Tremendo fin de semana en lo que
hace a la actualidad informativa, sin que para ello haga falta recurrir a la
noticia que lo llena todo y ahoga a las demás. Gracias a ella, lo que son
breves en el Telediario son historias enormes que no pueden ser tratadas con la
intensidad y tiempo requerido. Es una pena. De
entre las de estos dos días la más relevante me parece la acaecida en Arabia
Saudí, ese país lejano, tan importante, rico en recursos como atrasado en
mentalidad, lleno de príncipes que rigen de manera feudal los destinos de su
harén, que es como consideran a toda la nación. Tras dos días convulsos,
algunos de esos principitos saudíes han acabado entre rejas.
El sábado por la tarde empezaron
a surgir noticias sobre detenciones en Riad, pero no las habituales; mujeres,
occidentales, impíos, depravados a los ojos del régimen, extranjeros que
trabajan como esclavos, etec. No, en este caso se trataba de algo interno, de
un movimiento del poder contra otro poder, es decir, de luchas intestinas en la
familia Saud, el clan que fundó el país y lo dirige con mano firme. MBS, que
son las siglas de Mohamed Bin Salman, es actualmente el hombre fuerte del
régimen. Con poco más de treinta años, hijo del actual monarca, ostenta los
cargos de Ministro de Defensa, posee enromes competencias en el área económica
y lidera un proyecto para modernizar el país y transformar su economía del
actual monocultivo del petróleo hacia un modelo mixto, como ya lo han logrado
en parte en los sultanatos de EAU. MBS también tiene una visión menos rigorista
del islam, del wahabismo integrista que domina en el país y que el dinero saudí
exporta a todo el mundo. Esa visión se traduce en la permisividad a la hora de
que las mujeres puedan conducir, caso que ha causado bastante polémica hace
unos meses en todo el mundo, e indignación entre los fundamentalistas suníes de
Riad (sí, sí, aquí el aperturismo se mide a través de tan estrechas franjas). El
movimiento de este pasado sábado fue llevado a cabo por la comisión para la lucha
contra la corrupción, o algo así, un ente creado hace apenas un par de días y
que preside, vaya vaya, MBS, y se ejecutó de manera rápida y eficaz. Decenas de
príncipes, exministros y altos cargos del régimen y afines fueron detenidos
bajo acusaciones de corrupción, en lo que ya se interpreta como un golpe de
mano de MBS para desactivar movimientos que estarían tratando de desestabilizar
su posición. MBS ya acumula un enorme poder dentro del régimen, pero su osadía
también le ha generado enemistades, y no sólo por lo que antes he comentado.
Apenas sale en las noticias, pero Arabia Saudí sigue embarcada en una cruel
guerra en Yemen, su vecino pobre del sur, en la que las atrocidades cometidas
por el ejército saudí no van muy a la zaga respecto a las de las huestes de Asad
en Siria. Esta guerra, que no avanza, empieza a ser criticada desde esferas
privadas y del poder de Riad, no tanto por el coste que supone sino por el riesgo
para la seguridad del reino. Hubo rumores el sábado noche de un misil yemení
que se acercó a Riad, algo que no había sucedido nunca en los años que llevamos
de guerra. En fin, muchos frentes tiene MBS para hacerse con todos los resortes
del poder, pero parece que poco a poco los va controlando. Entre los detenidos
está Alwalid Bin Talal, una de las mayores fortunas del mundo, ocupa un puesto
en torno al cincuenta en la lista Forbes, y que posee enormes inversiones en
empresas occidentales que cotizan en Wall Street, por lo que no es descartable
algún movimiento en la bolsa neoyorkina tras lo sucedido.
Arabia Saudí es un país
trascendental en la zona y estratégico para el planeta. Residencia de los
santos lugares del islam, potencia suní enfrentada eternamente a Irám, potencia
chií, posee un ejército que no deja de crecer a base de inversiones
desaforadas, decididas el último tiempo por, como no, MBS, fruto también de una
política expansionista que le sitúa en todos los frentes conflictivos de la
región, que son infinitos. Con una población muy joven, ociosa, y una economía
que más allá del petróleo no genera riqueza alguna, los retos de aquella monarquía
para mantenerse en el poder absoluto y controlar el país con un barril de crudo
barato y cada vez más decrépito son inmensos. Mucha atención a lo que allí pase
en los próximos años.
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