martes, abril 10, 2018

Nuevo riesgo de escalada en Siria


Llevamos ocho años de guerra en Siria, y la sensación de que este horrible conflicto se acabe de una vez no acaba de llegar. Desde el principio ha sido una guerra sucia y cruel, que ha ido escalando en intensidad y alcance, hasta implicar a todas las potencias regionales, de manera directa, y a las superpotencias, directamente a Rusia, no de manera tan clara a EEUU, en lo que desde hace tiempo se parece a una guerra mundial a escala. El número de contendientes, las distintas alianzas y los riesgos son tales que su complejidad se escapa al análisis básico, y varios han sido los momentos en los que el conflicto ha amenazado con extenderse hasta un grado global. El de ahora es uno de ellos.

Pocas dudas hay sobre el uso de armas químicas este pasado fin de semana por parte de las fuerzas leales a Asad en su ataque contra posiciones enemigas en Duma, una de las pocas ciudades, por llamar de alguna manera a esos enjambres de escombros que muestran las televisiones, que aún no se encuentran en manos de régimen de Damasco. Asad, gracias a la ayuda rusa, va a conseguir ganar una guerra que se le había puesto muy difícil, aunque su gobierno se extenderá sobre las ruinas de un país arrasado y despoblado. En ocasiones anteriores su régimen ya ha usado armamento químico, tres veces según aseguran fuentes internacionales, sin que realmente sea muy necesario recurrir a armas tan destructivas, sobre todo desde que el ejército ruso entró a formar parte de los refuerzos de su régimen. El primero de los usos de este armamento, que fue señalado por Obama como línea roja que no se debía traspasar, no supuso castigo para el régimen, y sí la puesta en marcha de un programa internacional para quitarle todo el armamento de este tipo que pudiera tener y destruirlo. ¿Fue eso un error? Creo que sí, dado que parece obvio que pese a las promesas Asad no se deshizo de todas sus letales provisiones. Además, el incumplimiento de la promesa ultimátum de Obama, dejó sobre la mesa un claro mensaje de no injerencia por parte de EEUU y, a su vez, la puerta abierta para que otras naciones, como Rusia, Irán o Turquía, actuasen sin disimulo y dando rienda suelta a sus planes e instintos. El último de los ataques químicos hasta la fecha, sucedido ya bajo la presidencia de Trump, fue respondido por EEUU con el lanzamiento de varios misiles Tomahawk desde barcos del Mediterráneo que destruyeron instalaciones aéreas de Asad y, probablemente, algunos aviones rusos que en ellas se encontraban. Fue un momento muy tenso, pero la ausencia de respuesta militar siria y rusa hizo que se quedara en un hecho aislado. Ante el ataque de esta semana, la respuesta tuitera y mediática de Trump ha sido airada, similar a la de la vez pasada, y ha dado un plazo de uno o dos días para decidir cómo responder, manteniendo de mientras contactos con algunos países aliados, especialmente Francia, buscando quizás no colaboración militar (EEUU no necesita a nadie para ello) pero sí respaldo diplomático ante la posible respuesta que se ejecute sobre suelo sirio. ¿Optará Trump por una respuesta similar a la de la vez anterior? Lo lógico sería que sí, que se limitara a un ataque puntual contra algunos objetivos señalados, habrá cientos de posibilidades sitas sobre su mesa para escoger. Y pese a las airadas respuestas diplomáticas de Rusia y el régimen, que niegan la mayor del ataque y aluden a los riesgos de una respuesta de este tipo, si se produce es probable que, como pasó en la vez anterior, sus palabras se queden en eso y poco más. El régimen ve el final de la contienda y su victoria, EEUU ha anunciado el deseo de sacar cuanto antes del terreno a los pocos militares que allí tiene y Rusia e Irán han logrado un dominio regional en la zona que no entraba ni en sus mejores sueños. Para qué complicarse con una respuesta.

Esto indica la lógica, pero también existe la posibilidad, escasa, de que no todo suceda de esta manera. La mera presencia de tropas y armamento ruso y estadounidense sobre el terreno, actuando cada uno de ellos en bandos opuestos, abre la posibilidad de que, por error o cualquier otra causa, uno cause bajas al otro, generando una posible situación de crisis de graves consecuencias. En el contexto actual de deterioro acelerado de las relaciones diplomáticas entre Rusia y occidente cualquier suceso no previsto puede escalar la situación y ponernos ante escenarios realmente graves. Siria, en todos estos años, ha sido un escenario muy arriesgado para la paz global, y una tumba para sus ciudadanos, que no importan a nadie. Muy atentos a lo que pase en los próximos días, y al alcance de las respuestas mutuas.

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