jueves, febrero 04, 2016

Juego de pactos

La aceptación por parte de Sánchez de su opción a formar gobierno, y el refrendo de la misma que hizo el Rey Felipe VI, nos ha hecho avanzar en este endiablado juego en el que nos encontramos desde el 20 de diciembre. Pero al igual que en los videojuegos, en los que superar una pantalla implica empezar otra que es mucho más difícil, así el escenario que se abre ante Sánchez equivale a un reto de una cuadratura prácticamente imposible. Si lo logra tendrá un mérito indiscutible. Sino, será su tumba política, aunque estoy cansado de dar por muertas a figuras que, en pocas fechas, reviven. Cuidado con los obituarios precipitados.

Dos son las fuerzas que buscan, sobre todo, que el intento del PSOE triunfe. Por un lado, obvio, los socialistas, que ven en ese poder el bálsamo que les redima de los catastróficos resultados de diciembre y, de paso, sirva para amalgamar las distintas “sensibilidades” más bien odios cainitas, que se viven en su seno, porque anda une tanto como el poder. Por otro lado, Ciudadanos, que se ha quedado en tierra de nadie con sus cuarenta escaños, que son muchos, pero no sirven para sumar mayoría cualificada en ninguna combinación a dos. Sospechan que, de repetirse elecciones, perderán votos, y se la juegan a una carta institucional, apareciendo como la fuerza sensata que trata de sumar voluntades tanto con el PP como con el PSOE. En frente, dos formaciones esperan con ansia el fracaso de Sánchez, con tácticas muy distintas. Podemos, subidos en la soberbia más absoluta, no pierden ocasión en mostrar desprecio hacia Sánchez y los suyos. Saben que son determinantes para que el acuerdo de izquierdas tenga lugar, y empiezan esta negociación desde una posición de máximos que, si bien luego puede verse reducida (ya pasó en el caso de las negociaciones PSPV Compromís en Valencia) ofrece una cara adusta y unas formas, sencillamente, impresentables. El PP, con una táctica de indolencia muy al estilo Rajoy, no ha hecho nada desde el día de las elecciones. Sentado en el sofá, esperando que la chica acuda a su cita sin ser llamada, Rajoy esperaba “ligar” con PSOE y Ciudadanos, y al ver que no acudían, ha optado por seguir esperando y ver, tranquilamente, como Sánchez se estrella y vuelve la oportunidad de formar gobierno a su mesa, bien en sesión de investidura o bien en forma de adelanto electoral. Es curioso ver que ambas formaciones, Podemos y PP, antagónicas, con unas tácticas completamente opuestas, desatados los primeros e indolentes los segundos, juegan a la misma estrategia de llegar a unas segundas elecciones, en la confianza mutua de que ellos serían los ganadores de las mismas. Podemos cree que puede sobrepasar al PSOE y convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda, destrozando así el puño, deshojando la rosa y dejando a los de Sánchez con apenas unas espinas. El PP confía en que en unos nuevos comicios el escenario de caos les permita presentarse como la alternativa de orden y así convocar a un voto fugado tanto a la abstención como a otras formaciones políticas. En esa creencia los dos torpedearán todas las opciones que puedan y confiarán en réditos futuros. Es una  jugada arriesgada, porque si se llegará a esas nuevas elecciones, ojalá que no, el votante podría, y debiera, penalizar a las formaciones que han buscado el adelanto electoral por encima de la negociación. Y por ello, pese a lo que puedan señalar las encuestas (hoy sale el primer CIS postelectoral) el panorama resultante de unos segundos comicios quizás no fuera demasiado diferente al actual y, en todo caso, no daría mayorías absolutas claras.

Como ven, el panorama sigue siendo muy turbio. Las opciones de que Sánchez pueda llegar a un acuerdo son, a priori, escasas, pero no hay que descartar ningún escenario, principalmente porque estamos jugando con el poder, y eso es decisivo. Partidos que ahora aparecen unidos, como el PP, se pueden hacer añicos si pierden el poder, y divisiones a muerte como las que hay en el PSOE se convertirían en un cierre de filas en torno a un líder presidenciable. Todo está muy abierto y en el mes, se supone, que van a durar estas negociaciones, veremos y oiremos de todo. Ni series de televisión ni nada, esto sí que es apasionante, y es imposible hacer spoliers.

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