martes, febrero 23, 2016

La desUnión Reino Unido Unión Europea

Es curioso, hasta cierto punto sarcástico, que Unión sea el término que se repite en el nombre de las dos entidades que, en estos momentos, caminan rumbo a la separación, mutua y propia. Tras una noches de jueves larga y un viernes extra no previsto (o sí) el acuerdo alcanzado entre Cameron como representante del Reino Unido y las instituciones europeas dio vía libre a la convocatoria del referéndum para la permanencia o abandono de la Unión por parte de los británicos. Viendo las cosas con objetividad, para evitar algo peor se llegó a un mal acuerdo por ambas partes, y aún queda por ver que no suceda lo peor.

Mal acuerdo porque Cameron no puede vender en su país que ha conseguido una gran victoria en Bruselas y porque los europeístas creen, creemos, que ese acuerdo es una vía de agua en el barco europeo en materias tan sensibles como los derechos sociales, la libre circulación de ciudadanos y la igualdad. Ambas partes quedan doloridas tras unas negociaciones en las que se pedía lo imposible, que el Reino Unido perteneciese, de nombre, a una Unión en la que podría disfrutar de las ventajas financieras, pero sin necesidad de adoptar ni respetar el resto de reglas comunes, escogiendo a su conveniencia con qué quedarse, como si fuera un menú a la carta. Eso era imposible. La alternativa de una ruptura de las negociaciones y la más que probable campaña de Cameron a favor de salirse de la Unión asustó al resto de socios, y al final el acuerdo llegó, pero repito, es malo para todos. Quizás el lado más debilitado sea el de la propia Unión, porque se ha abierto una puerta, la de la excepcionalidad al cumplimiento de las normas y tratados, que una vez franqueada es imposible que no vuelva a serlo. Llegará un día en el que otro país, primero de los grandes, alegue causas de fuerza mayor imposibles de afrontar para, por ejemplo, recortar garantías, no transponer directivas, incumplir sentencias de los tribunales comunitarios, y cualquier otra cosa que usted se imagine. Y una vez que las reglas de un club se convierten en una guía de buenas prácticas sin valor alguno, el club se deshace. Lo curioso es que hayan sido precisamente los británicos, no se si inventores, pero sí adictos a la institución del club, los que no hayan entendido este asunto. Por tanto, con una UE dolorida y dañada en sus principios, Cameron ha vuelto a Londres y ha convocado, como prometió, su referéndum para el jueves 23 de junio. Mucho ojo a esa cita, porque nadie garantiza la victoria de la campaña a favor del sí de Cameron y algunos de los de su partido y los laboristas frente a parte del partido conservador y fuerzas nacionalistas como el UKIP. Es más, las encuestas ahora mismo ofrecen un resultado ligeramente favorable al no, de unos 8 puntos porcentuales. A medida que se acerque la fecha aumentará el número de voces que reclamen el voto en uno y otro sentido. Las empresas, la city y la racionalidad abogarán por el sí, pero es una consulta en la que el voto inflamado, el pasional, el que reclama unos derechos propios, el que es espoleado por el populismo, tiene en el no un banderín de enganche muy tentador. Esa UE de Bruselas es el enemigo exterior perfecto para echarle las culpas de los problemas que puedan existir en el país, y responsabilizarle de ellos. La “independencia” del Reino Unido sería sí la salvación, el cielo anhelado, liberador de todo problema ¿Verdad que les suena el discurso? Si, sí. Y recuerden, siempre es falso.

Una derivada nada trivial de esta votación es el papel de Escocia. Mucho más europeísta que Inglaterra, el partido nacionalista escocés ha amenazado con que, en caso de una victoria del no, reclamarían un nuevo referéndum de independencia en la región para salirse del Reino Unido, con vistas a reintegrarse en la UE. Por lo tanto, una victoria del sí el 23 de junio sería balsámico tanto para la UE como para Reino Unido, pero un no haría que, por primera vez, la UE perdiera un miembro y abriría la puerta a que, esta vez sí, Escocia abandonase su actual nación, y el Reino Unido dejase de llamarse así al perder una de sus tres entidades (Gales es la tercera). Un no sería devastador para ambos y sólo generaría desUnión a ambos lados del canal de la Mancha.

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