jueves, febrero 08, 2018

Se complica el año bursátil

Si ustedes acuden a cualquier página web, por ejemplo esta, y consultan la gráfica del índice Dow Jones, el más famoso de la bolsa de Nueva York, pueden empezar a remontarse hacia el pasado, los últimos años, y verán como la subida del índice ha sido constante, imparable, sin apenas sobresaltos. En febrero de 2013, hace cinco años, cotizaba en el entorno de los 14.000 puntos. Hay en octubre de 2015 y enero de 2016 un parón en las ganancias, que se revela temporal, y luego vuelta a subir sin freno. La victoria de Trump espolea aún más el mercado y acentúa la pendiente de una curva que se dispara hasta los 26.616 puntos del 25 de enero. La ganancia de quienes hayan estado invertidos en bolsa norteamericana durante estos años es asombrosa.

No les aconsejo que comparen con el Ibex, más que nada para no entrar en un proceso de angustia existencial. Si se siguen fijando en la gráfica del Dow verán que el bajonazo de estos últimos días supone un corte abrupto de esa imparable senda ascendente. Como es obvio, no sabemos si esto es algo puntual o indica una corrección más seria. Hay opiniones para todos los gustos y todas ella respaldadas por datos y sensaciones que las justifican, por lo que les dejo a ustedes que escojan, pero sí creo, desde mi desconocimiento del mundo bursátil (porque en esto nadie sabe nada, créanme) que este va a ser un año mucho más complicado para el inversor de lo que se nos vendía apenas hace un par de semanas. Durante la cumbre de Davos, celebrada hace muy pocos días, hubo un término que salió de la boca de varios periodistas y autoridades presentes en el encuentro, y que me produjo escalofríos cada vez que era pronunciado. Era la palabra complacencia, una de las más peligrosas que existen, asociada al exceso de optimismo, a la relajación ante el futuro y la negación de los problemas. En demasiadas ocasiones, cierto que no en todas, la complacencia antecede al desastre. La pregunta es si nos encontramos ante un momento como ese, el mayoritario, o no, y eso después de que todos los analistas predijeran a principios de año que 2018 iba a ser un excelente ejercicio bursátil. Pues hay motivos para estar preocupados, aunque sólo sea por el hecho de que las cosas no vayan a ser tan color de rosa como se pintaban. El lunes, día del derrumbe de Wall Street, más de un 4% de caída, juraba en su cargo como responsable de la FED, el Banco Central de allí, Jerome Powell, un hombre de la casa escogido por Trump para pilotar la política monetaria norteamericana. Powell debe hacer frente a este mercado, desde una posición de mayor restricción monetaria de la que han ejercido sus predecesores. Janet Yellen, su antecesora, ya empezó a virar el rumbo de la FED hacia unas primeras subidas de tipos y mensajes de que la fiesta, el ponche libre de liquidez que otorga la casa, se acaba a medida que la fortaleza de la economía norteamericana va a más. Sigue sin haber muchas tensiones inflacionistas, pero los tipos de interés de los bonos de largo plazo han empezado a subir, anticipándose a las medidas de la FED, y empezando a pinchar la que muchos denominan como la madre de todas las burbujas, la de la renta fija. Es probable que tanto la FED como el BCE tengan este año muchos más problemas de los esperado para llevar a cabo su proceso de retirada de estímulos, porque pese a que muchos agentes del mercado lo tienen descontado, han sido muchos años de dopaje monetario que ha permitido sobrevivir a muchos, empresas privadas y gobiernos, y es más que seguro que una normalización de los tipos de interés, aún a tasas muy moderadas, suponga quebrantos financieros en entidades sobreendeudadas, que sobreviven muy bien a tipos cero pero que no son viables en condiciones normales. Y todo ello con un dólar devaluado de fondo, y unas disputas comerciales que van a más entre, al menos, EEUU y China y Europa.


Como siempre en estos casos, toca hacer apuestas, escoger, predecir uno mismo qué es lo que va a suceder y tomar las decisiones de inversión, y que el tiempo nos diga si hemos acertado o no. En unos años volveremos a la gráfica histórica y podremos decir si las bajadas de estos días son una tormenta de invierno de corto recorrido o un punto de inflexión que altera el fondo del mercado. En todo caso, la volatilidad es alta, no parece que vaya a volver en un tiempo a la nada en la que se encontraba hace apenas un par de semanas y es probable que los índices den bandazos. Mucha precaución, sangre fría, capacidad de aguantar pérdidas, asumir que nos hemos podido equivocar y esperar a ver qué pasa. En bolsa no hay magia. A veces se gana, otras se pierde, y muchas veces es imposible justificar plenamente lo uno y lo otro.

No hay comentarios: