miércoles, noviembre 29, 2017

¿Es China el futuro?

Si ayer les preguntaba si el bitcoin es la moneda del futuro (ayer subió otro 3%), y no era capaz de darles una respuesta, hoy subo la apuesta y les interrogaré, nos interrogaremos, sobre el futuro del mundo en su totalidad, y el papel que China puede ejercer en él. El desatado crecimiento de la economía china desde la liberalización controlada de Den Xiao Ping ha cambiado los patrones económicos del globo y va camino de alterar los geopolíticos. A un ritmo sostenido que no baja del 6% con una población camino del estancamiento pero que supera de largo los mil millones, China se hace cada día más grande, poderoso y temible. Lo que allí se decide, crea y desarrolla nos acabará influyendo a todos, querámoslo o no.

Venía este pasado domingo un reportaje apasionante en la revista de El País dedicado a Shenzen, ciudad china limítrofe al norte de Hong Kong, que hasta hace pocos años era una localidad de algunas decenas de miles de habitantes y que hoy es una urbe de más de diez millones de personas, rascacielos que surgen por todas partes y excavadoras que no cesan de tirar viejas construcciones para seguir ampliando una urbe que crece sin control ni, desde luego, freno. Shenzen es el paraíso del hardware, la cacharrería. Si Silicon Valley se asocia al software, a la programación, esta ciudad china es el paraíso de los cachivaches. Placas de ordenadores, sensores, dispositivos, elementos de todo tipo que son los encargados de recopilar los datos que nos van a monitorizar y espiar sin fin para sacarnos hasta el último euro de nuestra cuenta. En esta ciudad ha nacido Huawei, marca china de móviles que hace cinco años nadie conocía y que hoy se disputa el trono de ventas junto a Apple y Samsung. En el reportaje se entrevista a varios ciudadanos que allí viven, chinos, de otras nacionalidades asiáticas y de procedencia occidental, y la sensación que uno saca al escucharles es común. La ciudad no para, la economía no para, Shenzen no duerme jamás porque dormir es ocio y no da dinero. La inventiva, el trabajo desatado y la competencia feroz se encuentran por todas partes, en un ecosistema darwiniano al extremo en el que las ideas consiguen financiaciones bajas, tiempo escaso de desarrollo y e infinitos y potenciales beneficios, lo que obliga a todo el mundo a desvivirse para sacarlas adelante. Muchos de los entrevistados coinciden al tener una imagen de Shenzen, y de China en su conjunto, como el futuro, como la nueva economía, frente a unos EEUU estancados en una peligrosa complacencia y una Europa directamente decadente y que camina hacia la decrepitud. Sin duda es la fuerza de la juventud, tan intensa como alocada y, a veces, equivocada, pero es cierto que la fuerza del gigante chino es tal que arrasa en todos aquellos sectores en los que pone el ojo. Durante años China ha sido el paraíso de la subcontrata barata, del ahorro de costes de las empresas occidentales, la “fábrica del mundo” como se le llegó a llamar, pero empieza a verse que, cierto que todavía en zonas escogidas, la I+D+i, la innovación y el desarrollo tecnológico propio están empezando a dominar sobre el montaje y ensamblado. Las empresas chinas poco a poco, a base de esfuerzo propio, copiado al rival e inventiva, están situándose a la altura de empresas punteras occidentales, y el dominio de la tecnología y su desarrollo está en la base del crecimiento futuro. Y todo ello, nunca lo olvidemos, en un sistema dictatorial de partido único, con represión, sin libertades, sin derechos humanos. Unas cortapisas inaceptables que a nadie de los entrevistados parecen importarle demasiado. Creciendo a tasas del 6% se asimila mejor el no poder abrir la boca, dado lo garantizado que está el bolsillo y la cartera llena. Pero es también cierto que el mercado laboral chino se parece demasiado a las novelas de Charles Dickens, pestilencia de humos industriales incluidos.

¿Es este el futuro? ¿Una regresión en las libertades a cambio de la prosperidad económica? ¿Un sistema global regido por una potencia dura como la China? ¿Es Shenzen, Shanghái y otras urbes de nombre desconocido el relevo a San Francisco, Nueva York o Chicago? Aún es pronto para decirlo, y no es menos cierto que la economía china esconde debilidades estructurales (y una más que posible pirámide financiera muy peligrosa) que pueden sacudirle y hacerle retroceder varios pasos, como le pasó al exitoso e imparable Japón de los ochenta. Pero no debemos ser ingenuos, como se señala en el artículo, un tercio del planeta vive a un par de horas de avión de Shenzen, y su renta per cápita no deja de crecer. Y el dominio que ejercerá sobre el planeta tampoco. El mundo gira, y cada vez apunta más a Asia. Y eso sí que parece imparable. Nos guste o no, tocará adaptarse

No hay comentarios: