¿Se enfrenta Alemania a una
repetición electoral? ¿va a vivir un escenario tan absurdo como el que pasamos
los españoles en 2015? No es descartable a día de hoy, una vez que los
liberales han anunciado que rompen las negociaciones de la llamada coalición
Jamaica, extraña unión de liberales, ecologistas y conservadores, única forma
viable de gobierno que se aventuraba posible tras el resultado electoral del
pasado septiembre. Está por ver si todo es una pose negociadora, que busca
conseguir réditos extra a base de amedrentamientos, pero Merkel
ya ha dejado claro que prefiere unas nuevas elecciones a un gobierno en minoría
que, por definición, es inestable. Rajoy podría asesorarle sobre cómo hacerlo
viable.
Ya en septiembre, tras las
elecciones, muchos analistas españoles sacaron a relucir ese concepto de la
“amarga victoria” que tanto éxito tuvo en la España de los noventa tras la
última victoria del PSOE de Felipe Gonzalez. Un triunfo, sí, pero claramente
insuficiente, que dejaba claras grietas y fracturas en el poder. Merke, con su
semblante serio, mostraba en la noche electoral de hace dos meses una pose que
dejaba a las claras su decepción, su preocupación por unos resultados que no
eran los esperados. Antes del verano las encuestas otorgaban una amplia mayoría
a su CDU y una derrota clara para los socialdemócratas del SPD. Esto último
sucedió, pero no lo primero, ya que la CDU se dejó mucho voto en forma de
desilusionados y, sobre todo, ciudadanos que fueron captados por los populistas
neonazis de Alternativa por Alemania, que obtuvieron un excelente resultado, o
nefasto si se mira por el bien de todos. Con un SPD en mínimos históricos y
renunciando expresamente a una nueva gran coalición, la alternativa Jamaica
parecía la única posible, y desde ese día la política alemana entró en un
impasse que empieza a paralizar al conjunto de Europa. Era clave este año 2017,
con las elecciones francesas y alemanas, para relanzar la UE o sentenciarla,
según el resultado de ambos comicios. Curiosamente los franceses, que eran los
que presentaban peor aspecto, resultaron ser los más beneficiosos para la UE y
la política global, tras la derrota del populismo a cargo de un advenedizo,
Macron, que encarna la esperanza de un mundo abierto, global y moderno. Y las
alemanas, que se presumían certeras y sin incertidumbre, se están convirtiendo
en un problema que crece día a día. Si Merkel estuviera ya en el poder, y con
estabilidad, su alianza con Macron sería una gran fuerza para relanzar la Unión,
empezar a reformarla y luchar de manera decidida contra los populismos,
separatistas en Cataluña, de extrema derecha en Polonia y otras naciones del
este, que surgen con fuerza, y todo ello con el Brexit de fondo. Aunque muy
distintos, Macron y Merkel, alguien seguro que ya los ha apodado M&M, poseen
una visión de lo que quieren para Europa, tienen una idea de futuro. Nos podrá
gustar más o menos, ser más audaz o parecernos insuficiente, pero algo tienen
en mente. Si uno pregunta en Moncloa, en el Quirinal de Roma o Helsinki nadie
le va a contestar sobre la Europa que quiere construir, porque parece que nadie
se la ha llegado a plantear. Ese liderazgo compartido, esencial para construir,
se enfrenta ahora al riesgo de la parálisis permanente, en esta ocasión muy
lejos del espíritu de la movida, y esa parálisis es lo que menos necesitamos de
cara a un futuro lleno de oportunidades si, pero también retos y amenazas por
doquier. China parece tener muy claro qué es lo que quiere en el futuro, EEUU
con Trump al frente se repliega y deja de ser un socio fiable, y Europa, o se
espabila, o se convertirá en un apéndice comercial del futuro global,
recibiendo millones de turistas que dejan dinero para disfrutar de nuestra espléndida
decadencia. O nos espabilamos todos o nos comen.
No es broma, Rajpy debiera hablar
con Merkel y asesorarle para salir de este atolladero, y ver qué escenario es
el mejor para ella y Alemania en su conjunto. Nuestras segundas elecciones
fueron una muestra de fracaso, y como uno de enormes dimensiones se verían, de
producirse, en la eficiente Germania. ¿Qué efecto tendría sobre el voto
populista una repetición? ¿Aumentaría aún más? Esa es una de las preocupaciones
que gravita sobre muchas cabezas en el Berlín oficial. Vamos a confiar en que
finalmente haya un acuerdo porque, de lo contrario, y como mínimo, una repetición
electoral nos haría perder un tiempo precioso, que no tenemos.
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