La noticia de esta semana, con
permiso de Grecia, los atentados terroristas de ayer en Egipto y EEUU y otras
cuestiones económicas es, sin duda, Plutón. Como sucede muchas veces, al
ventana de oportunidad para que algo ocupe los medios, habitualmente estrecha y
fugaz, lo es más para noticias científicas, y ni les cuento para el caso de un
planeta que, oficialmente, dejó de serlo hace pocos años. De hecho, cuando
despegó la sonda New Horizons, que es la que ahora nos está informando sobre ese
mundo, hace nueve años, Plutón era un planeta, pero en este tiempo
transcurrido, en el que ha reventado nuestra burbuja, Plutón ha perdido estatus
estelar.
El último de la lista de cuerpos
del sistema solar, el que posee la órbita más excéntrica, que de hecho logra
que muchas veces sea Neptuno el planeta más alejado de todos, ha sido siempre
una sombra misteriosa. Pequeño, invisible al ojo humano, descubierto hace menos
de un siglo, Plutón ha sido siempre un mundo menor, un planeta de segunda fila,
que por dificultades propias y por ausencia de imágenes que nos lo mostrasen
como tal, ha estado fuera de la imaginación y del hablar común. Creo recordar
una sola excepción, que fue el programa de TVE “Plutón verbenero” de Alex de la
Iglesia, y me quiere venir a la cabeza algún título de película, pero no me
acuerdo y no quiero usar Google para aparentar que se lo que no se. Sin
embargo, estos días, y con permiso de la actualidad, Plutón se ha colado en los
informativos de medio mundo gracias a las preciosas imágenes captadas por la
sonda, que ha logrado pasar a sólo 12.000 km de distancia de ese mundo. Ya sólo
el hecho de viajar nueve años, a unos 14 kilómetros por segundo, y pasar tan
cerca del objetivo, es para celebrar y felicitar al equipo que lo ha logrado. Y
las imágenes que nos llegan, y seguirán haciéndolo, nos sorprenden. Con 2.370
kilómetros de diámetro, es más pequeño que nuestra Luna, que alcanza los 3.474
(La Tierra tiene algo más de 12.000, para hacernos una idea) pero frente a la
imagen de nuestra Luna, inerte, llena de cráteres de edad antiquísima, y muy
plana, la
superficie de Plutón presenta un aspecto completamente distinto. Cordilleras y
montañas de, se estima, más de 3.000 metros, se elevan sobre su superficie
en algunos puntos, y el aspecto del planeta no es el que cabría esperar de una
roca grande y muerta que recibe impactos de meteoritos, no. Posee cráteres,
pero pocos, y en general la superficie parece muy “limpia”, como si esos
esperados impactos se hubiesen “borrado”. Existen dos maneras conocidas de
borrar esas marcas de impacto, y ambas funcionan en nuestra Tierra. Una es el
clima, que erosiona los accidentes geográficos y los va suavizando poco a poco.
Otra es la tectónica de placas, que poco a poco también va eliminando corteza
terrestre y recreando nueva. En la Luna no existe ninguno de esos dos fenómenos,
y por ello los impactos que allí se produzcan dejarán una cicatriz imborrable
para siempre. ¿Qué es lo que está provocando, por tanto, que Plutón borre sus
impactos y que su aspecto sea tan renovado? Ahora mismo nadie lo sabe, y hace
una semana nadie podría imaginar que existiera alguna de estas posibilidades.
Es difícil saberlo, y habrá que estudiar nuevas imágenes y datos para
contrastarlo, pero la evidencia es aplastante. Plutón no es un cuerpo inerte
que vaga, muy frío eso sí, como una simple roca. En ausencia de fuerzas de
marea provocadas por la gravedad de un vecino gigante, como les pasa a varias
lunas de Júpiter y Saturno, Plutón tiene una dinámica propia, que puede surgir
o bien por la diferencia de temperatura que se genera entre las zonas expuestas
y ocultas al sol (causa climática con atmósfera) o la energía que en el interior
es capaz de mostrar potencia geológica. Lo cierto es que nuestro enano y poco
considerado Plutón se basta y se sobra para lograrlo.
Es curioso como una sola foto es capaz de, en un
instante, derrumbar muchas de las creencias que teníamos sobre algo y plantear
nuevas e interesantes preguntas. Esta misión científica, como todas, solucionará
algunas de nuestras dudas sobre Plutón, y nos enseñará más sobre cómo funcionan
los planetas, en un momento en el que la detección de exoplanetas vive una época
dorada, pero sin duda nos obligará a abandonar algunas convenciones que tenemos
desde hace mucho y, desde luego, aumentar nuestros niveles de curiosidad y escepticismo,
que siempre deben ser muy elevados. Al menos estaremos de acuerdo en que el
modesto y enano Plutón se ha ganado, con creces, el derecho a ser considerado
nuevamente un Planeta de primera división.
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