiglitz, pero la economía no es exactamente una ciencia, sino un mixto entre ese tipo de conocimiento y el mundo social, cultural y emocional, por lo que las opiniones, siempre que estén basadas en argumentos consistentes, pueden ser contradichas entre expertos, quizás porque verdad, lo que se dice verdad, en este mundo hay más bien poca.

Opina Krugman que la alternativa de Grecia es salirse de la eurozona, y que para ello debe votar que NO en el referéndum convocado para el próximo domingo 5. Tsipras debe mantenerse firme en sus convicciones y preparar a su país para una salida que, si bien al principio puede ser dolorosa, acabará dándole un rédito a la economía griega y una salida al marasmo en el que se encuentra sumida. La postura de estos expertos tiene su lógica, y no se la voy a discutir, pero no tiene en cuenta algunos factores importantes, decisivos a mi entender. Habla Krugman en su artículo del “caos financiero” que se originaría en caso de salida del euro, y me da la impresión de que el término caos sería un bonito eufemismo para definir el desastre que eso implicaría. No sólo por el hecho de que la conversión de euros a nuevos dracmas de las cuentas implicaría, automáticamente, la ruina absoluta para los ahorradores y empresas helenas, no sólo porque la deuda griega, desde ese momento, sería absolutamente impagable (implicaría de facto una quita del 100% dado lo que se devaluaría la nueva moneda respecto a unas deudas escrituradas en inalcanzables euros) y no solo porque eso aislaría por completo a Grecia de su zona económica natural, convirtiéndola en un paria, y empujando a la población a la huida a través del Adriático a Italia o a saber qué, y no sólo porque el marasmo político del país arruinado pudiera degenerar en conatos de violencia y desestabilización, como ya se vio en Argentina en 2001. No sólo por eso, no. La caída de Grecia supondría un golpe a la línea de flotación del euro en sí mismo, destruiría el mito de la irreversibilidad y pondría en riesgo el proyecto europeo, que recordemos dista mucho de llegar a ser unos Estados Unidos de Europa, pese a que sería lo deseable. Comparto algunas de las críticas de Krugman y otros economistas respecto al error inicial de diseño del euro, que ahora se ve hasta qué punto fue inmenso, pero el problema en el que nos encontramos, tal y como lo veo, es que si el euro se va a la porra o sufre un desastre que lo convierte en un problema, la posibilidad de seguir construyendo Europa cae muchísimo. De hecho soy de la opinión de que el euro, en su momento, fue diseñado como una especie de catalizador que sirviera para acelerar el proceso integrador, para forzar a los estados a ceder competencias económicas en ámbitos como la fiscalidad y el gasto para así dotar de consistencia al poder comunitario y hacerlo relevante. Visto desde Washington, capital de un imperio económico, nación integrada en torno al dólar, el marasmo europeo puede parecer infantiloide y carente de sentido, pero no está de más recordar que la verdadera integración económica de EEUU se produjo tras la guerra civil, en la que las banderas confederadas, últimamente tan famosas por la desgracia de Carolina del Sur, eran enarboladas por economías proteccionistas, improductivas, rentables gracias al nulo coste de la mano de obra que suponía el esclavismo, frente a la bandera yanqui del norte, la triunfante, que representaba el libre comercio y la apertura de fronteras al exterior. De esa guerra surgió una nación unificada en torno a una moneda y finanzas comunes.

Europa, experta en guerras a lo largo de toda su historia, trata de dar a luz una unión económica de una manera como nunca antes se ha intentado, y es inevitable que surjan dolores de parto y sufrimiento. El problema griego es muy complejo, difícil de abordar, y requiere imaginación y paciencia, pero cualquier acuerdo, por muy malo que sea, es mejor que el abandono de la eurozona por parte de Atenas, sobre todo para los griegos, pero también para el resto de Europa y el mundo. Su Krugman está tan confiado en el No, que vaya a la plaza Sintagma, que haca campaña por él y, por supuesto, se endeude esta semana en deuda griega, que meta su dinero en ella, como muestra de confianza. Y claro está, que no la venda en corto.