Se temía desde hace algún tiempo
que llegase esta noticia, era cuestión de esperar y probar, y había miedo a que
se diera. Finalmente el día ha llegado. Hace unas
pocas horas responsables del departamento de salud de EEUU han anunciado que
han encontrado una bacteria que es resistente a todos los tipos de antibióticos
conocidos y, por tanto, no es destruida por ellos. Esos medicamentos no
ejercen efecto alguno sobre ese agente y son incapaces de parar la enfermedad
que transmite. Este es un asunto muy serio y que puede cambiar el mundo en el
que vivimos, acostumbrado a un muy alto nivel de salud debido, entre otras
cosas, al éxito de los antibióticos sobre las enfermedades bacterianas.
Lo primero que hay que señalar es
que esto afecta sólo a ese tipo de enfermedades, las transmitidas por
bacterias, algunas tan famosas como la difteria, escarlatina, tifus, gonorrea,
etc. La lucha contra las enfermedades transmitidas por virus es muy distinta y
no entra en esta guerra ¿Qué es lo que ha pasado? Nuestro amigo Darwin nos lo
explica, aunque obviamente mi forma de contarlo sea muy imprecisa, dado que no
soy experto en la materia (disculpas si me lee alguno que sí lo sea).
Básicamente la guerra contra las enfermedades bacterianas es una guerra
biológica, en la que los humanos utilizamos otra bacteria que destruye a las
malignas. La primera y más conocida de ellas fue la penicilina, descubierta por
Fleming. Esa bacteria buena ataca a las malas y las vence. Las bacterias
desarrollan la enfermedad reproduciéndose a muy alta velocidad, tienen hijos,
nietos y demás descendencia a velocidades fantásticas, por lo que la selección
natural funciona a alta velocidad y, en un momento dado, puede haber un
descendiente de la bacteria originaria, que era derrotada por la penicilina,
que logre sobrevivir. En ese momento la penicilina ha llegado al límite de sus
capacidades contra esa enfermedad. El descubrimiento de los antibióticos y su
forma de funcionamiento permitió a la ciencia el desarrollo de muchos de ellos,
que son capaces de actuar contra diversas enfermedades y que poseen distintas
propiedades y, obviamente, efectos secundarios. Desde un primer momento se vio
el riesgo de que la evolución bacteriana era el principal riesgo de cara a la
pérdida de la efectividad de los antibióticos, por lo que se recomendó, sin
descanso, no abusar de ellos, para retardar lo más posible este proceso natural
de supervivencia. Usando esos medicamentos sólo cuando fuera necesario evitaría
la continua exposición de muestras bacterianas a los mismos y alejaría en el
tiempo ese riesgo de selección natural beneficiosa para las bacterias pero
adversa para nosotros. ¿Hemos seguido esa política prudencial? En absoluto, más
bien lo contrario. La automedicación descontrolada y el uso imprudente de
antibióticos para fines no médicos, como por ejemplo el del engorde rápido del
ganado, han sido prácticas peligrosas que no han dejado de darse desde que se descubrieron
esas “mágicas” bacterias. Y la comunidad científica ha ido viendo con temor
cómo, sin cesar, la vida útil de los nuevos antibióticos era cada vez más corta
dada la sobreexposición a la que eran sometidos. En esta carrera armamentística
la selección natural es imparable y, acelerada por nosotros, invencible. Por
eso, como les citaba al principio, el riesgo de que se llegara al
descubrimiento de una bacteria que fuera inmune a todos los antibióticos
conocidos, la llamada superbacteria, estaba en todos los laboratorios públicos
y privados del mundo. Por lo que parece, ese riesgo se ha materializado hoy.
A partir de ahora toca
investigar, muy a fondo, deprisa, con cierta urgencia, sobre cómo atacar a esa
nueva bacteria, y sobre todo, empezar a diseñar fármacos que logren saltar el
problema antibiótico. Hay muchas alternativas sobre la mesa, destacando las de
tipo genético o las del uso de nanorobots para enfrentarse a estas nuevas
bacterias, que son muy peligrosas, pero está por ver hasta qué punto estas nuevas
técnicas médicas, que escapan en bastante a la definición clásica de medicina,
están en condiciones de aplicarse ya. A partir de hoy el riesgo de que se
produzca una infección por una de estas bacterias crece. La enfermedad que
genere puede ser de todo tipo, desde leve y asintomática hasta muy peligrosa,
pero es un peligro que, hasta ayer, sólo existía como hipótesis, y que hoy es
real.
Subo a Elorrio este fin de semana y me cojo el lunes
festivo. Descansen y sean muy felices.
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