No
se si tengo en casa justificantes de todo lo que he estudiado en mi vida, que
es menos de lo que debiera. Sí creo recordar dónde guardo los certificados de
la carrera (Económicas) y el postgrado con el que se reconocía la realización
de los cursos de Doctorado y la tesina correspondiente, que no tesis. No soy
Doctor, pena me da, ni creo que lo vaya a ser nunca, pero al menos de esos dos
estudios tengo diplomas acreditativos. No miento en los currículos, salvo ese
“nivel medio de inglés” para decir que algo sabemos pero, por favor, no nos lo
hagan demostrar, ni le encuentro sentido a inventarse reconocimientos
académicos que no se poseen, hecho que sólo demuestra incultura absoluta.
¿Se
ha inventado Cristina Cifuentes su master en la Universidad Rey Juan Carlos?
¿Se lo regaló la Universidad sin que ella hiciera nada a cambio? Estas
son las preguntas básicas que hoy debiera aclarar la presidenta de la Comunidad
de Madrid si no quiere meterse en un serio aprieto político que, si no
espabila, puede hacer embarrancar su carrera política. Son muchos los enemigos
que Cifuentes ha hecho a lo largo de los años, especialmente en el entorno de
su propio partido, donde la corruptela y los años de mandato de la lideresa
Esperanza y su corte de sapos han dejado la imagen del PP regional convertida
en un erial. Como azote de los corruptos y poseedora de una imagen nueva,
Cifuentes logró erigirse sobre los restos calcinados del “esperancismo” para
forjar un nuevo liderazgo regional y salvar al PP del desastre total, logrando
retener el gobierno de la Comunidad de Madrid, gracias a su pacto con
Ciudadanos, frente a la pérdida del ayuntamiento capitalino. Por ello, cada vez
que Cifuentes se ha metido en problemas ha sido inevitable recurrir a la expresión
de “fuego amigo” queriendo decir que los más interesados en destronarla son
precisamente aquellos que o vienen de la época de Esperanza o la consideran
como una de las culpables de que aquellas corruptelas salieran a la luz. La
afición a los dosieres secretos y el espionaje interno mostrada por personajes
tan turbios como Granados o Ignacio González han contribuido, y no poco, a
alentar esta teoría. Pero más allá de todo ello, y de los muchos que quieran
aprovecharse de su desgracia, el flanco abierto que ofrece Cifuentes a sus
rivales es, en su gran parte, fruto de su propia actitud. Cuando se originó
esta polémica, hace ya unas semanas, Cifuentes podía haberla acallado de un
plumazo mostrando el famoso TFM y todo se habría quedado en ruido mediático,
acusaciones falsas y una nueva muestra de lo que no es periodismo de
investigación, pero Cifuentes no hizo nada de eso. Decidió contraatacar usando
el argumento de la persecución, de la ojeriza de unos y otros contra ella, su
gestión y sus valores. Y poco más. A medida que ha ido pasando el tiempo las
noticias han evolucionado, poniendo cada vez más en precaria las explicaciones
de Cifuentes, y extendiendo una sombra de dudas sobre la propia Universidad, que
puede ser una de las grandes perjudicadas en toda esta historia si se acaba
demostrando que hay algo irregular. Testimonios de alumnos que no la vieron en
su momento, docentes que hablan de prácticas extrañas, aparente ausencia del
trabajo en los propios repositorios de la Universidad… un cúmulo de noticias
que no hacen sino aumentar las sospechas sobre lo que allí ha pasado. Por ello es
muy elevada la necesidad de que las explicaciones de hoy sean claras y las
pruebas aportadas contundentes. En caso contrario, como han señalado algunos
medios, a Cifuentes se le puede empezar a poner cara de Pedro Antonio Sánchez,
EXpresidente de la Comunidad de Murcia.
Cifuentes
me cae bien, me parece una política poco habitual para los usos que acostumbran
en nuestro panorama. Superviviente de un grave accidente de moto, sería absurdo
que hubiera puesto en riesgo su carrera política por una tontería como un
master que ni le aporta ni le da votos ni prestigio alguno, pero cada caso de
corruptela que hemos vivido nos muestra hasta qué punto la naturaleza humana
puede hacer caer a los individuos por el pozo de la ambición a cambio de
auténticas tonterías (relojes, trajes, implantes capilares, rayas de coca…) A
un año de las elecciones autonómicas, y con Ciudadanos en la cresta de las
encuestas, la prometedora carrera de Cifuentes se enfrenta hoy a uno de sus
mayores retos. Si no lo salva, puede entrar en franca decadencia.
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