Acostumbrado a pactar con todo el
mundo, y diestro a la hora de llevarse tajada en cada acuerdo, en
pocas ocasiones se ha visto el PNV tan propicias y rentables como la presente,
vistas las cifras de la renovación del cupo. Probablemente al gobierno no
le ha quedado otra que ceder todo y un poco más para poder garantizarse un mínimo
apoyo que salve esta compleja legislatura, y aunque las críticas de Ciudadanos
sobre el pacto alcanzado son ciertas, quizás ellos, con los escaños suficientes
para poder gobernar pero insuficientes para dar estabilidad asu gobierno,
hubieran hecho lo mismo. Tal como van las encuestas puede que en el futuro
salgamos de dudas.
Lo trascendente no es el acuerdo
sino el sistema, la asimetría del concierto respecto a lo que rige para el
resto de CCAA, y todo ello en pleno debate sobre su modelo de financiación.
España es así, país de contrastes donde o te mueres de sed o te ahogas en una
riada. Conviven en nuestro modelo dos tipos de comunidades, y voy a simplificar
las cosas para que sea más sencillo entenderlas, a sabiendas de que hay errores
(Canarias Ceuta y Melilla tienen particularidades). Las forales, que son
Navarra y país Vasco, que recaudan la gran mayoría de los impuestos que se
determinan en su territorio, que ejecutan gasto, y transfieren al estado el
coste correspondiente a las competencias no transferidas. Es este importe que
se transfiere lo que se denomina cupo, y suele ser inferior al coste real. El
resto de comunidades, que apenas recaudan nada de los impuestos que se
determinan en su territorio, que ejecutan gasto, y obtienen recurso de lo que
el estado les transfiere vía recaudación nacional. Es al calcular lo que recibe
cada CCAA donde se organiza la bronca sobre que unas están mejor financiadas (o
peor) que otras. Conviven por tanto dos modelos opuestos, el de la plena
responsabilidad fiscal (las forales) y el de la casi total irresponsabilidad,
lo que a mi entender es la receta para obtener el peor de los resultados
posibles. Por un lado las forales apuran lo que pueden en su pago al resto de
la nación y saben muy bien lo que recaudan y cómo ser flexibles al respecto, lo
que les da margen para jugar. Por otro lado, el resto de CCAA tienden a gastar
mucho y son vistas por sus ciudadanos como “buenas” proveedoras de servicios
sociales (sanidad y educación principalmente) frente al “malo” gobierno central
que es el recaudador. Esto no tiene mucho sentido, pero es a donde hemos
llegado. Y de fondo, una estructura impositiva muy parcheada que ahora recupera
capacidad de recaudación gracias a la recuperación económica, pero que en la
burbuja se mostró ilusoriamente generosa y en la crisis mostró su real
ineficacia para afrontar una caída de la actividad general. ¿Cómo arreglamos
esto? Es muy difícil, ya lo se, pero creo que hay que tener una serie de
principios claros para rediseñarlo. No son los territorios los que pagan
impuestos, sino los ciudadanos y empresas sitos en ellos, por lo que donde haya
más riqueza más se recaudará y menos donde escasee. Todos los ciudadanos del país
deben tener unos servicios sociales y prestaciones públicas mínimas iguales,
que funcionen de la misma manera y posean idéntica cobertura, y aquellas CCAA
que deseen ampliarlos deben correr por su cuenta con este coste. Y debe haber
corresponsabilidad en los ingresos. Si las CCAA tienen gastos transferidos
deben poseer impuestos transferidos que les proporcionen ingresos, o al menos
la mayor parte de ellos. El gobierno central puede actuar como compensador y
tratar de pulir diferencias, pero no tiene sentido que el agente que gasta no
ingrese y el que ingrese no gaste. Eso sólo genera distorsiones un constante
enfrentamiento institucional.
¿Se puede extender el sistema de
concierto al resto de CCAA? Sí, pero entonces los “cupos” serían más altos y
las ventajas de la fórmula menores que las que algunas regiones, como Cataluña,
desean. Quizás lo óptimo sea lo intermedio, de tal manera que un impuesto
completo sea cedido a gestión regional, pongamos IRPF, y el IVA sea la fuente
de financiación del gobierno central, o fórmulas por el estilo que, en todo
caso, pongan a las CCAA a ingresar y, con techos de deuda, hacerse adultas a la
hora de vivir de lo que ganen y no de la paga que reciben del gobierno central.
¿Es posible llegar a un acuerdo para reformar este modelo en esta legislatura? Sí,
si hay voluntad de todos para ello, aunque me da que no abunda. Urgente es, y
no sólo por razones políticas o electorales. Económicamente el sistema actual
no da más de sí.
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