viernes, julio 03, 2015

Rajoy acelera en su campaña (de gasto) electoral

Se acercan las elecciones generales, aunque no está claro cuándo van a ser y, desde luego, sui fuera por la voluntad de Rajoy, llegarían muy tarde. Sin embargo es inevitable que el ambiente preelectoral nos invada, a pesar de que nos encontramos a principios de un Julio tremendamente cálido y en el que la actualidad internacional no da tregua. En este ambiente, y entre nuevas acusaciones de corrupción, Rajoy anunció ayer un nuevo paquete de rebajas fiscales, que replica al que entró en vigor el 1 de enero de este año y que, desde la nómina de este mismo julio, supondrá una inyección de 1.500 millones en nuestros bolsillos.

Y para variar, aflora mi vena cascarrabias. Estoy en contra. Ya hace una semana escribí en contra de la posibilidad de que se nos reintegrara a los empleados públicos lo que nos queda pendiente de la extra retenida en 2012, y el argumento que utilice entonces sigue siendo válido ahora. Es una medida electoralista y que supone incrementar un gasto público que está fuera de control, y que año tras año genera un déficit que engorda nuestra deuda pública. Si Rajoy cree que le sobran 1.500 millones de euros, como político obsesionado por ganar las elecciones, que es lo que es, como todos, es lógico que lo derroche para comprar votos. Pero su fuera un buen presidente del gobierno, debiera darle otro uso a ese dinero. Le ofrezco aquí, sin pensarlo mucho, cuatro alternativas, dos de gasto y dos de ahorro, para que se sienta feliz y vea que hay donde escoger. Una primera de gasto sería, por ejemplo, reforzar las políticas de I+D+i, buscando el retorno de investigadores, dedicando ese dinero a un programa de becas que, con una duración de varios año, permita que científicos que han tenido que irse al extranjero puedan retornar en condiciones competitivas, u otorgándolo en bloque a proyectos de excelencia científica o de empresas innovadoras que estén desarrollando iniciativas (¿una asociación con el nuevo campus de emprendedores de google recientemente inaugurado en Madrid?). Otra de gasto, muy distinta, sería la de emplear ese dinero en la creación de un fondo de lucha contra la desigualdad que, por ejemplo, se destine a alimentar a niños que se encuentran en el umbral de la pobreza, o a surtir de recursos a bancos de alimentos o comedores escolares que, siendo verano, deben seguir abiertos para que muchos críos puedan comer en ellos lo que en sus casas sus padres no pueden proporcionarles. Entre las alternativas de ahorro, que serían mis favoritas en caso de hacer una elección rápida, la obvia es la de aprovechar para amortizar títulos de deuda pública viejos, de interés elevado, con lo que la media de intereses de nuestra deuda bajaría un pelo y el monto total, que ya está en el salvaje 100% del PIB se reduciría, casi nada, sí, pero algo por primera vez en mucho tiempo. Otra posibilidad de ahorro sería la de destinar ese dinero a reforzar el fondo de las pensiones, la hucha de la que no se deja de sacar dinero a manos llenas, ayer mismo más de 3.500 millones sin ir más lejos, mostrando que los ingresos vía cotizaciones no deben ir muy holgados, lo que es lógico dado que los nuevos cotizantes cobran menos que los antiguos y por ello sus aportaciones, pese a que numéricamente crezcan, no lo hacen proporcionalmente en el volumen recaudado. Destinar el dinero a ese fondo sería una muestra de responsabilidad intergeneracional y de compromiso con el mantenimiento de las pensiones públicas, hecho del que el gobierno alardea frecuentemente, y que, de hacerlo, sí podría exhibir con orgullo.

De hecho, cualquiera de estas cuatro medidas, bien vendida, se podría colocar como un éxito de la política del gobierno y, en el caso de las de gasto, generaría réditos electorales, que es lo único que interesa ahora mismo al PP (y resto de partidos). Sin embargo Rajoy ha optado por lo fácil, por fundírselo, por gastar la paga extra que, se supone, le ha caído, en la esperanza de que ese dinero extra anime el consumo y tire aún más de la economía hasta el sprint de finales de año, y ese mejor comportamiento económico se transforme en votos para su causa. El tiempo dirá si acertará en esta estrategia o no, pero desde un punto de vista macroprudencial, que es el que me importa, me parece un error de libro. Yo como usted, en previsión de lo que pueda pasar el año que viene, ahorraría el ingreso extra. Sea más prudente que el presidente.

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