viernes, agosto 09, 2019

Próximas elecciones en... ¿Italia?


Ha sido Italia el país en el que se han experimentado los nuevos fenómenos políticos desde hace décadas. Su querencia por gobiernos cortos y constantes elecciones y pactos ha permitido que la política de aquella nación corra mucho más que la del resto, haciendo que la teoría darwiniana de la selección natural se ejecute a cámara rápida. Con una economía estancada y decadente desde hace décadas, la política italiana también ha ido degenerando, en medio de una sociedad que se ha acostumbrado a vivir en la ausencia del gobierno y que se manejaba con total indiferencia respecto a quién ocupase los cargos del poder, a sabiendas de que no mandaban esos sujetos, sino otros, no elegidos. ¿Se romperá también este equilibrio tan italiano?

Ayer, el todopoderoso Mateo Salvini dijo que está harto de la coalición de gobierno y reclama elecciones. Las cada vez más intensas desavenencias entre dos socios de gobierno que son aparentemente opuestos y las encuestas, que no dejan de ofrecer la imagen de un Salvini que sube y sube hacían que la probabilidad de ruptura de la coalición fuera cada vez más intensa, y el interés del ministro del interior creciente para dar ese paso. Ya el acuerdo de gobierno fue visto como un ejercicio antinatura, porque juntaba dos formaciones que se odian en fondo y forma. Por un lado, la Liga de Salvini, un partido de extrema derecha, xenófobo y heredero de la antigua Liga Norte de Umberto Bossi. Ya no incluye la independencia de la Padania como uno de sus objetivos, pero sí mantiene el desprecio por toda la Italia meridional, la más pobre. En España equivaldría algo así a un cruce de Vox con el PDCAT de Torra, que si lo piensan tampoco es tan raro, porque son igual de sectarios y reaccionarios, sólo se diferencian del espacio geográfico sobre el que vierten sus amores y odios. El otro socio de gobierno, el Movimiento Cinco Estrellas, es una formación antisistema fundada por el cómico Beppe Grillo al calor de todos los movimientos que surgieron tras la crisis de 2008, y claramente puede ser asimilado a nuestro Podemos. Implantado sobre todo en la Italia pobre del sur, llegó a encabezar las encuestas hace un par de años y sacó un resultado electoral muy bueno, mucho mejor de lo que nunca hubiera soñado Iglesias, pero la juventud y escaso perfil de su actual dirigente, Luigi Di Magio, fue un lastre y se ha demostrado un problema de fondo una vez que él y Salvini formaron gobierno. Salvini se lo ha merendado. Escogieron a un técnico desconocido, Giuseppe Conte, para ser nombrado como primer ministro, porque el choque de egos de los dos socios impedía que cualquiera de ellos ocupara ese cargo, y la idea era manejar a Conte como un muñeco para que el gobierno realmente fuera una entente entre dos hombres fuertes, pero no ha sido eso lo que ha pasado. Con su actitud enérgica explotando el filón del miedo al inmigrante, con una política de gestos populistas descarnados y sin muchos pelos en la lengua, Salvini ha demostrado ser el más listo de todos los que componían este nuevo gobierno y se ha llevado el protagonismo de todo lo que pasaba. Ha opacado por completo a Di Maggio y los “grillini”, que es como se conoce a los seguidores de Cinco Estrellas, y se ha convertido en el hombre fuerte del país. Conte, el primer ministro, ha ido elevando su perfil poco a poco y ha mostrado ser menos manejable de lo que se esperaba, pero ante una figura como la de Salvini poco puede hacer, empezando porque él es un sujeto sometido a normas de comportamiento cortés y educado, mientras que Salvini es un macarra al que no le cuesta nada colgar en su Facebook imágenes de su última fiesta en la que, medio desnudo y bebido, despotrica contra todo envuelto en la bandera e himno italiano, en unas escenas bochornosas que, para que nos entendamos, combinan la estética de Gil y Gil con la parafernalia de Vox y Torra. Sí un cóctel tan rancio como indigesto y, visualmente, chocante.

¿Habrá finalmente elecciones? La política italiana es mucho más compleja que la nuestra y siempre posee vericuetos inexplorados que llevan a sorpresas no previstas, pero, de darse, Salvini parte como el gran favorito para ser el ganador. En la ola de Trump o Johnson, Salvini encarna el hombre fuerte, sin complejos, el líder autoritario antisistema que dice encarnar a los desfavorecidos para luchar contra los poderosos. Es un personaje siniestro, que no oculta su admiración por la época mussoliniana, pero que tiene olfato político para captar muchos votos en tiempos de descontento social e incertidumbre sobre el futuro. Lo que pase en Italia añadirá inestabilidad a la eurozona y puede ser otro freno al ciclo económico que, me da, empezará a darnos disgustos serios a partir de septiembre. Toca tener un ojo puesto en Roma y lo que allí suceda.

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