miércoles, abril 18, 2018

Rebelo de Sousa y Macron defienden Europa


Necesitados estamos de defensores del europeísmo, de la libertad, de la unión del continente, de la democracia como forma superior de gobierno y del progreso económico y social, frente a tanto voceras que desde los extremos no cesa en sus ataques autoritarios a los conceptos e ideas que han forjado nuestra prosperidad. Nacionalistas, populistas, extremistas, aislacionistas, xenófobos… son muchos los trajes que portan los que buscan el repliegue, y en cada nación adoptan el que les es más cómodo y eficaz. Como si fuesen los antivacunas de las políticas, enarbolan discursos falsos y peligrosos que, glups, calan en amplios sectores y consiguen votos.

Ayer tuvieron lugar dos intervenciones políticas de altura que contrarrestan esos cantos de sirena que lleva, como en la mitología, a la perdición. Desde la tribuna del Parlamento de Estrasburgo, ante un auditorio de electos que debieran sentir como casi ninguna otra persona la necesidad de construir Europa, el presidente francés Macron lanzó un aguerrido discurso con el que buscaba tanto exponen su conocido ideario ante uno de los foros que, en teoría, debiera ser muy receptivo, como movilizar fuerzas para que ese espíritu reformista sea capaz de mover a otras naciones y fuerzas políticas para generar consensos y reformas. Su apelación a la autoridad de la democracia frente a la democracia autoritaria era una velada crítica a dirigentes de la UE como Orbán, recientemente reelegido presidente de Hungría, y a los que forman parte de ese grupo de países llamado de Visegrado, que frenan constantemente las iniciativas de la Unión. Buscaba también Macron movilizar a Merkel, a Alemania, y a otras grandes países para que apoyen su proyecto. Ojalá lo consiga. Casi a la vez, desde el Parlamento español, y con motivo de la visita de estado que realiza desde hace un par de días, el presidente portugués Rebelo de Sousa usaba palabras parecidas, más claras si cabe, para señalar a los enemigos del europeísmo y la democracia, para desenmascararlos y advertir del enorme peligro que representan sus propuestas. Los dos dirigentes son muy distintos en casi todos los planos posibles, pero coinciden en su espíritu abierto, ganas de modernización y defensa a ultranza de la libertas. Macron es joven, liberal, creador de una fuerza política casi sin historia y dirigente de una de las grandes y ricas naciones sita en el corazón geográfico de Europa. Rebelo de Sousa, veterano, de amplia carrera política en partidos de la derecha clásica (una de las derrotadas en Francia por el vendaval Macron) preside uno de los pequeños y económicamente débiles países de la periferia del oeste europeo, que mira al Atlántico y geográficamente da la espalda a una Europa que, en España, se encarna en demasiadas ocasiones más como espacio de incomprensión que de colaboración. Su visión del continente, de su historia y sus posibilidades apenas coincidirá con la de un enarca francés para el que la construcción europea y la democracia son algo con lo que ha convivido desde su nacimiento, pero ambos tienen claros los peligros, y los señalan con arrojo. Portugal pasó, como España, un siglo XX muy duro, en el que la dictadura militar y la pobreza marcaron a generaciones de lusos, que veían en Europa un destino de prosperidad y libertad. La Francia del siglo XX ejemplifica el desastre que supone la guerra en Europa, el auge del extremismo y la posibilidad de la destrucción del continente, así como la esperanza de la reconstrucción y del proyecto compartido, todo ello en un marco general en el que el peso de Europa en el mundo decrece sin cesar y en el que potencias de pasado colonial y aspiraciones imperiales como la gala se ven cada vez más limitadas y convertidas en países de segunda. Europa es, para ambos, la salvación.

Frente a ellos, la victoria citad de Orbán en Hungría, y en general el alarmante comportamiento que registran los países del este del continente respecto al proyecto común suponen, entre otros, muestras de que la Unión sigue con una crisis en su seno. El Brexit nos debilita, Italia vive en el marasmo desde las elecciones de marzo y España no acaba de arrancar, sometida al dolor nacionalista en todo momento. Y el trabajo de difusión de la mentira de esos nacionalistas y, en general, extremistas de todo tipo, no cesa, y a veces, como en algunos juzgados alemanes, logra triunfos. Cuánto necesitamos a líderes como Macron y Rebelo de Sousa, qué esperanza producen sus palabras y actitudes, qué ejemplo más valioso ofrecen a otros mandatarios.

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