Es
peligroso arrancar la mañana con el sonido de las noticias. Te levantas, vas a
la sala, pones la televisión y puedes recibir un golpe que te deja seco y
deshecho para el resto de la jornada, quizás para mucho más tiempo. En 2016
fueron varias las ocasiones políticas que nos despertaron con sabor a angustia
y derrota, Brexit y Trump por ejemplo. La muerte de alguien cercano, que apenas
conocías en persona, pero que llevas toda la vida con él, es mucho mucho peos.
El 8 de febrero de 2017 me levanté y supe que había muerto Jose Luís Pérez de
Arteaga. Hoy me he vuelto a levantar y, como diría Mecano, no debí hacerlo. Ha
muerto Forges, a los 76 años, de un cáncer detectado hace poco más de uno.
El humor gráfico, la vida, ya no será igual.
No
conozco a nadie que no haya tenido un ataque de risa al ver sus chistes, que no
eran especialmente cómicos en lo que contaban, pero sí en el fondo que
describían, Todos nos hemos visto retratados una y mil veces en el absurdo de
sus viñetas, en unos personajes geniales que nos retrataban hasta el fondo, que
nos hacían reír, sí, pero que al poco te llevaban a la melancolía más profunda
e intensa, porque sabías que el genio había logrado que te rieras de tus
defectos, tus fallos, tus angustias. Mariano, Concha, los Blasillos, las viejas
de la aldea, los náufragos, el becario y el jefazo explotador… personajes que
cada uno podemos considerar de nuestra familia, que hemos visto una y mil veces
recreando escenas que hemos vivido en carne propia, que podemos relatar una y
otra vez y que, en ese momento, las calificamos como propias de un chiste de
Forges. La vida laboral, la política, especialmente la social… no hay faceta de
la España del último medio siglo que no haya sido diseccionada por el maestro
sin que quede completamente al descubierto. Ver un chiste de Forges y reírse
es, en cierto modo, acudir a una lección magistral de sociología, en la que el
dibujante lograba, con unos personajes apenas definidos en cuatro trazos y
grandes narices, describirnos a todos. No creo que haya una oficina o centro de
trabajo en España en el que no cuelgue un chiste de Forges, casa en la que
alguna de sus viñetas o libros se encuentre presente y memoria de viñetas que
nos trasciendan. Junto con Ibáñez y sus maravillosos Mortadelo y Filemón,
Forges era, sin duda, el viñetista más famoso de este país y el que llegaba a
una mayor franja de población. Su humor era más adulto, pero sólo por el hecho
de que tocaba sobre todo materias adultas, como la política y las crisis económicas
y sociales. En muchas ocasiones sus viñetas eran editoriales, estaban cargadas
de profundas convicciones políticas, con las que uno podía estar de acuerdo o
no, pero que no dejaban indiferente, hacían pensar y conmovían. Que me venga a
la memoria, sólo Mafalda como personaje era capaz de llegar a ese grado de
compromiso social y gracia humorística, que es quizás lo que todo viñetista de
prensa aspira a alcanzar. Los dibujos de los periódicos, que algunos consideran
un género menor, son en muchas ocasiones la más cincelada obra de arte de toda
la edición, y es maestro el que, con trazos, espacio cerrado y pocas letras, es
capaz de conmover, hacer reír y pensar. Nunca nada de lo que yo pueda escribir
estará a la altura de las reflexiones de las viñetas de Forges y, desde luego,
por mucho que me empeñe, alcanzaré la más mínima gracia en comparación a
cualquier de sus viñetas. Funcionarios, matrimonios, empleados, pensadores,
políticos de la actualidad, amas de casa, agobiados trabajadores, esa mujer que
siempre leía en el sofá y no se animaba a acompañar a su marido a bajar la basura,
quitando así oportunidades de salir juntos a la pareja... hoy están todos en el
cielo del humor y la memoria.
Colaborador
habitual de Pepa Fernández en No es un Día Cualquiera, de Radio Nacional,
llevaba Forges más de un año sin salir en antena y, en ocasiones, Pepa le
mandaba un fuerte abrazo, lo que nos hacía sospechar a muchos de que algo no
iba bien. Y así ha sido. El País, su casa de casi toda la vida, y TVE, donde
aprendió y pasó tantos años, están hoy de luto. La verdad es que creo que hoy
todo este país lleva un luto prendido en su corazón, al saber que mañana ya no
habrá viñetas de Forges, al descubrir que tendremos que seguir adelante sin su
diaria dosis de humor y reflexión, que para muchos, desde luego para mi, era de
visión obligada antes de hacer casi nada. No descanses allá donde vayas, genio.
Sigue con pinceles, quizás traces en las nubes narizotas de desolados curritos
que llegan a casa y sólo desean esconderse de la realidad. Seguro que sigues
dibujándolos.
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