viernes, noviembre 25, 2016

La invasión del Black Friday


Es asombroso cómo importamos modas ajenas y las hacemos propias a una velocidad e intensidad que nunca hubiera sido capaz de imaginar. Realmente el poder de los mitos culturales es inmenso y, en una época de globalización y comunicación instantánea como la que vivimos el frenesí al que se dan estas adaptaciones resulta más que curioso. Noviembre se ha convertido, de hecho, en un mes muy americano, porque ya lo comenzamos con las calabazas de Halloween y lo despedimos con la locura del “Black Friday”. Prueben a preguntar a sus padres, tíos y demás qué es eso y a ver lo que son capaces de pronunciar y entender.
 
El origen de esa expresión viene de las ganancias que registraban los comercios en EEUU al dar por comenzada en esas fechas las ventas navideñas, y para estrenarlas, poner como señuelo una rebaja sustancial. Así, los números rojos de las cajas registradoras se transformaban en negros, y las ganancias eran festejadas. El nombre de la “celebración” es un poco confuso, porque un día negro normalmente se asocia a una jornada de fuertes caídas bursátiles. Además si tuviera algún sentido especial, del que carece, sería en todo caso en EEUU, dado que el día anterior, el cuarto jueves de noviembre, se celebra el día de Acción de Gracias, que es la festividad familiar por antonomasia en aquel país, más importante en este sentido que la Navidad. La importación del Black Friday ha sido fulgurante en España. Apenas hace cuatro o cinco años nada se sabía de ese día por aquí, salvo los que conocían las tradiciones norteamericanas, que siempre muestran a estas dos fechas en sus películas y series. Y ahora… no hace falta darse una vuelta por la calle para ver cartelones Black en casi todos los escaparates. Vea su móvil, su bandeja de entrada de mensajes y la avalancha de promociones web. El día de la locura consumista se ha colado por completo en nuestra vida, ha entrado de manera arrolladora y reclama su sacrificio en forma de colas, compras y tarjetas desplumadas. Hoy el ambiente comercial en cualquier ciudad española será muy similar al que se registra en Macy’s y otros muchos establecimientos de Nueva York, con cifras de venta e impacto que ya hacen de esta jornada una de las más importantes de todo el año en cuanto a volumen de ventas. Además, como aquí somos exagerados para estas cuestiones, hemos convertido el viernes en macropuente consumista, con ofertas que duran todo el fin de semana e incluso varios días de la semana que viene. En EEUU, hace no muchos años, cuando empezó el disparo de productos tecnológicos, se creó el llamado “CiberMonday” el lunes posterior al viernes negro, centrado en los descuentos de productos informáticos y las compras por internet. Eso hoy en día tiene poco sentido, dado que portales de venta como Amazon y las webs de venta online de muchísimas cadenas van a ser también las grandes protagonistas de hoy y de este fin de semana. Ofertas que asaltan la pantalla cuando se visita cualquier web, columnas y cabeceras de publicidad que chillan ofertas irresistibles a un solo golpe de click… el desenfreno de gasto de esta jornada puede llevar a muchos a la ruina y a no pocos a la amargura al no encontrar el chollo que buscaban. Hay, como en el cómic de Asterix, resistentes galos que no se suman a esta locura, bien porque no les gusta o porque simplemente no pueden bajar más sus precios, pero son minoría. Hoy la fiesta comercial será una locura en muchos sitios.
 
Mi consejo ante un día como este. No se vuelva loco, y compre lo que necesite. Y si no necesita nada, nada tiene que comprar. Vi ayer un tuit muy ingenioso que comentaba un anunció de crédito de una entidad específicamente creado para esta jornada, y decía el autor de la frase “compra con el dinero que no tienes aquello que no necesitas”. Y le doy toda la razón. No se deje obnubilar por ofertas que parecen chollos y que, en muchos casos, no lo son, no se arruine con un montón de cosas que de nada le sirven. Exija garantías, etiquetas, comprobantes y las condiciones habituales de los días de rebajas, y no deje que su tarjeta de crédito, que no es “black” acabe laminada y descubierta.

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