Pocas
novedades tuvo la reunión de ayer del BCE, pero
fue eso precisamente, el cumplimiento de las expectativas sobre lo que iba a
suceder, lo que supuso un varapalo para los mercados y, especialmente, para
el sector bancario. Las decisiones tomadas y el mensaje que transmitió Draghi
tienen un punto en común, que es del ineludible deterioro de la economía de la
eurozona, y por ende de Europa. No se va a quedar parado el BCE, pero al
activarse oficializa la existencia de un problema económico, que no sólo es
europeo, sino global, y da por, sino terminada, si agostada la recuperación
vivida tras la crisis. Vienen curvas, vino a decir Don Mario, en forma de
previsiones de crecimiento raquíticas.
Dos
fueron las principales medidas adoptadas tras la reunión de ayer. Una es la
extensión de los programas de TLTRO, cuyo destino era ir agotándose. ¿Qué es
esto? Dicho de una manera muy cutre, son préstamos en muy buenas condiciones
que el BCE hace directamente a los bancos de la eurozona con la condición de
que destinen ese dinero a crédito en el mercado real, tanto a particulares como
a empresas. Las condiciones financieras de esos préstamos son muy ventajosas
para las entidades financieras y, en el fondo, es una forma de que el BCE
impulse el crédito real, cosa que con sus medidas y competencias no puede
hacer. Estimular el crédito es una medida de reactivación económica que se hace
cuando el ciclo desciende, por lo que extender e intensificar estos programas
es una manera de luchar contra un frenazo en la actividad. La otra medida, de
aún mayor calado si cabe, es la de dejar claro que los tipos de interés no van
a subir durante mucho más tiempo del que era esperado. Hace meses se especulaba
con la posibilidad de que, siguiendo el ejemplo de la FED norteamericana, el
BCE aumentara tipos este 2019, una vez casi seguro y dos probablemente, en
función de la coyuntura. Sin embargo, con el otoño del 2018 y los cada vez más
crudos datos de comercio internacional, y la sensación de frenazo global, la
FED frenó en sus escaladas de tipos, que allí ya han subido hasta el 2% – 2,5% y
se puso en modo espera, lo que trastocó esas previsiones alcistas que existían
a ambos lados del charco. En la reunión anterior, de principios de año, Draghi
no fue muy claro al respecto, dejando abiertas tanto la posibilidad de subidas
futuras como su negación. Ahora ha sido mucho más explícito, reconociendo que
en el contexto actual una subida de tipos sería una especie de puñalada trasera
a la economía de la eurozona. Esto es la asunción completa del frenazo económico,
y para los bancos es una muy mala noticia. Su principal negocio es el margen de
intermediación entre lo que pagan la depositante de ahorros y lo que cobran al
que solicita crédito, y con los tipos muertos como están desde hace mucho en la
eurozona el negocio vive en estado anoréxico. Futuras subidas hubieran sido
para ellos un revulsivo en sus cuentas, y así lo cotizaban en los mercados bursátiles.
Tras la decisión de ayer las caídas de esas empresas en bolsas fueron muy duras,
con bajadas de hasta el 7% en casos como Sabadell, y medáis del 3% – 4%. Los
que también ayer se debieron quedar muy chafados son los hipotecados que, en
los últimos tiempos, han contratado productos a tipo fijo para protegerse de esas
cacareadas subidas de tipos y que, mes a mes, pagan un sobreprecio respecto al
variable sin que se vea que el euríbor, que sube con una velocidad similar a la
modestia de Pablo Iglesias, pueda convertirse en un peligro a corto o medio
plazo. En economía apostar sobre lo que va a suceder es siempre necesario, dado
que muchas decisiones se toman ahora pero se ejecutarán en el futuro, y en este
caso los que así han actuado con sus hipotecas no han acertado. Sí lo han hecho
las entidades financieras que han podido colocar esos tipos fijos, por cierto.
¿Qué
perspectivas nos deja esto para el conjunto del año? Inciertas y muy abiertas. Es
poco probable que nos topemos con una recesión en toda regla en la eurozona,
pero la debilidad de economías como la italiana, que probablemente si viva una
recesión, y el estancamiento alemán, muy penalizado por las guerras comerciales,
hacen que el conjunto no pueda carburar mucho. Factores incontrolables como el
Brexit, los populismos en las elecciones europeas o la relación entre EEUU y
China van a condicionar el rumbo de estos meses y obligarán a todos los actores
a posicionarse. En todo caso este año pinta algo más gris y complicado en la
macro que los anteriores. Y Draghi acaba su mandato en octubre. A ver qué es lo
que sucede.
Subo
a Elorrio el fin de semana y cojo unos días de ocio. Si todo va bien nos leemos
el próximo jueves 14. Sean felices.
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