Mañana la de hoy que aparece
despejada y tranquila en Madrid, fresca, pero nada para lo que debiera ser un 2
de noviembre. Si miro por la ventana de la oficina veo algunos cirros altos en
el cielo, trazas de estelas de aviones y una cierta brumilla al fondo. La contaminación
no es hoy especialmente destacada, al menos en su faceta visible, y es
imposible distinguir las emisiones de óxidos de nitrógeno, ozono y otros
componentes nocivos, que son invisibles al ojo humano. Las calles están llenas
de coches y así estarán todo el día. No hay cambios meteorológicos previstos
hasta el fin de semana.
El Ayuntamiento de Madrid, o más
bien su inexistencia, que ya dura casi cinco años, se ha vuelto a pillar los
dedos con el protocolo anticontaminación y todo lo relacionado con la medición
de emisiones y las medidas que hay que tomar al respecto. Los altos niveles de
óxidos de nitrógeno desde hace varios días dispararon las alarmas e hicieron
ponerse en marcha los escenarios denominados I y II del protocolo. Esos
escenarios consisten, en su primer grado, en una reducción de la velocidad en
la M30 (primer gran anillo de circunvalación de la ciudad) y el espacio que por
ella queda cercado, llamado almendra central. Tras persistir las altas
concentraciones, se decretó el escenario II, que impide el aparcamiento a los
no residentes en esa almendra, por lo que los parquímetros dejan de funcionar.
Hasta ahí son medidas que habíamos visto ya en marcha el año pasado y que, muy
importante, se pueden tomar con los recursos de los que dispone el
Ayuntamiento. Ayer, durante todo el día, con las emisiones aún altas, existía
el riesgo de que se decretase el escenario III, que consiste, a todas las
restricciones anteriores, sumar la prohibición del acceso a la almendra a los
vehículos según tengan matrícula par o impar, en función del dígito del día en
el que se aplique la restricción. Y esta medida, que se ha puesto en marcha en
algunas otras capitales europeas, es novedosa por completo en España. Y ahí es
donde me empiezan a surgir las dudas, porque sospecho que no hay
infraestructura preparada para controlar el acceso por matrículas. ¿Hay
pórticos instalados con cámaras en todas las entradas a la ciudad que controlen
las matrículas que acceden? Dudo de que exista un sistema de control similar y
que funcione como es debido. En Londres, por ejemplo, se paga por acceder al centro,
pero todos los accesos están controlados tecnológicamente y ese pago resulta
efectivo. Me temo que si se pusiera en marcha la medida de las matrículas aquí su
eficacia dependería de lo que trabajasen los empleados municipales encargados
de vigilar el tráfico y aparcamiento, y de lo rápido que fueran sus ojos para
captar placas y poner multas. ¿Existe así mismo una coordinación entre el Ayuntamiento,
Comunidad y demás responsables para adecuar el transporte público a la salvaje
demanda que supondría una medida de este tipo? Frecuencias, servicios de
refuerzo, líneas adicionales… ¿está todo eso pensado y preparado para ponerse
en marcha de un día para otro? Tengo mis serias dudas al respecto, tantas como
me surgen a cada pregunta que me hago, o leo, sobre las consecuencias reales de
implantar una medida tan restrictiva y novedosa.
Y la duda más gorda de todas es cómo piensan los
servicios municipales que esa medida, o cualquier otra, pueda ser llevada a la
práctica si ayer no se supo de su implantación o no hasta casi las 12 de la
noche. Es imposible que nadie pueda planificarse con semejante grado de
improvisación. Se anunció
que a las 21 horas se sabría lo que iba a suceder, en un sentido o en otro,
pero hubo casi tres horas de retraso, en las que mucha gente se fue a la cama.
No puede ser que esto se decida de esta manera y con un sistema tan precario en
lo que hace a seguridad jurídica e informativa. Hemos escrito protocolos de
actuación en una norma, probablemente opiados de otra, sin tener ni idea de cómo
gestionarlos y aplicarlos. Así no se puede seguir.
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