viernes, agosto 23, 2019

Tormenta económica, ¿crisis a las puertas?


Esta semana la cosa va de rayos y truenos. Si lo de ayer reflejaba una tormenta real que se vino sobre mi cuando ya estaba punto de refugiarme, lo de hoy es una metáfora por lo que pueda llegar a pasar en la economía global y, claro, en la española, tras un mes de agosto en el que bolsas y mercados se han comportado muy mal. Ya es casi una tradición funesta que, estando sometido al arrullo de las olas, y rebozado en arena, el inversor particular sea asaltado por debacles que hunden sus cotizaciones. La vuelta al cole del ahorrador es cada vez más una tortura, en la que mira las cotizaciones de sus activos, recuerda cómo las dejó y perjura sin fin.

El Ibex ha perdido este mes, en la práctica, todo lo que llevaba ganado en el año, y no era poco. Miles de millones de euros de cotización volatilizados que impactarán en los fondos y productos de todo tipo que tienen vinculación, más o menos directa, con el selectivo español. Los títulos deuda pública siguen escalando record tras record de precio y su rentabilidad no deja de hundirse, por lo que el ahorrador se encuentra entrampado en no se sabe qué pesadilla que le impide sacar renta alguna de sus recursos. En estos días han surgido con fuerza los temores de crisis, no porque haya nuevas noticias en el horizonte que sumar a las ya malas que sabíamos (Brexit, guerra comercial, etc) sino porque el efecto de todas ellas parece que empieza a estar no tanto en las portadas de la prensa como en la cotización de los activos (y en la curva de tipos, pero eso requiere una explicación aparte). Es evidente que políticas erróneas de este tipo van a tener, tarde o temprano, impacto en la economía global, resulta ingenuo pensar que no sea así, sólo que a veces ese impacto tarda en llegar y parece que no existe. Error. Los ciclos siempre están ahí y las malas políticas pueden acentuarlos. EEUU ha batido el record de expansión económica desde que esta se mide, por lo que no hay que ser un genio para pensar que el punto de inflexión debe estar muy cerca. La actitud camorrista de su presidente, amenazando a los países con los que comercia y presionando de manera infame al presidente de la Fed (su banco central) para que cambie los tipos en función de su calendario político demuestra que al mando de la gran nave de occidente no hay nadie sensato. China sigue en un proceso de consolidación, inyectando estímulos que frenen las consecuencias de los aranceles norteamericanos y tratando de controlar su deuda financiera, especialmente la privada, que no deja de crecer. La UE muestra síntomas de estancamiento absoluto, y lo que muestran muchas de sus naciones hace que pinten gruesos bastos; Alemania que ya ha entrado en crecimiento negativo en el segundo trimestre de este año y que de seguir así el tercero estará técnicamente en recesión, Francia está quieta, con tasas de crecimiento anémicas que no logran despertar a aquel país, Italia lleva años sin crecer y ahora mismo se encuentra sumida en unos de sus habituales marasmos políticos que parecen infinitos, Reino Unido prepara su salida con el inefable Boris Johnson al mando amenazando con la ruptura total como baza para tratar de renegociar un nuevo acuerdo y con síntomas de que su economía empieza a atragantarse de verdad por las consecuencias del Brexit, España sigue creciendo algo ajena a esta coyuntura, pero sus cifras flojean se mire el indicador que se mire y la inestabilidad política, ya endémica, amenaza con seguir meses y años….. como potencia exportadora, Europa sufre en primera línea los efectos de las disputas entre EEUU y China, y es Alemania, la que más vende a todos ellos, la que en primer grado muestra las consecuencias de esa guerra. Y si Alemania se frena Europa no podrá evitar detenerse. ¿Vamos entonces a una nueva crisis?

Eso parece, si nadie lo remedia. Reitero que es normal que un ciclo maduro como es en el que nos encontramos de muestras de agotamiento, pero empiezan a ser muchos los palos en la rueda que lo pueden acabar frenando, o descarrilando de golpe. Todos miran, otra vez, a los bancos centrales, como los salvadores de la economía global, pero su margen de actuación es cada vez menor y el rendimiento de sus políticas, decrecientes. Hacen falta adultos en la sala que gestionen bien la economía, combinen políticas monetarias y fiscales, logren acuerdos transnacionales y aporten estabilidad global para que, cuando se dé, la caída del ciclo sea lo más liviana posible. Como esas actitudes escasean, prepárense para un otoño que, parece, tendrá muchas curvas.

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