Ayer se hizo oficial una cifra
que todos llevábamos tiempo esperando, y temiendo, y que parecía imposible que
no se lograra alcanzar. La
deuda pública ha alcanzado el 100% del PIB. Esta deuda es la que tiene
todas las administraciones públicas (Central, autonómica y local) y la de la
Seguridad Social, que funciona como una especie de administración paralela. Ese
100% quiere decir que el valor de todo lo que se produce en España en un año,
tanto por agentes públicos como privados, es lo que debemos. Todo, sueldos y
salarios, ingresos, ventas, productos, todas las rentas generadas en un año son las necesarias para cubrir la deuda.
Es una cifra disparatada,
peligrosa, y que supone un problema muy serio para el conjunto de la economía
nacional. A medida que crece, la deuda no hace sino consumir recursos que
podrían ser asignados a otros fines más productivos. Los intereses que haya que
pagar por ella, aunque sean muy bajos como ahora, supondrán partidas muy
importantes por el mero hecho de corresponderse con cifras absolutas de deuda
mareantes. La dependencia de la economía nacional de los tenedores de la deuda
crece, y también se reduce la capacidad de maniobra de un país que, día sí y
día también, tiene que acudir a refinanciarse a mercados nacionales e
internacionales en busca de un crédito (palabra que proviene del credere
latino, creer) cada vez más exigente. La actual política ultraexpansiva del
BCE, que lo compra todo, y que ha arrojado a la basura los tipos de interés,
hace que la prima de riesgo esté bastante controlada y que tengamos la
sensación de que esa deuda no es peligrosa. Pues bien, el mayor de los peligros
se da cuando uno no es ni siquiera consciente de su existencia. Basta un repunte
en los tipos por vaya usted a saber que causa para que el servicio de la deuda
se dispare hasta niveles insoportables. Pero más allá del problema (enorme) de
su volumen, el grave problema de fondo es que la deuda no deja de crecer, ni en
épocas de crecimiento económico como las que estamos viviendo. Por redondear
los números, en 2015 España creció más de un 3% y el déficit púbico, que
engorda la deuda, se situó en el 5%. Si creciendo la economía la deuda crece,
¿qué pasará con ella cuando la economía no crezca? Casi da miedo pensarlo. La
gestión de la deuda pública por parte de los gobiernos de ZP fue desastrosa,
porque fue plenamente cíclica, con un mínimo en la época máxima de la burbuja y
un crecimiento desatado a partir de ahí. El gobierno de Rajoy en sus cuatro
años largos apenas ha logrado moderar el ritmo de crecimiento, pero se ha
mostrado incapaz en lo que hace a la reforma fiscal y de gastos del país, que
muestra en esas cifras de deuda acumuladas que nuestro modelo económico (y de
ingresos y gastos) no funciona, y que es un generador perpetuo de déficits. Se
ha hartado Rajoy de decir estos años que “no podemos seguir gastando lo que no
tenemos” y cada vez que decía esa (acertada) frase hacía exactamente lo
contrario, mostrándose como otro político más, que vende un discurso alejado de
una realidad grave. De momento seguimos viviendo de réditos del pasado y, por
ejemplo, las pensiones se mantienen sin recorte gracias a una hucha de la
Seguridad Social que merma año a año. A este ritmo en apenas cuatro o cinco se
acabará, y entonces los pensionistas entenderán lo que significa, en la práctica,
que no hacemos otra cosa que gastar lo que no tenemos.
Endeudarse, en sí mismo, no es
malo. Sería imposible invertir, comprarse un piso o afrontar gastos por el
estilo (por cierto, huyan de la comparación de un país con una familia, no
tiene nada que ver) pero nunca, nunca, uno debe endeudarse por encima de sus
posibilidades. En esto hay que ser cautos, precavidos, y saber que a medida que
se pide más crédito se pierde más vida y libertad. En eso sí que todos los
agentes económicos son muy similares. Urge un replanteamiento del sistema fiscal,
para optimizarlo y que genere ingresos reales, una reestructuración muy seria
de muchas de las partidas de gasto público y, en definitiva, tomarse en serio
un problema como el de la deuda, que no deja de crecer. Ahhh, me dicen que no
hay gobierno para nada de todo esto… vaya vaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario