miércoles, marzo 27, 2019

El asalto a la embajada norcoreana en Madrid

Hay historias reales que dejan en mantilla a las ficciones por las que muchos se desvelan ante el televisor o el papel, y es que la realidad siempre es capaz de superar nuestras expectativas, casi nunca de la manera que hubiéramos sido capaces de imaginar. Se imagina uno las historias de espías, tan bien narradas por LeCarré, Forsyth o Marías, en unos ambientes brumosos, británicos, en una época pasada, con aires rusos de guerra fría y en lugares o bien remotos o distinguidos, con frío y mal tiempo. Pero resulta que no, que estas historias se pueden dar en el extrarradio de Madrid, en un decorado bastante convencional, y bajo el sol de justicia que este 2019 no nos abandona.

Fue noticia, no muy comentada, que el pasado 22 de febrero se produjo un asalto a la embajada norcoreana en España, sita en el madrileño barrio de Aravaca, en una zona confortable de casas y adosados rodeados de vegetación. La embajada funciona bajo mínimos desde que el anterior gobierno del PP retirase las credenciales al entonces embajador, llamado Kim Hyok-chol. La intrusión en la embajada fue violenta y se produjo el robo de material y enseres que se encontraban en la misma. En un principio, y dado el poco personal que había en la legación, se sospechó incluso de un atraco cometido por delincuentes convencionales, que atacaron ese chalet como podían haberlo hecho con cualquier otro del selecto barrio, pero poco a poco la realidad ha ido tomando una forma mucho más compleja y, para que negarlo, atractiva. La instrucción judicial que se abrió con el asalto dio lugar ayer a un relato pormenorizado de lo que tiene toda la pinta de ser una operación encubierta de servicios secretos en busca de material e información norcoreana relevante. La secuencia del asalto a la embajada se centra en la figura de Adrian Hong Chang, el líder del comando de varias personas que realizaron el asalto. Relata el escrito judicial como Hong Chang planificó el asalto varios días antes de llevarlo a cabo, comprando material para efectuarlo, entre ello pistolas simuladas, cómo proceden a entrar en la embajada y al violencia que utilizan contra el personal, escaso, que en ese momento se encuentra en el interior del edificio. Tras el asalto, y se supone que con el botín buscado ya en mano de la banda de Hong Chang, éste vuela de Madrid a Lisboa y de allí lo hace a Nueva York, donde ya se había puesto en contacto con personal del FBI. Todo esto hace sospechar que el jefe de esta banda era un mandado de los norteamericanos, y que el asalto a la embajada era una operación que buscaba información sensible sobre ese extraño país. ¿Cuál? ¿Por qué motivo? No se sabe, pero hay una pieza importante que vincula a Madrid con las más altas jerarquías del régimen de Pyongyang. Tras ser expulsado de Madrid, el anterior embajador, recordemos que se llamaba Kim Hyok Chol, vuelve a la capital norcoreana y no tarda mucho en convertirse en una de las piezas fundamentales del equipo negociador de Kim Jong Un en todo lo relacionado con el proceso de desnuclearización del régimen. Así, Hyok Chol pasa del anonimato a ser uno de los principales interlocutores con los norteamericanos, y personaje clave en la organización del encuentro entre Kim y Trump que se celebró en Vietnam a finales de febrero, encuentro que empezó con muchas risas y acabó en un estrepitoso fracaso. Demasiado rápido parece el ascenso de Hyok Chol, ¿no?. Una hipótesis que aparece sola al leer esta secuencia de hechos es que, de mientras estaba en Madrid, el entonces embajador ya era una pieza fundamental de Kim en todo lo relativo a la nuclearización, y de ser así es obvio que tendría en su poder informaciones de alto valor, tanto de cara a un proceso negociador como a saber cuál es realmente el alcance y dimensiones del programa nuclear de aquel país. ¿Era eso así? ¿Estaban en el chalet de Aravaca algunas de las claves nucleares de Kim?.

El que una operación de asalto como la comentada se llevase a cabo apenas una semana antes de la cumbre Kim Trump refuerza esta idea. Los norteamericanos buscaban información de cara a esa cumbre y a futuras actuaciones, y sospechaban que algo se dejó Hyok Chol en Madrid. Organizaron un comando y procedieron al asalto en busca de esa información. La violencia y precipitación de la huida muestra una operación más bien chapucera, con demasiadas pistas dejadas por el camino. ¿Fruto quizás de las prisas ante la inminencia de la cumbre? ¿Estaba en Aravaca la información que buscaban? ¿Tuvo que ver este incidente en el desenlace abrupto de la cumbre? ¿Qué conexiones reales hay entre Hong Chang, el asaltante, y los miembros de su banda con la disidencia norcoreana y con la CIA y otros servicios de espionaje? No me digan que no es apasionante.

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