Partiendo del hecho de que me
gusta la ciencia ficción, acudí a ver la
película Arrival, en castellano “La Llegada” con bastante ilusión y ganas,
confiando en encontrar, por fin, una buena historia que me llegase en un marco
avanzado y fantasioso, y a ser posible con un poco de adultez, por así
llamarlo, dado el infantilismo expresado en sobredosis de efectos especiales
que, muchas veces, tratan de ocultar la carencia de una verdadera historia. Y
ya desde sus inicios Arrival es una película diferente, sensible, humana, que
atrapa, y que empieza a generar preguntas, y tarda mucho en ofrecer respuestas.
El argumento de partida es
sencillo y visto en varias ocasiones. En medio de nuestro mundo, de repente,
aparecen unas naves espaciales que provienen de otros mundos y con ellas, otros
seres. Se sitúan en doce puntos aleatorios del planeta y aparentemente no hacen
nada salvo estar ahí. El gobierno de EEUU contacta con una experta en lenguajes
para tratar de establecer algún tipo de comunicación con ellos, y a partir de
ahí se desarrolla una trama en la que la geopolítca, la ciencia y los
sentimientos juegan un papel fundamental. Pero sobre todo Arrival es una
película sobre comunicación, sobre cómo es posible hacernos entender unos con
otros, y entre nosotros y mundos diferentes. Los seres que ocupan esas naves
poseen un lenguaje, y una especie de grafía, pero que no tiene nada que ver, ni
estética ni conceptualmente, con los que poseemos nosotros, y no podemos
olvidar que es el lenguaje lo que nos permite entendernos, aprender y
expresarnos en cada momento de nuestras vidas. Sin él estamos amputados, nos
sentimos discapacitados. Es la sensación que tengo cada vez que me veo forzado
a utilizar el nefasto inglés que se, la de un ser inferior, la de alguien que trata
de hacerse entender y no lo logra. Sin el lenguaje nada somos. Y si lo
malinterpretamos corremos unos riesgos enormes. Las sutiles diferencias que hay
entre una advertencia y una amenaza, entre un aviso y una imposición… miles de
problemas pueden surgir en cada momento al utilizar esa herramienta tan
potente, pero también tan subjetiva, que es el lenguaje. A todos estos inmensos
retos, imposibles, se enfrenta la protagonista de la película, encarnada por
una soberbia Amy Adams, que empieza a utilizar no tanto estrategias basadas en
su dominio de las lenguas, sino trucos y tretas que serían las que alguien usaría
en un país completamente extranjero, con carteles, gestos, movimientos de las
manos, y todo un repertorio de acciones que tratan de hacer comprender a los
visitantes quienes somos, antes de saber qué es lo que ellos desean. La película
avanza en este relato mientras, en paralelo, crecer la incomunicación entre las
distintas sociedades de la Tierra que, enfrentadas cada una de ellas al mismo
reto con sus extraterrestres, empiezan a divergir sobre cómo actuar y, si es
necesario, defenderse de lo desconocido antes de correr nuevos riesgos. Ambas
tramas se acaban juntando en un final tenso, emocionante, y en el que uno de
los factores que ronda a lo largo de toda la película, y que por supuesto no se
lo voy a revelar, resulta ser crucial para encontrar una salida. Pese a ello,
no se puede decir que, aunque lo parezca, la cinta tenga un final feliz, y eso
se debe a la propia complejidad de la historia y a lo real que muestra tanto
nuestras emociones como los miedos que las oprimen.
Heredera de “Encuentros en la
tercera fase” y “Contact” es ese trasfondo místico, si quieren ustedes, el
protagonista principal de una película lenta, pausada, ajena al torrente
ruidoso que llena muchas salas de cine, que trata al espectador como un adulto
inteligente como pocas veces se ha visto, y que no requiere para su comprensión
saber nada de física, sea teórica o cuántica, como por ejemplo si pasaba en la
también notable “Interestellar”. El reparto, corto, lo hace muy bien, pero debo
reiterar mi aplauso para Amy Adama, sobre la que gravita toda la acción, que
encarna a un personaje complejísimo, tortuoso, lleno de matices y dolores, que
es la clave de bóveda de una película en la que los extraterrestres, sobre
todo, podemos ser cada uno de nosotros. Véanla y juzguen por sí mismos.
1 comentario:
Deberías leer el relato sobre el que está basada la película.
Sin ver esta última, seguro que es cien veces mejor. Premio Hugo.
https://minorityreport-alderaan.blogspot.com.es/2016/09/hugo-la-historia-de-tu-vida.html
Saludos
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