lunes, marzo 25, 2019

Trump está celebrando el informe Mueller


Cerca de dos años se han tardado en conocer las conclusiones llevadas a cabo por el fiscal especial Robert Mueller sobre el llamado Rusiagate, la presunta trama mediante la cual Rusia influyó en el devenir de las elecciones americanas de 2016, en las que Trump se alzó con la victoria. Las primeras versiones de su prolija investigación, llevadas a lo largo de todos estos años con tesón y constantes presiones de todo tipo, suponen una victoria para Trump y los suyos, porque para decirlo de manera muy resumida, Muller encuentra a Trump no culpable de colaboración en esa trama rusa, que no ve demostrada. Es un gran espaldarazo para el actual presidente y una baza que juega muy a su favor en el proceso electoral de 2020.

Parece ser, dado que no he leído los resúmenes que se han publicado del informe, que Mueller sí considera que se puede acusar a Trump de obstrucción a la justicia, pero es ese un cargo muy menor respecto a lo que se estaba dirimiendo en el conjunto de la investigación. Si finalmente el informe completo mantiene estas conclusiones y espíritu, una de las grandes manchas de la presidencia de Trump se habrá disuelto y, al menos de manera oficial, nadie le podrá acusar de haber cometido delitos de lesa gravedad contra la seguridad de su propia nación. Esto aleja mucho las posibilidades de ejecutar contra él un “impeachment” o proceso de destitución por parte de las cámaras y consolida el relato del magnate al menos hasta el año que viene. En ese próximo ejercicio, en noviembre, se celebrarán las elecciones presidenciales, y nadie duda de que Trump se presentará a la reelección, y ahora con el aval del informe Mueller en su haber. Para los demócratas las conclusiones del informe suponen, reitero que sin saber en detalle el contenido exacto del mismo, un importante varapalo. Una acusación de colaboración con Rusia hubiera sido letal para las aspiraciones de Trump, o eso al menos se suponía, y habría dado consistencia legal a las múltiples acusaciones y rumores que corren por todas partes desde hace años sobre la buena, privilegiada relación que mantienen Trumo y Putin, dos personajes muy parecidos no en las formas, pero sí en el fondo de su comportamiento. Dominados por los intereses personales, amparados por la presunta defensa de los intereses de su nación, sólo el dinero y el poder es lo que les mueve, y cuanto más de uno y otro caiga en sus propios bolsillos, mejor. No creo que nadie cambie la imagen que posee de Trump por el contenido del informe, pero es evidente que estas conclusiones son un enorme valor de oxígenos para una presidencia convulsa, polémica, llena de disparates y que, ahora sí, ve en la reelección de 2020 una posibilidad cierta. La venganza que Trump puede lanzar desde su boca y medios contra aquellos que le han acusado de conspirar puede ser épica, y ahora con argumentos legales que le defienden. Quizás la alianza entre este personaje y el presidente ruso no fuera de tipo político, sino simple y llanamente comercial, ambos querían forrarse aún más, y las noticias sobre el presunto proyecto de una torre Trump en Moscú apuntan a intereses financieros sobre todo. Por eso quizás Mueller no ha encontrado pruebas de conspiraciones políticas, porque a buen seguro ni Trump esperaba ganar las elecciones de 2016, que seguro vio como una inmensa campaña de propaganda de sí mismo y sus empresas. La victoria lo cambió todo y puso los focos sobre todo lo que hizo, y no, el personaje. Ahora cae una de las mayores acusaciones que le han perseguido durante estos años.

La lista de colaboradores de Trump que han pasado por los juzgados y tienen la cárcel en mente o presta a pisar es larga y densa. Su ex abogado, el jefe de campaña… pesos pesados de su entorno han ido cayendo como fichas de dominó cuando la justicia los ha investigado, especialmente por motivos económicos, y muchos daban por sentado que el informe Mueller iba a ser la vía para acceder a lo más alto del poder para derribarlo. No parece que vaya a sr así, y cundirá hoy la decepción entre los que veían en esta investigación fiscal la vía para acabar con Trump. Ahora las cosas se complican y, para echar a Trump, los demócratas tendrán que ganarle en las elecciones del año que viene. Y créanme, no será tarea fácil.

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