La
serie de Chernóbil, que no he visto, pero todo el mundo califica de excelente,
narra el desastre nuclear que tuvo lugar en esa localidad, entonces soviética,
ahora ucraniana, pero sobre todo cuenta el desastre humano que allí se vivió y
la obsesión del régimen comunista para ocultarlo. Los mayores esfuerzos del
gobierno ante lo sucedido se centran en que no trascienda, en que no se sepa, y
en segundo lugar se fijan en el hecho en sí y en tratar de controlarlo y
reducirlo. Esa política, de ocultación y revelación forzada a posteriori ante
la acumulación de pruebas, es algo que los soviéticos llevaban a rajatabla, sin
importar las vidas en juego, y los rusos mantienen.
Cada
cierto tiempo hay un accidente en Rusia, en el que se ve implicado el ejército,
y con el tiempo llegan noticias de fallecidos, heridos, desaparecidos y
evacuados, en medio de rumores de todo tipo. Este guion se siguió a la
perfección en el trágico accidente del submarino nuclear Kursk, una de las
joyas de la marina rusa, que sufrió un accidente y se hundió, muriendo allí
toda su tripulación. Para cuando se confirmó esta terrible secuencia de hechos
hacía semanas que los cadáveres eran nada, en el interior de un sarcófago de
metal. Las familias de esos desdichados soldados fueron tratadas no ya con
indolencia, sino como absoluta escoria, y el asunto se dio por zanjado por un
Putin que ya había mostrado maneras a la hora de imponer el ordeno y mando.
Pues bien, como si fuera una mano del destino la que se le hubiera aparecido a
la productora HBO tras el éxito de la serie sobre el accidente nuclear,
llevamos una semana recibiendo noticias, con el cuentagotas de rigor, sobre un
accidente producido en un complejo militar de Siberia, en el que se ha visto
involucrado un ingenio nuclear, sin que se pueda precisar mucho más. Circulan
algunos vídeos en la web en los que, a distancia, se observa una tremenda
explosión con una potente onda de choque, que no llega a generar un hongo
nuclear clásico, pero que a todas luces indica que algo muy grave ha sucedido. Tras
los primeros rumores, ni palabra en fuentes de Moscú, y tras varios días de
especulaciones, las
autoridades acaban por admitir que lo sucedido está vinculado con la prueba de
nuevas armas, prueba que ha salido bastante mal según parece. Se habla, y
todo esto hay que ponerlo en cuarentena, de que el arma en cuestión es un misil
de crucero de nueva generación, anunciada hace ya algún tiempo por Putin, y que
ha sido una de las causas de la ruptura de los últimos acuerdos de reducción de
armamentos entre Rusia y EEUU del que hablábamos hace unos días. Esta nueva
generación de misiles, capaces de transportar cabezas nucleares, tienen un
innovador sistema de guiado que los permite viajar muy a ras de suelo y están propulsados
por tecnología nuclear, lo que permite que alcancen cualquier objetivo definido
en un rango muy elevado de distancia y sean prácticamente indetectables por los
actuales sistemas de radar hasta que llegan al punto preciso de impacto. Armas
muy poderosas, sí, y muy anunciadas, pero ¿existen? ¿son fiables? ¿funcionan? Quizás,
a saber, era algo así lo que se estaba probando en esa base siberiana, y lo que
ha sucedido es un accidente en un prototipo, o en el simulacro de un misil ya
creado, vaya usted a saber. Lo que sí es cierto es que, vaya vaya, los niveles
de radiación en la zona no dejan de crecer, y
las autoridades decretaron ayer la evacuación de una aldea cercana, por precaución.
Una evacuación, por cierto, muy al estilo ruso. Llegará esta mañana un tren y
se llevará a todos los habitantes, quieran o no. Siguiendo el guion pautado ya estamos
en el paso de la admisión de que algo ha fallado, y ese algo tiene un
componente nuclear. Admiten las autoridades rusas que cinco altos científicos
han fallecido en lo que allí ha pasado, pero que todo está bajo control, y es
entonces cuando uno puede empezar a alarmarse de verdad, conociendo el percal.
El
que haya un componente nuclear poco nos dice sobre lo que allí se probaba y ha
sucedido, dado que ese factor puede estar tanto en las cabezas de los misiles (algo
convencional) como en el sistema de propulsión (algo muy novedoso), pero poco más
se puede afirmar. A medida que las pruebas de lo que haya pasado en el polígono
de Arjánsguelsk se empiecen a difundir por el mundo, quizás en forma de nube
radioactiva como pasó en Chernóbil, consigamos que el Kremlim vaya soltando
información sobre qué ha sucedido ahí y la magnitud de la tragedia. De momento
todo son especulaciones, rumores y silencios, que es la peor de las maneras
para gestionar cualquier problema. Pero sí, es lo que se acostumbra hacer en Rusia,
y en otros lugares en los que la vida apenas importa.
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