lunes, mayo 09, 2016

Hay motivos para festejar el día de Europa

Hoy es el día de Europa, fiesta laboralmente no festiva que se conmemora de manera discreta en un continente atribulado y ensimismado. Hasta hace un par de años el reglamento comunitario exigía, a los que trabajamos en temas relacionados con la UE, hacer hoy una conmemoración pública, con izado de bandera, suene de himno y presencia pública. Tras el cambio reglamentario, producto de un nuevo periodo de programación financiera, esa obligación se ha suprimido, y no saldremos a la calle a festejar nada.

Estuve ayer pensando en este caso, y la verdad es que la conclusión es deprimente. Sólo festejamos la existencia de la UE si nos obligan a ello, pero sin ninguna convicción ni deseo. Así no hay manera de que este proyecto compartido, uno de los más ambiciosos y complejos de los que nunca se han puesto en marcha en la historia, llegue a ningún lado. En esta época estamos de euroescépticos, o directamente antieuropeístas, que no dudan segundo alguno en sacar sus consignas a la calle, en gritar, pancarta en mano, contra la tiranía de Europa, de proclamar a todo aquel que quiera oírles las maldades que salen de Bruselas. El espectro ideológico de esos manifestantes es muy variado, moviéndose desde la extrema izquierda de los movimientos antiglobalización y los partidos tipo Podemos a la extrema derecha de grupos como la Alternativa por Alemania o las huestes de Le Pen. Todos ellos comparten un nacionalismo exclusivista de fondo y el miedo a perder los privilegios que se asocia a una unión con otras personas, entidades o naciones. Y frente a ellos, ¿hay alguien? La burocracia de la UE, inmensa, anquilosada y lenta, no es precisamente la imagen más atractiva y seductora que se puede ofrecer para apoyar el sueño de la Unión, y no parece haber mucho más. Los proeuopeos, los convencidos de ello, los que pensamos que la UE es la garantía de prosperidad de este conjunto de pequeños países en un mundo global, y supone el juramento de que jamás nos volveremos a enfrentar en una guerra unos contra otros ¿dónde estamos? ¿Se oyen nuestras voces? ¿Quién las proclama en alto? Frente a los maniqueos y opositores, ¿Quién hace “lobbismo” a favor de la bandera de las doce estrellas? En un año muy difícil para la Unión, con una economía que no acaba de arrancar, la tragedia de los refugiados y nuestra incapacidad (y no deseo) de abordarla y el referéndum británico sobre la permanencia, la UE se enfrenta a unos retos enormes, de los que puede salir fortalecida o gravemente herida, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. La campaña del Brexit nos permitirá ver los discursos que, a favor y en contra, pondrán un valor determinado, positivo o negativo, a la UE, pero más allá de los argumentos económicos que se esgriman al respecto, que supongo serán los dominantes, la UE es una idea política, una agregación de naciones a las que unen vínculos históricos, emocionales y sociales, y que por una vez en la vida, hartas de matarse entre ellas, decidieron cooperar. La unión económica es un fruto de esa cooperación, quizá el más visible y que más consecuencias nos genera en el día a día, pero es uno más de ella, y no hubiera sido posible sin la determinación de las naciones que, embarcadas en este proyecto común, luchan cada día para que la barca europea no zozobre ante el oleaje que, permanentemente, amenaza con hundirla.

Paseando este lluvioso fin de semana por Madrid veía como, con buen tino, la Comunidad y el Ayuntamiento han colgado banderas azules con las doce estrellas de sus sedes oficiales, mostrando un emblema que nos une a todos y debiera hacernos sentir orgullosos. Nunca se ha llevado a cabo esta idea de fusionar naciones ya existentes, con siglos de historia, en un proyecto compartido. Lograr que, día a día, esta idea se mantenga y avance, frente al egoísmo y la involución que tanto ruido hacen ahora mismo, es ya un aliciente poderoso para celebrar este día, para emocionarse ante una bandera por la que nadie ha muerto ni matado. Europa es nuestro proyecto, casa y futuro. En nuestras manos está que crezca. Trabajemos unidos por ello.

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